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El eterno guardián

Casi nadie lo sabe, pero existe un mito sobre el desaparecido tesoro de Moctezuma. En su momento todos lo habían oído, todos temían a la posible existencia de La Bestia, pero el correr de los siglos provocó que este se convirtiera en un simple cuento que cada vez menos gente conocía. Uno de mis antepasados pertenecía a ese pequeño grupo de personas, y cada uno de sus descendientes se aseguró de compartir esta historia con la siguiente generación, consiguiendo así que el mito no muriera del todo.

Lo que se decía en aquella época era que, estuviese donde estuviese todo ese oro, nadie podría jamás ser su nuevo dueño, aunque lo encontraran, ya que estaba siendo custodiado por una criatura monstruosa a quien apodaban “La Bestia”. Algunos también le decían “El Guardián”, pero este último era el nombre que más se repetía para referirse a este ser. Nadie conocía su aspecto, y las historias para explicar su origen eran muchas, pero mis antepasados solo conocían dos de estas. Una decía que el monstruo era una especie de reencarnación del mismo Moctezuma, el cual volvió para proteger lo que una vez le perteneció en su otra vida. La segunda afirmaba que algún otro emperador lo creó, o lo convocó desde el mismísimo infierno, mediante magia negra, dándole el único propósito de proteger ese tesoro.

Pero no solo abundaban las discusiones respecto a si aquel guardián existía o no. Entre todos los que creían en su existencia, algunos alegaban que el preciado botín no iba a estar seguro por muchos años, pues el monstruo moriría inevitablemente, tarde o temprano, mientras que otros no podían concebir que esa criatura fuera un simple mortal, y los demás estaban convencidos de que, aunque muriera, sus restos sin vida continuarían con su labor eternamente, afirmando que algo como “El Guardián” no necesita un alma para vivir.

Relato todo esto por lo curioso que resulta que yo, casi la única persona en la actualidad que conoce este mito, haya sido también el que dio con la evidencia de que la historia es real. “El Guardián” existe. Antes de continuar, confesaré algo muy importante: yo fui uno de los que encontró el tesoro de Moctezuma, el que puso a la venta, desde el anonimato, ese tejo de oro en el programa “El precio de la historia”. Tal vez oyeron la noticia.

No les diré mi nombre, pero sí que los rumores son ciertos. En efecto, soy uno de los trabajadores del gobierno capitalino. Al igual que mis compañeros, hice mi hallazgo durante los trabajos de reforzamiento de la línea 2 del metro, en el subsuelo del centro histórico, pero a diferencia de ellos, yo no informé sobre mi hallazgo. Claro, ahora quisiera poder informar sobre el último que hice, pero no es así, nadie me creería una palabra, pues desapareció en cuanto desperté, y además me encontraba solo en ese momento.

Recuerdo que no podía creer mi buena suerte cuando di con aquel esqueleto. Todos los días trabajaba muy duro, con la esperanza de encontrar algo más valioso que la barra de oro, y por un segundo pensé que lo había conseguido. Hallé lo que parecía ser el esqueleto de una criatura humanoide de 3 metros de altura aproximadamente, con cabeza y cuernos de cabra, además de unas enormes garras.

Creí que era falso, una simple escultura, que quizás sería muy valiosa, hasta que lo toqué. En ese momento se movió.

Se incorporó y dirigió su mirada hacia mí (no tenía ojos, pero sentía su mirada). Traté de escapar y pedir ayuda, sin éxito alguno. Me alcanzó en un santiamén, y entonces me desmayé.

Fue uno de mis compañeros quien me despertó. Creo que el monstruo no me atacó porque yo no tenía ninguna pieza del tesoro en mi poder, a diferencia de todas esas personas que han muerto en circunstancias misteriosas estos últimos días.

Sí, sin lugar a dudas, él las mató.  Sus muerte son culpa mía, yo desperté a “La Bestia”, y ahora anda suelta, probablemente buscando a cada una de las piezas del tesoro y matando a quienes las tengan en su poder.

Aún me pregunto por qué sigo vivo. Tal vez me perdonó porque lo saqué de su tumba, pero creo que en realidad me salvé gracias a haber vendido esa barra de oro. Espero que nunca sepa que yo fui quien la desenterró, o vendrá por mí, para castigarme.

 

Por Eduardo Barragán Ardissino

(Mar del Plata, Argentina)

Soy autor de cuatro libros digitales, disponibles en la app Pathbooks: “Una detective desconocida”, “La puerta”, “El juego del puente”, y “Los cíclopes araña invasores”. También de una novela (gratuita) disponible en la página myoriginalbooks: “El borde de la moneda”. Y he escrito cuentos que fueron seleccionados en distintas convocatorias, por lo que están disponibles en diferentes páginas de internet, como YouTube (como audiocuentos), El Narratorio (parte de antologías) Revista Culturel, etc. También hay cuentos de mí autoría como parte de antologías en formato físico (Gold Editorial).

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