Extraño cuando los problemas
sólo eran de amores turbulentos,
de esos que jalan y aprisionan,
amores que violentan, enloquecen y transgreden.
En lo más hondo del corazón,
tapada con carne y sutilezas,
aún está encendida una llama
que sólo se calma haciéndola más grande.
Extraño cuando los problemas
no requerían del uso de corbata o saco,
cuando no hacía falta saber tanto del mundo
porque lo tenía frente a mí. Sin perderlo de vista, sin saber que está hambriento.
Extraño el pasado.
Uno donde caminaba bajo la lluvia
o me acostaba en las banquetas a ver la gente pasar sin saber que un día sería como ellos.
Donde no lloraba por lo que se avecinaba
ni lamentaba lo que me dejó cicatrices.
Extraño pararme en la madrugada
a correr con Sonic o aventurarme a luchar contra Iori.
A ratos extraño estar sentado en los pupitres riendo, jugando,
platicando y gozando
en lugar de tomar apuntes de las materias.
Extraño recorrer aquellos peldaños que me trajeron aquí.
Sentir el frío del concreto de aquella banca donde lamentaba
que mis amores dejaban de serlo.
La vida era mejor cuando los problemas eran sólo de amores.
Por Arturo Aguilar Hernández
Licenciado en Letras. En 2012 recibió el Premio Municipal de la Juventud, en 2016 fue galardonado con un premio al folclor municipal de calaveritas literarias; en 2017, 2018 y 2019 ganó distintos concursos literarios en el sector empresarial, en 2020 obtuvo el tercer lugar en el concurso “Cuando la poesía nos alcance” categoría B. Ha escrito cuentos, poemas, ensayos y artículos de opinión en diversos suplementos culturales y revistas en línea como La Soldadera, Efecto Antabús, El Guardatextos, Revista Collhibri, Revista La Sílaba, El Reborujo Cultural, Palabra Herida, Cósmica Fanzine, Horizonte gris, Revista Redoma, Licor de Cuervo y El mechero.
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