-Si mi cuerpo se convirtiera en miles de átomos,
cada uno, disperso por el tiempo,
juro que me encontraré "Atrapado en los tiempos".-
Dr. Juan de Dios.
Hace miles y millones de años, cuando la tierra era un misterio, vivieron los dinosaurios, imponentes bestias, gobernantes del mundo, donde su único soberano era el increíble Tiranosaurio Rex, la fiera más poderosa y reconocida. Para estos animales eran los años de gloria, pero el mundo en el que vivían les declaraba la guerra y con ella la extinción. ¿Causas? No las sabemos, todo fue tan repentino que no quedaron pruebas, pero dicen que no hay ser más terco que el humano, y lamento informarles que están en lo correcto, pues en estos momentos soy la testigo de la locura de uno de ellos.
Era una tarde calurosa de marzo del año 2021, para el Doctor Juan de Dios era el día del fin de los tiempos, el comienzo de una nueva Era; después de tantas matemáticas, fórmulas, experimentos y de estudiar con tanto detalle la Física Cuántica, al fín lo había logrado: frente a él se encontraba Lightning nombre que le dió a su increíble creación.
"La cápsula del tiempo", su fino y picudo frente le proporcionaba la capacidad de romper la densidad cuántica y cruzar el tiempo con facilidad, en menos de un minuto podría haber ido y venido sin causar alteraciones en la línea del tiempo; pero esto no era lo único espectacular, sino que la cápsula contaba con alta inteligencia, capaz de tener conexión telepática con el conductor, proporcionando al Doctor con tan solo pensar el momento al que quisiera viajar, la cápsula lo transportaría, también portaba sillones muy cómodos, una cafetera, una alta provisión de gomitas, sodas, ropa y, lo más importante: discos con música en inglés, «La vida sin música en inglés, no es vida» solía decir el doctor Juan de Dios, pues para él era el vicio más imposible de dominar.
-¡Estoy listo!-. Exclamó eufórico mientras se abrochaba el cinturón de seguridad. Durante años había planeado aquel viaje, era su sueño más anhelado, por fin conocería la verdad.
-Iniciando conteo… Dies… Nueve… Ocho… Siete… Seis…-. La voz de Lightning se escuchaba pues el doctor había iniciado el procedimiento para el viaje.
Colocando la mano en los controles de la cápsula, empezó a planear en que parte de la era jurásica aparecer. «Qué tal, frente al Tiranosaurio Rex» pensó, pero luego recordó lo peligroso que sería esta acción, así que sin más alternativas, se imaginó en lo más seguro.
El conteo le era una eternidad, estaba invadido de nervios y con las manos sudando, ansioso y sufriendo por la voz de Lightning, pero la espera por fin acabó, pues ante sus ojos, una fuerte luz celeste destello poderosamente, si no fuera por el cristal protector, hubiera quedado ciego y con posible cáncer por la alta radiación.
Un fuerte mareo y un temblor fue todo lo que sintió, ahora, frente a él se encontraba un majestuoso árbol; salió tan emocionado de la cápsula que de inmediato quiso trepar al árbol, para así tener una mejor vista, pero justo antes que pusiera un pie, se detuvo repentinamente, la ilusión le había hecho una mala jugada pues el árbol estaba cubierto por cientos de puntos. El doctor Juan de Dios quiso analizar aquellos puntos rojizos, parecían inofensivos, una reacción impertinente le cambió de parecer cuando un insecto se paró en el tronco del árbol y las motitas se habían lanzado a él hasta no dejar rastro, lo habían devorado.
El Doctor decidió salir a explorar los alrededores, la idea de encontrarse en la época de los dinosaurios le era tan emocionante que comenzó a llorar.
-¿Qué es eso?-. Se preguntó confundido.
Frente a él, una grieta se empezó a abrir y tragarse todo lo que le rodeara; el Doctor Juan de Dios, estaba asustado, la grieta se abría más y más, se llevaba árboles, dinosaurios, cualquier cosa, sin importar su tamaño, la tierra dejó de ser dura, convirtiéndose en arenas movedizas. El doctor corrió y corrió hasta llegar a la cápsula, se encerró y comenzó a pensar, pero nada pasaba, lo intentó de nuevo, pensó y pensó, lo intentó cientos de veces pero la cápsula no funcionaba, el estrés lo atormentaba, la cabeza le dolía y, frente a él, las arenas movedizas se tragaban todo, estaba atrapado en el tiempo.
-¡AYUDA!, ¡QUIERO A MI MAMÁ!-. Gritaba muerto de miedo. -¡JURO QUE NO COMERÉ MÁS GOMITAS SI ALGUIEN ME SALVA!-. Suplicaba.
Las arenas movedizas estaban frente a él, pero el Doctor no se dejaría vencer, asi que, torpemente, comenzó a presionar todos los botones, esperanzado que lo podrían salvar, pero, en uno de sus malos movimientos, accidentalmente presionó el botón rojo, el más peligroso de todos, jamás lo había probado.
-¡Iniciando conteo de desintegración!-. Advirtió Lightning.
La capacidad de aquel botón era increíble, no sólo podía desintegrar la cápsula, sino que convertiría en átomos todo aquello que se encontrara en un radio de cien metros.
-¡Oh, no!-. Fue todo lo que alcanzó a decir el Doctor Juan de Dios, antes de ser devorado por las arenas movedizas.
Todo su alrededor se convirtió en oscuridad, ahora, no solo estaba en un abismo, sino que estaba atrapado en todos los tiempos.
Por Itzel González
Mi nombre es Cristina Itzel González Torres, originaria de México y nacida el 9 de febrero del año 2006 en el municipio de San Francisco del Rincón Gto. Mis padres son Enrique González Muñoz y María Cristina Torres Trujillo, soy hija menor; mi hermano Enrique Emanuel González Torres es quien ha sido mi pañuelo, consejero y mejor amigo en todo momento. Cuando tenía seis años de edad mi padre me regaló mi primer libro titulado “Alicia en el país de las maravillas” de Charles L. Dodgson, el cual es mi más preciado tesoro. Mi motivación por la escritura surgió cuando cursaba segundo año de secundaria, durante un concurso de “Cuentacuentos” en donde el mundo de las letras me habría sus puertas, y yo, con temor, comencé a andar por aquel camino desconocido, inspirándome así, a escribir mi primer libro. Actualmente tengo 15 años, soy aspirante a la Preparatoria, y me considero escritora novata, pues aún me falta mucho que aprender para escribir con la magia, respeto y pasión que las letras merecen y que todo escritores debe portar en su alma.
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