Bet nació en el pueblo de Río Claro, un pueblito con apenas cuatro mil habitantes, este pueblo era antes conocido por su río hermoso y limpio, razón por la cual su nombre; desde cinco años atrás el pueblo tenía un nuevo orgullo, había llegado la fábrica de químicos Moderclin. Los habitantes estaban muy contentos porque a pesar del pequeño inconveniente en el rio, todos tenían nuevos empleos.
La gestación de Bet fue difícil, ya que su mamá tuvo complicaciones casi desde el primer mes de embarazo, los doctores no se explicaban bien porqué el embrión estaba tan propenso a soltarse, ya que la señora Carmen siempre había sido tan fuerte y saludable en sus otros cuatro embarazos.
Bet resultó ser la última hija de la señora Carmen y don Manuel. Desde su gestación se dieron cuenta que sería una niña que les causaría dolores de cabeza, en realidad nunca lograron crear una empatía con ella. La señora Carmen intentaba hacerle mimos como a sus demás hijos pero nunca encontraba respuesta de parte de Bet, al paso del tiempo su relación se volvió indiferente con toda su familia, a la niña no le gustaba jugar con nadie, prefería mecerse en el jardín y andar descalza, no soportó nunca la imposición del calzado, y por si fuera poco, jamás lograron sacarle una sola palabra, razón por la cual jamás la llevaron a la escuela como a sus demás hermanos, ni siquiera asistía al templo, pocas veces lo intentaron pero la niña hacia unos berrinches terribles apenas sonaban las campanas para llamar a misa, los vecinos decían que tenía al demonio dentro.
La gente del pueblo hablaba en susurros diciendo que la última niña de la señora Carmen y don Manuel, era “mongola”, siempre la señalaban diciéndose entre sí: ―¡Mira! Allí va Bet, “la mongola diabólica”―. Esto era causa de un sentimiento de vergüenza para toda su familia por lo cual decidieron esconderla en su casa.
A Bet por otro lado, todo esto le pasaba desapercibido, ella se entregaba cada día a su rutina de exploradora, saltaba la cerca del patio trasero y emprendía camino rumbo al potrero, echaba un vistazo largo y podía recordar todos los senderos de agua que ya había recorrido en sus anteriores incursiones, disfrutaba y sufría muchísimo el tiempo de lluvia, su quehacer aumentaba por supuesto porque descubría innumerables veneros. Su objetivo era lograr llegar al fin de cada hilo de agua, charco, presa o río natural que descubría y colocar finalmente el dedo índice.
En una ocasión, había llovido fuertemente por la noche, Bet había tenido un ataque de crisis por los truenos y porque los perros de don Manuel no dejaban de aullar. Bet decido partir temprano al día siguiente, logró seguir el hilo de agua más largo que podía recordar, por fin llegó al ojo y posó su dedo índice para terminar su tarea, pero de pronto el suelo la succionó, cayó lentamente por tres segundos, estaba tranquila, inerte, observó con calma aquel lugar, tocó el piso, estaba en una pequeña habitación, había un jardín, allí estaba la mini cascada, fuente de aquel caudal que seguía, caminó lento y puso su dedo índice. En aquella habitación había una mesa a su altura con papel y pinturas de distintos colores, decidida caminó hacia ella y comenzó la tarea. Ligeramente Bet movió la vista hacia la izquierda, había un espectro morado que la estaba acompañando, no sintió miedo, al contrario, en aquel lugar y con aquel espectro se sentía tranquila, aquel espectro la entendía y se comunicaban telepáticamente. Cada día Bet regresaba, podía pasar horas en aquel lugar interno, se concentraba intensamente en sus pinturas y conversaciones telepáticas, se necesitaba que algo llamara su atención para poder regresarla al exterior.
En aquella habitación solo había algo que inquietaba a Bet; una ventana que mostraba un abismo infinito, constantemente había tenido ganas de volcarse en ella.
Tras años transcurridos el nieto arquitecto de la tía abuela Bet heredó aquella casa vieja de rancho, su sorpresa fue descubrir en una maleta morada vieja, un conjunto de pinturas de lagunas, ríos y caudales sorprendentes, estaba fascinado, pero detrás de tanto talento no logro comprender porque lo hacían sentir un vacío tan profundo.
Por Lorena Jazmín Domínguez Reynoso
Nació en Guadalajara Jalisco el 9 de febrero de 1987, en 2006 es admitida para sus estudios superiores en el centro universitario CUCSH de ciencias sociales y humanidades de la universidad de Guadalajara para cursar la carrera de Filosofía. En 2011 ingresa al colegio Holístico de Occidente. Actualmente se desempeña como terapeuta alternativo, también disfruta de la lectura y la escritura de forma creativa.
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