8 DE ABRIL DE 2025, AMADA SUSANA:
Amor mío, Susana, ojalá te hayas desvanecido en el sueño sin ver ni sentir el horror de lo ocurrido.
Hace horas que esta locura se ha desencadenado y hasta hace poco he podido calmarme y reflexionar para decidir mis últimas acciones. Tu recuerdo será mi mejor compañía en esta hora final y a él le escribiré estas últimas líneas.
Acá, en la estación espacial, todo ocurrió muy rápido. Sentí un fuerte remezón y me estrellé contra las paredes. Me partí la cabeza (no era tan dura como me decías) y de pronto todo se llenó de sangre ingrávida. Los daños dejaron a la estación sin propulsión, a medio funcionar y con todas las comunicaciones muertas. Cuando miré al exterior pude ver cómo me alejaba de la tierra a toda velocidad. Estaba solo y a la deriva. Revisé los registros que aún quedaban y concluí que había sido sacado de órbita por una violenta irregularidad gravitacional. Choqueado, sin posibilidades de hacer nada, me quedé pegado a la ventanilla viendo a la tierra cada vez más distante.
Entonces, no sé cuánto tiempo más tarde, pude ver el horrible disco negro que se materializó de la nada y se superpuso, como una sombra, sobre el planeta. Era un planetoide Susana, un planetoide más oscuro que la negrura del vacío. No sé de dónde ni como salió pero se estrelló con ustedes y los hizo pedazos. En casa debían ser pasadas las 3:00 de la madrugada ¡Como quisiera creer que no sufriste! ¡Vi todo! Fue horrible. Sentí que era espectador del infierno. Durante horas la tierra se fue fracturando y desmembrando poco a poco hasta perder su forma. Aún ahora puedo ver los pedazos deshaciéndose. ¡Todo murió! ¡Todo se destruyó! Personas, animales, plantas. Ya nada queda. Nada.
¡¿Y Dios?! ¿Cómo Dios permitió todo esto Susana? A menos que Dios aparezca ahora y reconstruya la tierra para hacer su juicio final, ya podemos decir que Él no existía… Los ateos estarían felices de poder decir “¿Lo ven? ¡Teníamos razón! ¡No había ningún ser superior que salvara a nadie!”… Vaya victoria pírrica que han conseguido. Ya sé Susana, ya sé que si me oyeras decir esto me mirarías con desaprobación y me dirías “¡Nunca dudes de Dios, porque sólo Él sabe por qué hace las cosas y su sabiduría está por sobre el entendimiento de los hombres”.
Cuando en enero relevé a Kuznetsov en la estación espacial, pasé a ser el único humano en el espacio. Ahora, con la tierra destruida, es un triste honor poder decir que soy el último ser humano con vida. Soy lo único que ha quedado de una especie ¡No! Soy lo único que ha quedado de la vida en el planeta. A partir de ahora Susana, lo que yo vea será lo último visto, lo que yo escuche será lo último escuchado, lo que yo recuerde… será lo último en ser recordado. No puedo evitar pensar en Roy Batty y en eso de que todo ¡TODO! se perderá en el tiempo como lágrimas en la lluvia.
La estación está seriamente dañada Susana, sólo podrá procurarme oxígeno para un par de horas más. No quiero morir en medio de los espasmos y estertores de la asfixia. He decidido despedirme de la vida en paz y con conciencia plena. He logrado programar la generación de monóxido de carbono para que la saturación me adormezca plácidamente en 90 minutos más. Cuando estemos ya muy lejos del sol y las baterías se consuman, la estación se congelará y mi cuerpo será un bloque de hielo errante por el espacio. Quizás alguien o algo, algún día, lo encuentre y quizás (si es que no ha estallado antes) puedan leer los recuerdos en mi cerebro. Si es así, quisiera que allí encuentren mis memorias de ti Susana. Quisiera imitar lo que hizo la escritora Ann Druyan en 1977. Ella grabó, en los discos de las sondas Voyager, las ondas alfa de su cerebro al evocar su amor por su esposo, el científico Carl Sagan. En las Voyager van grabadas, en oro y para la eternidad, las ondas enamoradas de Ann. En mi caso, mi propia mente llevará tu recuerdo.
He aquí mi última voluntad, Susana. He resuelto despedir los últimos 90 minutos de la humanidad exaltando la más bella de sus creaciones: la música. Seleccioné (del reproductor que me regalaste) una pequeña playlist de cinco pistas que cubren el tiempo que me queda. Serán las últimas obras del ser humano que se escuchen en el universo. Estas son las pistas:
La primera te la dedico porque me hace pensar en ti, es Roberta Flack cantando “The First Time Ever I Saw Your Face”. Será aún más emocionante escucharla mirando las estrellas.
La segunda será de Bach, con todo el dramatismo de su “Chaconne” (Partita No. 2 BWV 1004). Se supone que Bach la escribió a la muerte de su esposa.
La tercera será el Adagio del Concierto para Clarinete en A Major (K.622), de Mozart. No sé por qué, pero el sonido del clarinete de esa pieza, me hace pensar en la candidez, curiosidad y bondad del ser humano.
La cuarta será el Adagietto de Mahler para su 5ª sinfonía. Es lo más bello que he escuchado en mi vida y te la dedico a ti Susana, como lo hizo Mahler cuando la compuso para su esposa Alma.
La quinta pista será la despedida final y nada más adecuado que el Adagio de Mahler para su 9ª sinfonía. Si ajusto bien el monóxido, espero coincidir con la última nota que se extingue en la nada. Entonces pronunciaré tu nombre esposa mía y pensaré en ti ¡con todas mis fuerzas! para fijarte en mi ser, para abrazarte por última vez. Pensaré en cuanto te amo, en lo felices que fuimos juntos, en tu risa, en las esperanzas de lo que pudimos ser, en los hijos que pudimos tener.
¡Adiós Susana, adiós mi vida! En unos minutos más cruzaré el umbral de la muerte. Espero que al otro lado nos encontremos, donde quiera que eso sea.
Por Eduardo Valenzuela Jara
Chileno, ingeniero eléctrico de profesión, 52 años de edad, es un convencido de que en las obras clásicas se encuentra, tamizada por el tiempo, la esencia de lo que es el ser humano. Por eso es un entusiasta consumidor de clásicos, ya sea de música, cine o literatura.
A penas, a mediados de 2021, se ha animado a escribir sus primeros relatos breves y para ello ha escogido la ciencia ficción y la fantasía, ya que dichos géneros le permiten plantear los temas que le interesan.
Sus escritos, textos que pueden ir desde cien hasta no más de cinco mil palabras, han sido enviados a redes sociales, revistas y concursos.
A juicio del autor, la ciencia ficción posee la capacidad de revisar las inquietudes atávicas desde nuevos puntos de vista y el futuro es como un espejo que nos muestra lo que somos. Las apariencias y el cuestionamiento constante de las certezas, son los principales temas presentes en sus relatos y es precisamente a través de las posibilidades de la ficción, que se puede evidenciar situaciones que invitan a la reflexión de nuestra realidad.
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