Voy a saldar una antigua deuda
que tengo con la muerte;
los héroes no debieron morir en vano,
una madre trae flores apretadas a su pecho,
flores vivas como el nombre de sus hijos
al caer frente a las balas enemigas.
Esas violetas salieron de la cruz,
de la montaña altiva y rebelde,
de las cenizas del ave Fénix.
Ahora es el tiempo de la esperanza perenne,
de los mártires sembrándose
en el hombre admirador y ejemplar.
las flores, de tes delicada, viajan en silencio,
la llanura se expande apasionada
mientras las aves, entre verso y verso,
toman coquetas las alturas del cielo
y entran, bellas, en la alcoba de la luna.
Una estrella enamorada observa el llanto de las madres,
el viajero que vino del día del amor,
como ruiseñor de primavera, cruza los campos,
se adentra en los jardines y busca el parque
donde reposarán las flores rojas.
Tras la orden del comandante
los héroes saldrán de su última morada,
la noche larga va quedando atrás,
el universo delinea los últimos detalles
mientras los traidores, insostenibles,
rellenan sus maletas con dólar y desvergüenzas.
pero las rosas blancas le cortan el paso
mientras los nuevos hijos de la patria
desempolvan los fusiles,
toman los palacios de justicia
y devuelven a su sitio al escudo
y la bandera.
Amo esa bravura
y me uno al grupo de vanguardia,
-el momento lo amerita-.
Allá, desde la frontera del tiempo,
desde la ilusión y la fe,
desde el emponderado valor de los héroes,
empuño la esperanza con toda dignidad,
y me alzo.
Rolando Reyes López.
(Pedro Betancourt. Matanzas. 1969).
Resido desde el año 1971 en el Municipio de Jovellanos. Matanzas. Cuba
Graduado de Bachiller. Actualmente es jubilado por Baja Visión.
Numerosos relatos breves y poemas mios han sido publicados en 70 revistas y 17 antologías de varios países de Europa y Latinoamérica.
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