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Diario


17 de enero del 2020

Apenas si recuerdo cómo inició, realmente no me di cuenta y ya estaba dentro en una situación que no tenía ni idea como resolver. Miguel era un gran hombre, me cuidaba desde hacía mucho tiempo, al pendiente de algunas de mis necesidades, pero siempre ausente.

Mis amigas llegaron a pensar que yo lo inventaba.

Me di cuenta de que Miguel me seguía y en ocasiones llegué a pensar que me había implantado un chip localizador o algo parecido,

–Suficiente paranoia. Me decía yo misma.

23 de febrero del 2020

Al principio me encantaba mirarlo, su sonrisa, su pecho, sus piernas perfectas como se dibujaban a través de su pantalón color café que tanto me gustaba; su aroma me conducía a un estado de éxtasis con solo percibir esos olores a menta, lavanda, jazmín y ámbar, me hechizaba su perfume, una mezcla que me tenía loca.

En realidad, ese hombre me fascinaba. Tenía su imagen cada segundo en mi mente y repasaba nuestras escenas una y otra vez como si fuera un gif. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera por él. Lo que fuera.

6 de abril del 2020

Miguel nunca entendió cuánto lo amaba, todo lo que llegó a significar para mí. De saberlo, no hubiera hecho lo que hizo.

Fue un despiadado, me estudio, el verme frágil, solitaria, presa fácil para cualquier persona calculadora, me hizo ser el objeto de todos sus peores sentimientos y acciones.

Aquel amor que sentí en algún momento por él se convirtió en dolor y coraje. Como alguien que dice amarte puede hacerte tanto daño, llevarte hasta el punto de que sientas que no tienes valor y convertirte en un ser gris que camina sin deseo de avanzar.

–¡Qué no te ame como tú quieres, no significa que no te ame! Me decía cuando me lastimaba; cuando discutía conmigo y se reía.

Me trataba como una tonta,

–Saqué buenas notas en la escuela, soy inteligente. Me repetía como un mantra.

Pero cuando la persona que amas te lo dice y lo repite tantas veces, comienzas a creer que es verdad.

20 de abril del 2020

Hoy fui a buscarlo para darle una sorpresa, lo espere en el muelle donde sabía que realizaría un trabajo de fotografía, imagine que me abrazaría feliz. Cuando llegué, lo vi caminar de la mano de una hermosa mujer, me oculté bajo de una escalera y pasaron junto a mí. Sentía como mi corazón se trituraba de dolor. Ahí me quedé un rato sin poder moverme.

Cuando nos vimos al dia siguiente le confronte y solo respondió:

–Algunas personas creen que son las únicas. Me dijo.

–¿Qué? Esa es la estupidez más grande que he escuchado en mi vida.

Y lo último que podía tolerar mi corazón.

27 de abril del 2020

Sus gustos por practicar cosas ocultas y su repentina violencia, me asustaba. Le dije que quería que termináramos, se molestó como nunca lo había visto antes.

–Tu eres mía, que no te das cuenta. Fueron sus palabras.

Sentí terror al escucharlo, supe que jamás me dejaría. Cuando peleábamos siempre me decía

–¿De dónde sacaste eso? a ti no se te pudo ocurrir

Entonces inventaba historias donde mis amigas me habían influenciado y él las culpaba de lo sucedido. Luego me prohibía verlas. Estaba sola para ese momento. No tenía a quien acudir.

18 de septiembre del 2020

No lo he visto por tres días. Ya no sé qué escribir. Estoy tan cansada, tan vacía. Honestamente espero no volver a verlo jamás.

Sigo con miedo, ya comprobé que él no tiene control de sus actos, no sabe cuándo detenerse. Hoy llamé a un amigo para que me ayudara a conseguir algo para defenderme, le inventé que era porque salía muy tarde del trabajo, me dijo que lo pensaría.

30 de diciembre del 2020

Olvidé que tenía llave de mi casa, cuando lo vi estaba en mi recamara,

–¿A qué vienes? Le dije.

Ya no quería verlo, ni responder sus mensajes, ya no me sentía segura a su lado. Sus burlas comenzaron a ser más hirientes, me estaba lastimando muy profundamente.

De pronto se me aproximó y quiso besarme, yo lo rechace y eso lo enfureció.

Comenzó a apretarme, él era más grande que yo, su estatura de 1.83 metros y yo 1.54 era una gran diferencia. Tuve que ceder, era lo único que podía hacer para salvarme en ese momento.

Solo deseaba que todo aquello terminara y no se diera cuenta que fingía que todo estaba bien. Se quedó dormido y aproveche para ir silenciosamente hasta mi closet. Para ese tiempo ya había logrado obtener una pistola. Esa sería la última vez que me haría daño.

No me di cuenta cuando él ya estaba tras de mí, se me abalanzó y me golpeo en la cara, solté el arma y él fue hasta donde caí para continuar con su trabajo, lastimándome; por un descuido me aventó sobre el lugar donde había quedado la pistola.

Con las últimas fuerzas que me quedaban la empuñe, no podía fallar, era mi oportunidad de escapar, de ser libre para siempre.

Así que sin dudarlo concentré en mi mano toda la fuerza que me quedaba y sin más, sin avisar, sin decir una frase, jale del gatillo.

Si estás leyendo mi diario es porque al fin, fui libre.

 

Por Mariana López


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