En uno de esos asentamientos establecidos en planetas lejanos durante la época de la colonización. Los exploradores en busca de recursos y nuevos horizontes han despertado fuerzas más allá de su comprensión. En el planeta Miranda 5, un mundo cubierto de océanos negros y montañas de cristal, la colonia establecida en ese planeta había prosperado, pero algo ocurría, algo empezó a acechar bajo la superficie. La antropóloga Ariadna Soria, una mujer racional, con los pies bien puestos sobre la tierra, llega a la colonia para investigar un extraño fenómeno reportado, por encargo de la central en la tierra: susurros inquietantes que se escuchan al caer la noche. Estos sonidos, que eran descritos como ecos en la oscuridad, habían comenzado a afectar la mente de los colonos, llevándolos a experimentar horribles pesadillas y alucinaciones durante el día. Pero lo que hizo más preocupante la situación fue la desaparición de algunos sin dejar rastro, y los pocos que han logrado reaparecer con la cordura perdida. Para Ariadna, desde el momento en que pone un pie en Miranda 5, empieza a sentir una presencia incómoda, como si algo la estuviera observando, aun en la ducha. El aire es denso y pesado, y los cielos eternamente nublados parecen transmitir una sensación de opresión.
La primera noche en la colonia, Ariadna escuchó los susurros cuando se disponía a cambiarse de ropa para ir a dormir. Al principio, parecían suaves, fáciles de ignorar, con una explicación lógica para la mente de Ariadna, seguramente podría haber sido el murmullo del viento a través de los árboles, pero a medida que pasaban las horas se intensificaban, transformándose en voces que parecen provenir de todas partes y ninguna a la vez. Estas voces no hablan en un lenguaje humano conocido, sino en un tono bajo y gutural que parece resonar directamente en su mente. Esto no la dejaba dormir, así que sale a caminar por la colonia. En su paseo nocturno va observando las sombras como parecen retorcerse y moverse a su alrededor, en un momento su mente trata de racionalizar, diciendo así mismo: "parece ser algún efecto visual de las luces…". En las calles desiertas, encuentra al Dr. Caleb Ward, el científico jefe de la colonia, quien también se siente perturbado por los susurros. Pero Caleb, siendo alguien que lleva más tiempo, está al borde de la paranoia. En el encuentro tienen un diálogo, en el cual advierte a Ariadna que no confíe en lo que ve, ni menos en lo que escucha. "Este lugar juega con tu mente", le dice con el miedo reflejado en sus ojos. Al día siguiente, después de una difícil noche, tratando de reconciliar el sueño, Ariadna se reúne con Tessa Lin, la líder de la colonia, para discutir los extraños acontecimientos. Tessa revela que varios colonos han sido atacados por criaturas desconocidas, descritas como sombras vivientes con ojos brillantes. Estas criaturas aparecen de la nada, atacando en la oscuridad y desaparecen sin dejar rastro. Los cuerpos de los atacados, cuando se encuentran, están desfigurados y vacíos, como si le hubieran drenado toda su esencia vital.
Decidida a descubrir la verdad, Ariadna organiza una expedición al interior del planeta, acompañada por Caleb, Tessa y un grupo de soldados coloniales. Según las indagaciones de Ariadna, todo comenzó con una expedición a las cuevas subterráneas del planeta, así que optó por comenzar ahí. La atmósfera en la medida que se desciende en lo profundo se vuelve más opresiva; llevado horas caminando se encuentran con montañas de cristal, y en ese momento, los susurros se vuelven más fuertes, casi insoportables. Y entonces descubren la caverna oculta, lo último reportado en la primera expedición. Dentro, encuentran antiguas estructuras alienígenas, cubiertas de símbolos que parecen moverse y cambian en la medida que el observador camina. En el centro de la caverna, un enorme monolito negro se alza, emanando una energía oscura que Ariadna puede sentir en su piel. A medida que se acercan al monolito, las sombras alrededor de ellos comienzan a tomar forma, materializándose en horribles criaturas hechas de oscuridad pura. Ariadna ata cabos y comprende: estas entidades, son los verdaderos habitantes de Miranda 5, son los responsables de los susurros y las pesadillas de los colonos, la locura. El monolito es un portal hacia una dimensión de puro terror, donde estas criaturas reinan.
Y es más, los susurros no son intentos de comunicación, sino advertencias. Las criaturas no piden ser liberadas de su prisión dimensional; son pesadillas vivientes que se alimentan del miedo y la desesperación.
La expedición, reunida en círculos, viendo con terror cómo estas criaturas que toman formas horribles, se prepara para atacarlos, y cuando estos seres actúan, el grupo se ve obligado a luchar por sus vidas. Los soldados coloniales, sacan sus ametralladoras, rifles, contratacando con furia a sus enemigos; caen uno por uno, devorados por las sombras. Tessa es capturada por una de las entidades y arrastrada hacia el monolito, desapareciendo en su oscuridad.
Caleb, al borde de la locura, intenta destruir el monolito golpeándolo, pero a pesar que le logra sacar una muesca, este se regenera rápidamente. Ariadna lo detiene y le dice con desesperación: "¡Destruir el monolito podría liberar más criaturas de ese universo, es un riesgo demasiado grande!". En lugar de eso, Caleb toma el lanzacohetes de uno de los soldados coloniales muertos y le dispara al techo de la caverna, provocando un derrumbe, sellándola, quedando atrapados junto con las entidades y el siniestro monolito para siempre.
En la desesperación, caen uno a uno de todos los miembros restantes de la expedición; la oscuridad comienza a cubrir la caverna sellada, en ese momento, Caleb y Ariadna se ven desesperados como los monstros los van rodeando hasta que las linternas de sus equipos se apagan lentamente.
En poco tiempo, la colonia intenta reconstruir sus vidas, después de reportar la desaparición de la última expedición. Sin embargo, una mujer de la colonia escucha un último susurro, más débil, casi imperceptible, pero suficiente para preguntarse:
¿El horror de Miranda 5 no ha terminado; solo ha sido contenido?.
Por Francisco Araya Pizarro
(Santiago de Chile, 1977)
Artista Digital, Diseñador Gráfico Web, Asesor en Marketing Digital y Community Manager para empresas privadas y ONGs asesoras de las Naciones Unidas, Crítico de Arte, Cine, Literatura, además de Investigador. Y Escritor de Ciencia Ficción
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