Tarde, un dia cualquiera, en una ciudad aislada por la codicia y los sueños, desperte pensando en ti y en la posibilidad de cumplir mi deseo.
Casi una hora imaginando el encuentro entre un hombre que nunca aspiró tenerme. Así pasan los días, las noches y sin darme cuenta han pasado casi cuatro años en los que ningún placer se posa en mi. Tic tac, tic tac cada minuto me quita la vida sin importar el destino, se que tu placer me dará aliento y tal vez un soplo de vida.
La universidad se torna oscura y un poco aburrida; sin embargo, todo tu olor recorre la entrada, la cafetería, los baños y cada esquina en donde se encuentra tu nombre. A Pesar de llevar un estilo tan único, ninguna persona se compara con tus rastas, tu ropa ancha y tu aroma a eternidad, tus ojos rojos camuflados en el saber delatan tu mágico placer.
Los gritos no se hacen esperar y la gente grita desesperada que publica la va a entregar, sin medir una palabra los asesinos esperan sigilosos la hora de actuar y entre la multitud su rostro se esconde. La capucha a tapado su rostro pero su olor es tan peculiar y agitado entre botellas y piedras busca defender la entrada a la universidad, algunos lloran por el gas y otros por las ex's, curioso es todo mezclado en un mundo sin gasolina y encerrados por el verde color que tanto aman.
Llevo esperando el momento durante años y hoy una herida se posa frente a mi, haciendo que su cuerpo corra hacia los baños para curarse. La desesperación le gana al éxtasis y la preocupación no controla el deseo,al entrar veo nombres en las paredes por todas partes y su pecho desnudo con sangre se tiñe, pero no hay lagrimas, ni dolor. Al tratar de curarlo sus manos sobre mi rostro, sus besos sobre mi pecho y un pantalon en medio desata la rebeldía y la poesía en medio del sexo.
El sudor se hace lluvia y las palabras se evaden, pero sus ojos oscuros se plasman en mi cintura llenandome de miel como un acto de amor, su sangre cae por mi boca mientras la distancia se hace corta una y otra y otra vez en cada abrazo, los gemidos no se hacen esperar y su mano con olor a polvora silencia mi placer y la fuerza se vuelve bruta, mientras mis ojos en la pared bendicen su nombre.
Se viste rapidamente y me deja sin decir nada, me deja su capucha y casi al salir me dice al oido que no se lo diga a nadie o eso entendi antes de morir. Morí de placer en una catarsis que acaba de empezar.
Por Carolina Bilbatua
(Ciudad de pasto, Nariño, Colombia, 2000)
Egresada del colegio María Goretti y actualmente estudiante de Lic. Filosofía y letras en la Universidad de Nariño.
Danzante y participante del carnaval de negros y blancos de pasto, apasionada por todo lo relacionado con el carnaval.
Promotora y creadora del primer congreso departamental juvenil de filosofía “ Villa Vicieuse” la ciudad de pasto.
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