Gafas

Cuando era niña, todo brillaba, todo tenía tintes de una aventura nueva a cada instante, cuando crecí, me di cuenta que necesitaba gafas, pues lo que yo veía no era lo que la sociedad me decía que estaba ahí, me compraron unas gafas y me enseñaron a ver con ellas. Al principio fue difícil pues resultaba borroso, pero con los consejos de mi familia y la sociedad todo se fue aclarando, no con tonos brillantes, pero podía distinguir lo que me enseñaron.

Conforme crecí dejé de complicarme, y fui cambiando la graduación cuando la mayoría lo creía necesario.

Un día conocí a una señora que no usaba gafas, me llamó la atención. Al platicar con ella me di cuenta que me estorbaban un poco mis gafas, tuve que quitármelas varias veces para ver lo que ella me mostraba, me invitó a un círculo donde varias mujeres al igual que ella, no usaban gafas.

Durante charlas, café, inciensos, música y risas fui necesitando menos mis gafas, y recuperando mi vista. Ahora sé que mi vista no tenía defecto, fueron las gafas que se me impusieron los que me obligaron a ver en otros tonos, me siento lampareada, pero al igual que mis ojos se acostumbraron a la penumbra, espero que se acostumbren de nuevo a la luz.

---

Por Brenda Rosey