El policía entró a la habitación desolada. La cinta amarilla delimitaba el lugar. Los periodistas se agolpaban. Al ver la oscura mancha en la pared, no necesitó ver ni escuchar nada más. Lo supo. Con plena seguridad. Allí se había cometido un crimen. Un atroz asesinato.
Horas antes, en la misma habitación; pero sin cintas amarillas vallando el lugar y sin periodistas con ese afán mórbido que tienen por informar; había entrado el médico. Al penetrar vio ese líquido espeso extendido sobre la pared. Delgados y oscuros hilos chorreaban en dirección al suelo. Lo supo. Sin lugar a dudas, lo supo. Allí había ocurrido un cruel asesinato.
Horas antes de llegar el médico, estuvo el novelista. Se sentía enfadado con el curso que estaban tomando los hechos. La cólera se apoderaba de él a causa del rumbo de su novela. Estaba altamente alterado por la destacada figura del policía y la importancia del médico en la historia. Decidió ponerle un punto final a todo ello. Y en ese arrebato de ira arrojó la lapicera de negra tinta contra la pared.
Por Ícaro
Mis padres me asignaron como nombre: Federico. Mis apellidos de origen italiano son Rizzo Sebben, aunque vivo en Uruguay. Nací un 12 del mes 12; con la intención de no olvidarme de la fecha; de hace varias décadas atrás. Resido enAtlántida, el más bello y mítico balneario de mi país.
La Literatura me acompaña desde pequeño, cuando comencé a garabatear mis primeras historias. Y hasta ahora, esta sombra mía, no me ha abandonado. Me he presentado en varios concursos literarios nacionales e internacionales. He ganado, he perdido y he quedado en la espera, como en el amor.
Además de la Literatura, mi otra pasión son las historias (literarias y/o fílmicas) policiales. En contadas ocasiones he dado vida a este tipo de narraciones. Con ellas me dejo volar. Es que si hablamos de volar, el nombre que me he asignado es el de Ícaro.
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