Martina encendió otro cigarrillo más. Se salió al balcón para no importunar a los quejumbrosos de sus vecinos. En la calle, algunos corazones perdidos todavía deambulaban. La joven se sonrió a sí misma, imaginándose cómo habría su vida si se hubiera ido por el mismo camino que la sociedad le impuso a su madre, a su abuela y a todas las que vinieron antes de ellas. Si hubiera cambiado su destino para no ser vista como una rebelde y se hubiera conformado con ser “una más”. La muchacha se imaginó a sí misma con una sonrisa plástica sobre su rostro, desmadejando minutos en una casa vacía para olvidarse de las infidelidades de su pareja. Y todo para tener un poco de aprobación por parte de personas a las que jamás en su vida llegaría a conocer de una forma realmente profunda.
Martina miró de nueva cuenta a la calle. Una chica se encontraba discutiendo con su novio. Los dos se vociferaban groserías de extremo a extremo de la calle. Él se alejó a toda prisa y ella lo siguió, con los ojos rojos por tanto llorar.
La joven que fumaba en el balcón le dio otra bocanada a su cigarrillo. Hay veces en la vida que es mejor no encajar.
Por Patricia Pixie
Nació en la Ciudad de México. Desde muy corta edad se enamoró de todo aquello que tenga que ver con el arte y la creatividad. Dicha curiosidad natural la ha llevado a desarrollarse en ámbitos como las terapias alternativas y la escritura creativa. Amante de los gatos y el rock, ella vive en una constante búsqueda de inspiración.
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