El tigre emprendió molesto el camino de regreso, luego de su entrevista con el león rey. Creyó que en esa ocasión sí podría convencerlo de dejar sin efecto el decreto que había anunciado años atrás, pero no fue así. El poderoso león, como siempre, no hizo más que repetir que todos debían ser comprensivos y solidarios con los demás. El tigre estaba harto de oír eso, al igual que la pantera y el jaguar, quienes acudieron a su amigo en busca de las novedades de su entrevista con el león. Ninguno se sorprendió al enterarse que este último se negó a retroceder con el decreto que ordenaba que los carnívoros más fuertes debían ceder parte de las presas que lograran cazar para los más débiles. En un inicio todos accedieron a colaborar temporalmente con los suyos más necesitados; sin embargo, el tiempo transcurría, y los carnívoros más débiles no hacían nada por intentar empezar a valerse por sí mismos. De repente comenzaron a exigir más, y el león rey los escuchó. Los más fuertes ya se veían obligados a entregar la mitad de su comida, por lo que acordaron hacer algo al respecto. Tenían crías que alimentar, y debían aplicar el doble de esfuerzo todos los días para poder hacerlo, debido a ese mandato que les sacaba lo que conseguían con tanto esfuerzo.
Ante la nueva negativa, los 3 felinos reunieron a la mayor cantidad de carnívoros que les fue posible y, esa noche, le dijeron al león rey que se rehusaban a seguir cazando mientras él no anulara su decreto. Pero, imaginando que se le podía llegar a presentar una eventualidad de ese tipo, éste profirió un grito y, en un segundo, se halló rodeado por los carnívoros "débiles" de su reino, los cuales no dudaron en atacar a los otros, dispuestos a todo para defender su estilo de vida, en la que no necesitaban mover un solo dedo para subsistir. La prolongación de la batalla hizo que el tigre y los suyos pusieran un alto a ésta, y se marcharan con resignación del lugar, mientras él monarca felicitaba a sus leales defensores por el buen trabajo.
—Es inútil —les dijo el tigre a sus camaradas—. Ellos ya tienen la fuerza suficiente para valerse por sí mismos, pero se acostumbraron a depender de alguien más para vivir. Este decreto los volvió mediocres, holgazanes y totalmente sumisos al rey para siempre. Tendremos que seguir viviendo bajo esta ley o irnos de este reino con nuestras familias, en busca de un lugar mejor para vivir.
Sus compañeros no podían estar más de acuerdo con aquellas palabras.
Por Eduardo Barragán Ardissino
(Mar del Plata, Argentina)
Nací, y vivo, en Mar del Plata, Argentina. Soy autor de cuatro libros digitales, disponibles en la app Pathbooks: “Una detective desconocida”, “La puerta”, “El juego del puente”, y “Los cíclopes araña invasores”. También de una novela (gratuita) disponible en la página myoriginalbooks: “El borde de la moneda”. Mis cuentos fueron seleccionados en distintas convocatorias, y están disponibles en diferentes páginas de internet.
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