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Blue Camel

Desde que Rogelio conoció a Diego lo consideró como un gran amigo. La circunstancia no fue tan importante comparado con las historias que desde entonces vivieron juntos. Dos años después de ese momento los dos ya tenían la costumbre de pasar el tiempo juntos. Escuchar música, ver películas y fumar hierba era una rutina. Para ese entonces Rogelio estaba en la universidad y pasaba la mayor parte del día fuera. Diego dejó de estudiar porque quería ser músico; y era natural para una persona que podía pasar su día escuchando música, viendo entrevistas sobre músicos y documentales. 

Cuando se hacía de noche Diego convenientemente se quedaba a dormir en el sillón. Era tan natural que pasaran tiempo juntos que Rogelio podía salir del baño solo cubierto con una toalla y cambiarse con la puerta de su cuarto abierta. Una noche después de la rutina Rogelio se fue a acostar más temprano de lo normal “Mañana tengo un examen importante y planeo levantarme muy temprano para estudiar”. Entró a su cuarto, cerró la puerta y apagó la luz. Diego tenía planeado ver una película alguna película de acción pero se vio limitado a solo poner algún disco. Acostado en el sillón, con la luz de la sala prendida buscaba en su celular qué reproducir hasta que encontró una portada que le llamaba la atención y llevaba de título “Blue Camel”, lo puso y poco a poco el espacio se empezó a llenar toda la mística que conlleva escuchar por primera vez un sonido. 

Para conciliar el sueño de manera efectiva Rogelio tendía a fumar y masturbarse. Era infalible a la hora de obligar a su mente a dormir. Cuando escuchó que Diego puso música, Rogelio dio paso a seguir con su rutina. Tomó su celular y empezó a ver videos para que hicieran de la tarea más fácil. Tenía el volumen muteado para que no hubiera sospechas y no usaba audífonos para evitar cualquier sorpresa. Entre la música, el efecto de la hierba y excitación provocada por la constante fricción Rogelio se concentro en su fantasía personal: un desierto con extensas dunas de arena roja y un cielo completamente despejado. Y entre las tormentas de arena se encuentra un oasis con los recursos necesarios para llevar una vida sedentaria.  Se puede ver un manantial que se encuentra en el centro y lo rodean distintos árboles con los frutos más jugosos que se podrían encontrar. Y entre todo se encuentra una casa, a la orilla del manantial, donde Rogelio y Diego están rodeados de mujeres, tal vez treinta, tal vez menos en donde se celebran largas sesiones de sexo en un sinfín de posiciones. Entre tantos cuerpos Rogelio fijaba su mirada en su amigo: su cara de excitación, el jadeo incesante que predominaba entre todos los ruidos en la habitación, su dorso húmedo de sudor y fluido. En ese momento Rogelio vio en Diego la oportunidad de una vida plena. 

Ahora con el dorso manchado y la luz apagada Rogelio hizo lo posible para ser lo más discreto posible y se puso a buscar su toalla. En ese momento se acordó que sus ganas de masturbarse eran más que de bañarse y al omitir este último, la toalla se quedó en el baño. Entre la oscuridad no importó que se limpiara con lo primero que le llegara a la mano. Todavía con el dorso pegajoso Rogelio abrió lentamente la puerta para salir del cuarto porque después de un rato le entraron unas ganas inmensas de orinar. Mientras abría la puerta el sonido de la música entraba al cuarto y lo ocupaba todo. También había un tímido sonido que se asomaba y Rogelio reconoció inmediato. Poco a poco asomó su cabeza, con toda la cautela de un depredador y miró que la sabana se movía de arriba a bajo y la cabeza de Diego recostada sobre su almohada. Rogelio vio que en el rostro de Diego se dibujaba una sonrisa de satisfacción y cuando sus ojos se abrieron el disco que estaba sonando ya había terminado.

 

Por Tlacaelel Calderón

Licenciado en Literatura y Lengua hispana y músico de oficio. Mi primera etapa de vida estuvo concentrada en la música, estudié en distintas escuelas tanto en el Estado de Tlaxcala como en la ciudad de Xalapa. Me presenté en la primera edición de Festival Internacional de Jazz en Córdoba (2014). La segunda etapa inició cuando entre a estudiar letras pues a partir de ello nació mi curiosidad por conjuntar de alguna manera las dos artes.

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