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Cristal y carmesí

-Solo tengo que subir un poco más.

Le decía al viento, a sus amigos imaginarios y a sí misma para darse valor. La mocita

intentaba subir a una silla, para después llegar hasta aquel mueble viejo y extrañamente alto (desde su perspectiva), pero el tamaño de sus piernas, y del resto de su cuerpo, no ayudaba a cumplir su cometido. Curiosa desde el nacimiento, o por lo menos desde que podía recordar, siempre saltaba de una actividad a otra, tratando de aprender una nueva cosa, pregunta tras pregunta y un diálogo eterno. La diligencia de ahora era nada menos que llegar al objetivo, al escritorio para cerrar la ventana, mostrando así su fuerza y determinación. Las partículas que conformaban su cabeza revoloteaban a una velocidad intempestiva, que ni ella misma lograba asimilar.

Afuera, la lluvia tapizaba las calles de un opaco brillo líquido, mientras un olor a humedad inundaba el ambiente y las ramas del ordinario durazno, motivadas por el creciente viento,golpeaban los vidrios, haciendo mayor la necesidad de terminar la tarea de la diminuta persona en acción. Estaba sola, a mitad de la quietud de su lectura; los padres dijeron que saldrían, una breve visita al abuelo y luego hacer el súper, la niña no objetó quedarse “a cargo”, en el fondo era algo que anhelaba siempre, el control de la situación y espacio para explorar, investigar y dedicar su tiempo a labores incomprendidas y negadas por los adultos.

Se encontraba a menudo bajo los decretos de los mayores, mas soñaba con la rebelión, una del tamaño de aquellas del 68, con impactos considerables; la chica no imaginaba que era una utopía aquel escenario, que venía a sus pensamientos como consecuencia de su contexto, ¡y cómo no!, en su hogar se respiraba disciplina y necesidad de autosuficiencia.

Dentro de su itinerario enlistaba el hallazgo de ranas en el patio, reanudar el intento de emulación a las libélulas, aunque la más importante era romper la parsimonia que inundaba cada rincón. Súbitamente, un golpe seco frenó sus reflexiones; venía de la puerta, había alguien detrás de aquel cuerpo de metal que le estaba prohibido abrir. La niña se condujo hasta ahí y analizó la situación: recordaba a la perfección las advertencias de sus padres, pero nunca se sabe, podría ser algo importante. En la disyuntiva, la segunda afirmación hizo más sentido, abrió y sintió un alivio enorme al ver que era Él, las indicaciones encaminadas a prevenir cualquier riesgo no se ponían en práctica aquí, pues estaba ahora con una persona en la que sus padres confiaban, y ella también.

Él la invitó a jugar, dijo que ellos sabían, que ahora estaba a salvo, en compañía de alguien cercano, ella accedió y el nuevo juego comenzó. Estaba confundida, creía conocer diestramente los pasatiempos, al menos los más divertidos, pero este era distinto. Cris siguió al pie de la letra los componentes del retozo que él propuso, incluso cuando la situación comenzó a ser incómoda para ella, pues escuchaba, luego de dudar unos segundos, que era pequeña aún para comprender lo que él disfrutaba, pero que también podía experimentar la misma sensación si tan solo esperaba un poco más; como parecía tan razonable el argumento, aceptó continuar, aun con dudas del resultado final.

Luego de lo que pareció un siglo, la niña se encontraba aturdida, desorientada, el ultimo soplo de certidumbre escapó de su cuerpo. El desenlace no era lo que él prometió, la parte más sensible de su cuerpo hizo añicos, la escena que veía a menudo dentro de su cabeza se materializó con ella como núcleo; dentro suyo había un intruso líquido blanquecino, aunquecon un carente halo de consciencia, emanaba cantidades preocupantes de sangre cálida desde distintos sitios, tiñendo el piso de madera, las ventanas y los muebles con un color tan vivo como ella horas antes.

Carmesí intenso, turbación y aislamiento le definían en ese lapso. La pequeña comprendía, en ese último periodo, las advertencias, la razón de mantener las puertas cerradas, las constantes preocupaciones de sus padres. Su pensamiento terminal giró en torno a la afirmación de los mayores: no hay monstruos en el closet. Sin embargo, nunca fue advertida que los monstruos aparecen con caras amistosas, que traen regalos, chocolates y comidas deliciosas; que pretenden cuidar de ti, hasta que entran en metamorfosis y un día al azar, te devoran en un santiamén. Los monstruos no siempre aparecen como un horrible esperpento que paraliza de terror en cuanto le miras, y en eso radica su talento y peligro.

 

Por Musa de Nadie

Lidise Yaneli Castillo Rivas

(Zacatecas, 1998) es egresada y tesista de la licenciatura en Letras en la Universidad Autónoma de Zacatecas; ponente en el 11° Encuentro Internacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura de la UAS, el I Congreso Regional de Estudiantes de Literatura, el XIX Congreso Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura, el V Encuentro Poético Chile, Argentina y América de la Universidad del Bío-Bío, el XII Café Historiográfico-Literario de la UAZ y el II Congreso Regional de Estudiantes de Literatura; participante de la obra de teatro colectiva "Epifanía: un día más" del laboratorio de escritura por el Espacio Cultural Ciclista Recreativo, además de autora quincenal en "Bad Kids Magazine"; asistente a distintos congresos y a los cursos de especialización “Ensayo literario y filosofía en América Latina”, "Las formas de la poesía en México" y “Poetas Iberoamericanas Imprescindibles” del Espacio Cultural San Lázaro; “Cuerpo, enfermedad y biopolítica en la literatura latinoamericana del siglo XXI” por la UAG; "Repertorio Visual en proceso: artistas latinoamericanas contemporáneas" por La Librera Podcast; el Seminario-taller "Metodología Semiótica: Cuerpo, Publicidad y Ritos" por la UAZ/FELS; el IV Ciclo de Conferencias "Hermenéutica, moda y literatura" por la UAZ; el Simposio Internacional "El monstruo no mimético en las narradoras hispánicas (1980-2020)" por la UAA/UdeL; el III Foro de Estudios Humanísticos “Nuevos horizontes: florecimiento humano en la nueva normalidad” del ITESM y el Segundo Encuentro Internacional sobre Competencias Lingüística, Literaria y Digital "Educación y Violencia" de la UAZ, el "III Ciclo de Encuentros con las escritoras de lo Inquietante" por la UAH; certificaciones en "Liderazgo, Capacidad de Aprendizaje y Resiliencia" por la PUCRS y "Hablar en público eficazmente" por Aprendika; publicado en medios como “Revista Crítica - NTR Zacatecas”, “Poesía de Morras”, “Diablo Negro”, “Enpoli”, “Revista Trinando”, "Cósmica Fanzine" y parte de la antología "Haikus V" del concurso "Entre silabas anda el juego" de la editorial Diversidad Literaria; anteriormente mentora universitaria en áreas referentes a las humanidades, ciencias sociales, lingüística y literatura universal; con experiencia en corrección de estilo; principiante en el desarrollo de escritura creativa en cuento y poesía e interesada en ensayística y literatura contemporánea, narrativa y poesía latinoamericana, literatura gauchesca, escritura de mujeres, realismo fantástico, novela negra y teoría y crítica feminista.

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