El plebeyo y la reina & Negativismo

El plebeyo y la reina

I. ¡Salve aquella que hoy parte de mi vida y mi mundo! ¡Salve la sin corona cuyo andar presuroso fue sobre alfombras que tejieron mis manos para sus breves plantas, para sus breves pasos!

Partes hacia un mañana sin mi nombre y mis besos, parto a tu ausencia, herida de abandono y el mañana se muestra como todos los días uno más donde no serás el amor de mi vida; una mujer más, siendo recuerdo.

De ti se despiden aquellos campos marchitos que secaste con tu indiferencia, de ti parte al olvido tu nombre, séptima reina; tu reino, séptima musa, a quien idolatraré siempre con entrega absoluta.

II. Tu carreta halada por corceles cada uno representando de ti lo bueno y malo en fiel equilibrio llevan a la reina de endiosados aciertos y de errores humanos.

En tu huida, a tus espaldas, todo vuelve a la perpetua noche en la que me hallaste solo, perdido; trovador errante, volviéndote mi luz entre tinieblas, luna en madrugada nublada, sin estrellas volviéndote sueño, anuncio, algún presagio; alba naciente de las esperanzas de lo que nunca llegó por el destino.

A la sombra me dejas mírote tan perfecta de mi vida alejarte, inalcanzable como el idilio del nosotros, existiendo sólo en lo inefable de todo lo bello vivido hasta el momento.

III. Cuando todo se acabe y tu desfile de amor parta al olvido, mi vida volverá a ser como antes, con la eterna nostalgia pasajera, con el dolor del paso de los años.

Y así como fuiste tú, luz cegadora a mi razón que me llevó a perderte por tenerme, hallaré en mi corazón marchito esperanza que alumbrará futuro que al instante se acerca, más allá de deseos, sentimientos y carne.

Porque al no ser quizá como tú lo esperabas, vivo feliz mi mundo con virtudes y errores, aun dando traje de rey al plebeyo sin rumbo que perdió el camino por seguir a otra reina.

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Negativismo

Como resultado de todo ya todo da lo mismo:

El águila o el sol, el gato negro que pasa, la presagiosa escalera por la que cruzo abajo.

El trébol improbable, las horas espejo, los de perros todas las madrugadas.

Dará lo mismo entonces el pie surdo que toque al comenzar el día saliendo de la cama.

No importará ya cuántos dedos serán cruzados por manos conocidas apoyando una causa.

Ni el cigarro volteado en cajetilla nueva o si prende primero aquel que no forjó.

Será ya nada esto de las supersticiones porque al final del día siempre nos va a ir mal.

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Martín Aguirre Flores

(CDMX, 1998)

Poeta e intérprete autodidacta desde hace 10 años. Difusor cultural y presentador de eventos. Defensor del uso de los espacios públicos para el fomento de la libre expresión del arte y la cultura, apoyando su distribución y su desenvolvimiento con fines recreativos. Desde hace 8 años ejerce su labor artística y social como declamador en el centro de Coyoacán.