Tomar y soltar, cada bocanada de aire es dolorosa.
Cuando pasas los días ensimismada en alguien más, construyendo una burbuja con cada parte de ti a su alrededor, en algún momento explota en tu cara, pequeñas heridas llenan tus facciones. Al interior existe una herida más profunda que no cierra. Sales de esa burbuja que te estaba carcomiendo, te lanza a un bosque cubierto de niebla.
Eres libre, por fin.
No conoces otra cosa que no sea dar, borrarte del canal y verter todo en el individuo en cuestión. Por eso es tan sencillo perderse. Aunque ya estabas por sucumbir, sólo faltaba un empujón para no existir más.
Anda, consúmeme, parecías decir.
En el fondo sabes que no puedes huir, al menos no ahora, cuando tu cuerpo no es más que huesos débiles.
¿Cómo drenar ese daño? Sosteniéndose y nadando.
Por Zaira Moreno
(Guadalajara, Jalisco)
Comunicóloga y partidaria de los frabullosos días. Algunos de mis escritos aparecen en Áspera Fanzine, Especulativas, Periódico Poético, Revista Engarce y Revista Estrépito.
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