Había una vez un anciano cuyo nombre era Jacob Brown, y que vivía desde su juventud en una pequeña casa que él mismo había construido junto al panteón de su pueblo, y estaba ubicada en lo alto de una colina. Era un hombre amado y muy respetado por su amabilidad y generosidad, además de que se le conocía por su gran sapiencia, pero los vecinos de por ahí a menudo se preguntaban por qué vivía en soledad al lado del panteón y por qué nunca se había casado.
Un día el anciano enfermó de gravedad, y estando cercana ya la hora de su muerte, informo a sus familiares, así que su cuñada y su sobrino fueron a cuidarlo en sus últimos momentos y le aseguraron que estarían junto a él y le darían todo lo que necesitara. Especialmente su sobrino, quien no se separaba del anciano en ningún momento.
Un día, en que la ventana de la habitación estaba abierta, se coló un pequeño colibrí en el interior de la habitación. El sobrino del anciano intentó espantarlo en varias ocasiones, pero el colibrí siempre volvía al interior, y finalmente, lo dejó revolotear al lado del anciano.
Tras largo rato, el colibrí abandonó la habitación y el joven, curioso por su comportamiento y maravillado por su belleza, lo siguió. El pequeño colibrí voló hasta el panteón que existía al lado de la casa y se dirigió a una tumba, alrededor de la cual revolotearía hasta desaparecer. Aunque la tumba era muy antigua, estaba limpia y cuidada, rodeada de flores blancas frescas. Tras la desaparición del pequeño animal volador, el joven sobrino volvió a la casa con su tío, para descubrir que este había muerto.
El joven corrió a contarle a su madre lo sucedido, incluyendo el extraño comportamiento del colibrí, ante lo que la mujer sonrió y le contó toda la historia de Jacob Brown a su hijo y el motivo por el que el anciano había pasado su vida allí.
En su juventud, Jacob Brown conoció y se enamoró de una joven llamada Mary, con la cual iba a casarse. Sin embargo, pocos días antes del enlace la joven falleció. Ello sumió al viejo Jacob en la tristeza, de la que después de mucho tiempo conseguiría recuperarse. Pero sin embargo decidió que nunca se casaría, y fue entonces cuando construyó la casa al lado del panteón con el fin de poder visitar y cuidar todos los días la tumba de su amada.
El joven reflexionó y entendió quién era ese hermoso colibrí, y que ahora su tío Jacob Brown se había reunido al fin con su amada Mary.
Llegó un día en que la madre del joven murió y él recordó las últimas palabras de su madre:
“Hijo, ¿Recuerdas la historia de tu tío Jacob?, la vida es un entre abrir y cerrar de ojos, así que vive, respira, sueña y mantén la fe en todo lo que hagas, ese colibrí no fue casualidad y todo cambia hijo, todo pasa y en un futuro nada de lo que vivimos aquí y ahora volverá a ser igual. Arriésgate como ese colibrí en la habitación sin importar nada más, la vida es un camino en el que muchas personas nos acompañan, pero finalmente estamos solos y a nadie le importa cómo nos sentimos o lo que pensamos, sólo estás tú, te tienes a ti y todo lo que te rodea, todas las personas pasan por este mundo dejando huella para bien o para mal, sin embargo, sólo nos queda seguir”
El joven nunca olvidó las palabras de su madre, ni la historia de su tío Jacob con el colibrí de la habitación.
Por Estefanía Barrientos Trejo
Estudiante de Lengua y Literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Locutora en Radio Joven TLX para los programas de arte y cultura: "En Escena" y "Stand Musical". Columnista para la página de poesía y humanidades "Tríada Primate". Exponente de Artes Escénicas (teatro, música y danza) y Artes Visuales (cinematografía, video mapping). Ha cursado los talleres de Narrativa Literaria, Creación Literaria, Verso, teoría y praxis, y Dramaturgia. Ha colaborado en la realización de proyectos artísticos como realización de cortometrajes y festivales estatales. Entre las obras de teatro en las que ha participado se destacan: “Encuentro de dos culturas”, “Locos de amor” de Sam Shepard junto con la Compañía de Teatro "Tlaloque", y la puesta en escena “La casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca en el Centro de las Artes de Tlaxcala. Le apasiona la lectura, la escritura, la música y el deporte (principalmente el fútbol).
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