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Astral

Después de que El Consejo Galáctico lanzó un comunicado urgente en el que solicitaba el apoyo de 144 mil Semillas Estelares para ayudar al planeta Tierra y a las almas que se encontraban ancladas en la tercera dimensión, Citrón decidió enlistarse. Pensativo, observando la luminosidad de las estrellas de las espirales de Andrómeda, tomó valor y se lo comunicó a Amatista, su complemento divino.

—Sabes que no puedes bajar solo a la Tierra, ¿verdad? —Sí puedo.—Pero no debes. Lo dejó muy claro El Consejo, las Semillas Estelares bajan en pares, de otra forma la baja vibración del planeta te consumirá. No quieren a más almas atrapadas ahí, quieren liberarlas.—Lo sé… por eso no te he pedido que vayas conmigo. Te amo tanto que no quiero que sufras lo que se sufre allá.—¿Y crees que yo sí lo quiero, que estaré feliz aquí en la luz mientras tú te sumerges en la oscuridad? No olvides quiénes somos y cómo fuimos creados; aún a millones de años luz yo podría sentir lo que tú sientes. Tengo miedo, Citrón, y no por la separación que ésta encarnación implica, tengo miedo de que conozcas el dolor y yo no pueda hacer nada por ti.Citrón besó la frente de Amatista.—No te preocupes, ya hemos hecho esto antes en otros planetas, y ahora son libres.—Sí, pero ninguno de ellos era tan cruel y grotesco como al que quieres bajar.

A pesar de sus dudas,  Amatista sabía en el centro de su ser que encarnar en la Tierra bajo la misión divina del Consejo era lo correcto, y aceptó. Pronto comenzaron los preparativos para su viaje a la Tierra. Amatista fue la primera en hacer una visita astral de reconocimiento para escoger su envase, después de darle varias vuelta al globo encontró a una pequeña recién nacida arropada en los brazos de su madre, tocó la parte superior de su cabeza para mantener el canal de luz abierto hasta el momento en que pudiera integrarse al cuerpo. Citrón hizo la misma búsqueda, pero ningún niño recién nacido atraía su energía, hasta que encontró a una joven pareja caminando. La mujer estaba a un par de meses de dar a luz a un varón.

Citrón sabía el nivel de dificultad que implicaba encarnarse en un planeta tan oscuro, así que cuando supo que el niño había nacido envió a Amatista a visitarlo, ella besó la frente del pequeño y le transmitió un mensaje de luz programado para activarse dentro de los próximos treinta años terrestres.

“Te dejo este mensaje con la esperanza de darte claridad, éstas palabras pueden servirte de brújula para que no titubees en el camino que estás comenzando a transitar. No, no vas a enloquecer, todo lo que sentirás yo también lo sentiré, la confusión, la sensación de que todo lo que creías como cierto y fijo se está derrumbando, la incredulidad de que todo esto sea verdadero, pero lo es, lo nuestro aquí no será casualidad sino causalidad, ambos pactamos nuestro reencuentro y cada paso que daremos habrá sido sincronizado perfectamente. No, no estás loco, tú sabrás que lo nuestro no será algo ordinario. Sentirás que hay algo más, algo muy grande detrás de nuestra unión. Lo sentirás cuando estés a punto de remover el velo, de ver las cosas como realmente son, sin el filtro de lo terrenal, porque este no es nuestro origen, nosotros venimos de la divinidad. A medida que crezcas sentirás la necesidad de que alguien te diga lo especial que eres y el porqué de tu llegada a este planeta, aun así no lo necesitarás porque tú sabes las respuestas; escúchate, amate y déjate guiar por tu Ser Superior…”

El viaje a la Tierra comenzó con el ritual de purificación en El Templo Mayor de las Sacerdotisas. La pareja entró a una habitación de cristal y frente a ellos una piscina con aguas aromáticas los esperaba. Desnudaron sus cuerpos y tomados de la mano renovaron sus votos: —Antes del principio del tiempo tú y yo ya no amábamos siendo uno en el cosmos —recitó Amatista—. Divino Femenino y Divino Masculino en unión sagrada, en balance, importantes por igual —respondió Citrón—. Nosotros nos ofrecemos al planeta Tierra con la misión de despertar conciencias humanas a través del amor incondicional —dijeron al unísono y se sumergieron en la piscina.

Después de un largo abrazo Amatista y Citrón se besaron, y en cada caricia la luminosidad de sus cuerpos se hacía más brillante. Citrón paseaba sus labios con ternura sobre el cuello de Amatista, siguió el recorrido de besos hasta llegar a los hombros, a sus clavículas, y cuando llegó a sus senos bebió de sus pezones la ternura que emanaba de ella, la tomó de la cadera acercando su pelvis para que sintiera su erección. Amatista besó la frente de su amado, sus labios, y viéndolo a los ojos le hizo saber que estaba lista, tomó su miembro y lo guió suavemente a su vagina. Las primeras penetraciones encendieron en ambos su chakra raíz, creando una pequeña luz en forma de serpiente; Citrón seguía penetrando suavemente y sin  prisa a Amatista mientras la serpiente de luz hizo estallar una pequeña galaxia en su chakra sacro, el calor del roce de sus sexos llevó a la serpiente a deslizarse sobre el chakra del plexo solar y el del corazón, haciendo emerger de éstos cientos de botones en flor que se abrían al vaivén de sus caderas, la electrizante energía subió por sus gargantas, detonando la vibración de sus cuerdas vocales, la serpiente cada vez más grande avanzó a su tercer ojo, esperando el momento del orgasmo, impulsándose al chakra corona. Amatista y Citrón se consumieron placenteramente, al mismo tiempo, integrando sus almas en la serpiente de luz, ésta salió fuera de la constelación de Andrómeda y antes de entrar en la órbita de la Tierra se dividió en dos. Los complementos divinos buscaron a sus elegidos para volverse carne y completar su misión.

 

Por Angélica Ramos

Comunicóloga, mexicana. Cofundadora de “Nautas de Letras”, un colaborativo de escritores independientes con el cual en mayo de 2018 publicó la antología “Amoxtli de Cuentos Fantásticos”, participando con el cuento titulado “El Soldado”. Ganadora del tercer lugar en el primer concurso “Jóvenes y Poesía” 2018 del Instituto de Cultura del ayuntamiento de Guadalupe, Zacatecas, y en diciembre del 2019 fue premiada con el segundo lugar  del concurso de microcuento convocado por el colectivo feminista “Las Sin Sostén”. Publicada por la Revista Sapo (Chile), El Diario de Campeche (México), en la primera antología de mujeres zacatecanas “La Divina Entraña” de “Cartonera la Cecilia” y “Mejorana Cartonera” y por la editorial La Sangre de las Musas en su antología femenina “Buenas Lunas.” Recientemente seleccionada en la antología Recolectores de Silencios con el cuento “La Delgada Línea” de la revista Acuarela Humanística de la Universidad Autónoma del Estado de México (2021) y publicada en el quinto número de la revista Metahumano con el cuento fantástico “Semillas Estelares” (2021) y seleccionada con su relato corto “Las Pequeñas Muertes” para la revista en línea Extrañas Develadas (2022).

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