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Mensaje:156734 Origen: Puerto Interestelar 17 Destino: receptor terrestre 3
Codificando ...

Escribe la Dra. Helena Vantha, astro bióloga de la estación espacial "New Hope 8744". Si mis cálculos son correctos, debes estar leyendo este mensaje un día de primavera, del mes conocido como mayo del año 2022 del calendario gregoriano, mientras yo envío esto el día het del mes senth del año 5143.

Si, la humanidad logró cuantificar el tiempo de manera correcta y los calendarios y relojes ahora son precisos.

Ya lo dije antes. Estoy a bordo de una estación espacial cerca de Charmos. Un planeta similar a Júpiter del sistema solar terrestre. Tal vez lo conozcas con el nombre de AB Auriagae b. O tal vez no lo conozcas. En tu tiempo fue descubierto como un protoplaneta el día 4 de abril de 2022, un par de semanas antes de que este mensaje llegara a tus manos.

Tengo que ser precisa y explícita al hacer uso de este puerto. Es probable que sea el último mensaje que pueda enviarse al pasado por estos artefactos que están a punto de desmoronarse por la radiación del espacio profundo, al igual que nos hemos desmoronado los humanos desde que abandonamos el planeta. Esta estación espacial es una de las pocas que quedan operativas. Las demás flotan como chatarra por todas partes. Algunas conteniendo los cuerpos sin vida de quienes ya no tienen tiempo. Y hablando de tiempo, nosotros no llegamos en el momento justo.

Parecía una película de fantasía. El 28 de julio del 2021 la noticia se hizo pública. Científicos habían descubierto agua en una de las lunas de Júpiter. Vaya revuelo que causó. Por más sueños estúpidos de colonizar Marte, Ganímedes y su vapor de agua en la atmósfera se volvió más interesante para buscar una solución a la tierra. ¿Solución? ¿A qué problema? te preguntarás. Si corres atrás 180 años en tu era tendrás la respuesta. "Siglo XVIII". "Revolución Industrial". ¿Te suenan esas palabras? Un boom social, un boom a la economía. Todo un suceso. Ya debes saber a dónde voy con eso. Consumo, consumo y más consumo. No tengo que explicarte mucho. Si mal no recuerdo en el 2022 estuvieron en boga las redes sociales. Esos estilos de vida insostenibles y ficticios con los que aumentan demandas de productos innecesarios. Si le preguntas a tus padres verás otro tanto del daño que se hizo. Fábricas que dan cientos de empleos, pero arrasan con ríos, profanan bosques y tierras, dejándolos desolados e inservibles. Ve un poco más atrás y notarás como la industria del petróleo era prometedora … para acabar con la tierra. De ahí viene el interés de la que será una reciente noticia para ti: Agua en una luna del sistema solar.

Ya no era rentable salvar la tierra. Las industrias no querían dejar de producir, aunque seguir haciéndolo significaba matar al planeta. ¿Sabes? resultó ser que el dinero si "salva" a las personas. Solo a las que lo tienen claro está. ¿Sabes que ocurrió después? Redoblaron la explotación. Más pesca por arrastre, más ganado, más combustibles fósiles, ¡arriba los microplásticos! para el 2023 ya había rastros de ellos en la sangre de todos los seres humanos en la tierra y la calidad del aire en el 99% del mundo era un asco. Produjeron más para ganar más y donaron grandes sumas para invertir en la exploración espacial y la colonización de Ganímedes. ¿Que si lo hablaron al público? ¡claro que no! solo un tonto creería que lo que se hace en esos laboratorios es de dominio popular. Todos podían quedarse con la creencia de colonizar marte mientras el verdadero objetivo era esa luna con agua.

Yo fui parte de esos estudios e investigaciones. Me gustaría decir que fue de manera voluntaria y positiva, pero cuando era pasante en mi carrera, ocurrió un evento desafortunado. Un día mientras me manifestaba con algunos compañeros y maestros hubo una irrupción de la policía. "Científicos protestando por el cambio climático". Puedes buscarlo en google, aprovechando que aún existe. Fuimos entonces reclutados para ese proyecto. Ganímedes era su nombre. Simple pero directo. Pasaron los años y a la par de mis estudios y mis florecientes canas continuábamos la investigación. Se seguía produciendo. Se continuaba vendiendo. El consumo masivo era el pan de cada día.

Y todo esto tenía las manos llenas de destrucción.

Decían que solo se requería tiempo. Descubrieron las masas de ciertos compuestos imperceptibles, nuevos elementos químicos, se desvelaron secretos de los agujeros negros. Apresuradamente se obtuvieron prototipos de máquinas que parecían salidas de cuentos de ciencia ficción. Caí en la cuenta de que el “gran lanzamiento” de un super telescopio años atrás, tenía intereses ocultos. Sondas espaciales nos enviaban imágenes de alta definición. Robots en la superficie de Ganímedes recopilaban muestras y nos enviaban los datos de los análisis que hacían.

Un buen día nos llamaron de urgencia. La investigación tenía que acelerarse. La temperatura se había elevado 1 grado más en toda la tierra. No quedaba el tiempo que se pensaba que teníamos y trabajamos todo el tiempo. No había un solo momento del día en el que tuviésemos la oportunidad de descansar. Las horas estaban contadas. Afuera todo se estaba derrumbando. La naturaleza y la humanidad estaban arrastrándose en agonía. Huracanes, sequías, inundaciones. Pulsares electromagnéticos y ataques nucleares. La Antártida florecía y el Sahara se llenaba de agua.

Todo se volvió caos y nuestra investigación salió a la luz con sesgos que ocultaron deliberadamente. El informe real redactado por el trabajo de 723 científicos después de años de investigación mencionaba que los arroyuelos subterráneos se componían por hidrógeno, oxígeno y otro elemento desconocido por lo que no sabíamos si era posible beber su agua o usarla para hacer crecer plantas. Los hipotéticos océanos subterráneos podrían estar en estado sólido y no líquido. La atmósfera, a pesar de ser muy delgada, tenía gases iguales a los terrestres, pero había algunos que definitivamente no se encontraban en nuestro planeta y no sabíamos que eran. La superficie reflejaba altos niveles de hierro, coincidentes con su núcleo de hierro líquido. Su campo magnético se comportaba extraño en ocasiones y las temperaturas llegaban a los menos 200°C.

El informe público decía que los ríos encontrados en Ganímedes eran vastos, que los océanos subterráneos podrían asegurar la supervivencia, que la atmósfera podría volverse respirable y el suelo fértil. Que si bien, el clima era adverso, se crearían las condiciones para una feliz estancia … que marte no había sido una opción viable por sus sismos recurrentes… que la tierra ya no era un buen lugar para vivir porque los humanos lavábamos nuestros coches con mangueras y desperdiciábamos alimentos.

Claro. Todos teníamos la culpa, excepto la industria textil, la refresquera, la ganadera y pesquera, la de lácteos o la de combustibles fósiles. Y ¿Sabes qué fue lo más impactante? Todos podían tomar un buque espacial para llegar a Ganímedes, tan solo había que pagar una exorbitante suma de dinero. Éramos ocho mil quinientos ochenta millones de personas en el mundo. Solo ocho millones y medio logramos salir de la tierra. Los científicos fuimos a bordo porque debíamos trabajar. Nuestras familias se quedaron en la tierra. Sin alimentos que comer. Sin agua que beber. Algunos congelándose. Otros en el calor intenso. Otros viviendo en carne propia las inundaciones que convirtieron en mar los desiertos mientras otros tantos veían sus océanos secarse.

El dinero solo se volvió un número sin valor en un chip subdérmico. Tanto en la tierra como en el espacio. Llegar a Ganímedes fue una gran proeza solo para darnos cuenta de que ignorar nuestros informes traería las consecuencias que no quisieron escuchar.

El suelo no podría ser cultivable. El agua existente se evaporaba con facilidad al contacto con la atmósfera, pero esos elementos desconocidos que descubrimos creaban una especie de ácido volátil que corroía todo. ¿Los océanos subterráneos? Ni siquiera pudimos llegar a ellos. El hierro del suelo era totalmente sólido y no podía atravesarse ni con los más sofisticados instrumentos. La comida comenzó a acabarse, el proyecto para “volver respirable la atmósfera” fracasó. El frio del ambiente era congelante y los equipos comenzaron a fallar así que dejamos esa pequeña luna buscando el “plan B”: encontrar otro planeta. Así fue como llegamos hasta aquí. Un par de años en criogenia para poder “sobrevivir”. O tal vez debería decir “prolongar nuestras muertes”. La radiación del espacio, la falta de alimento y agua, el contacto con tantas cosas desconocidas, todo nos está mermando.

Es habitual ver los cuerpos de quienes mueren abordo flotando cerca hasta que desaparecen. También se ven muchas estaciones espaciales que dejan de funcionar porque sus últimos tripulantes han muerto. Ya no hay alguien con vida en ellas. Cada vez quedamos menos personas respirando. Este es el fin de la raza humana.

Se que mi final está cerca, y en ocasiones, con dificultad, dirijo la mira de los telescopios de la estación a la tierra. A ese punto marrón… a una distancia terriblemente enorme. Pienso en todo lo que se pudo haber hecho y no se hizo. Pienso, mientras me arrastro sin fuerzas al lugar donde me tumbo a esperar mi último aliento, como la esperanza ya no existe en mi presente, pero en el pasado aún late dentro de cada persona. El pasado que es en realidad para ti en éste día.

Pienso en los muchos mensajes que se enviaron por estos puertos para que volvieran en el tiempo y que solo se usaron para beneficios personales, para enriquecerse más, para derrocar gobiernos, para dañar a muchas personas. Y ahora esto es lo único que puedo hacer. Dar una advertencia real soñando con que cualquier persona la encuentre.

Sé que el humano que llegue a leer esto transmitirá mi mensaje. Sé que se lo mostrará al mundo. Se que en sus conciencias aún hay una forma de cambiar y estoy totalmente segura de que aún habrá una esperanza y no permitirán que la tierra se arrastre hasta perecer.

No hay tiempo que perder. Si bien escribo en la fecha corregida 5143, el calendario gregoriano tiene una fecha muy diferente. Tienes que ser radical y hacer un cambio pues el desastre que lleva a la muerte de la tierra inicia el día 18 de ju…

…mensaje interrumpido …
…señal perdida
 

Por Marcela Isabel

(Monclova Coahuila, 1990)

Es una escritora nacida y radicada en el desierto del norte de México. Profesional de la salud por vocación, activista social y medioambiental por convicción, ha encontrado en la lectura y la escritura un puerto seguro en donde puede estar. Miembro de la Asociación Mexicana de Escritores. Algunos de sus cuentos han sido presentados en diversas revistas literarias digitales e impresas, publicando también su primera novela titulada “Letras para Enrique” bajo el sello de Editorial Winged, con una segunda novela en proceso bajo el mismo sello editorial.



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