Dentro de un viejo cajón, ese tan especial que construiste con tus manos se encerraba una historia.
En esas maderas también estaba tu vida ya que lo hacías con tu martillo, tus lijas, clavos y tu amor envuelto en aserrín.
Cuando quería escucharte y me veías llegar apagabas las máquinas porque el ruido del taller hacía que no nos pudiésemos comunicar.
Lo hacías ya lento, para iniciar nuestra charla habitual. Entre maderas y polvillo escuchaba tu palabra serena siempre inequívoca para mí.
Hoy volví a abrir tu cajón, donde brotó el olor a madera y música, donde los sonetos de tus partituras bailan anunciando tu creación de músico donde el clarinete suena con nítida melodía.
y entre las corcheas y semifusas escapan las letras de tus poemas que escribiste en tantas noches de desvelo.
Y allí están también tus distinciones, los escritos en los diarios halagando tu tarea, los recuerdos de tu querida escuela de música.
En un viejo cajón, está toda tu vida.
En un viejo cajón, se desangran las heridas de tu partida.

Por Raquel Manassali
(Entre Ríos, Argentina)
Profesora de Artes Visuales (jubilada). Actualmente ha participado de una gran variedad de Antologías y es miembro de un taller de escritura creativa “Taller Tallando Historias”.
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