Unos débiles arpones de agua rompen afuera
Mi mirada, justo ahora, sobre el cristal en la madera
Los chillidos de los juncos eléctricos retando al metal
En cuanto a vida, en cuanto a filo para caer en el mal
Anuncian los peces que un ser óseo de penumbra alrededor
Los hizo por momentos tener de sus antepasados el hedor
Justo a su lado, huele a siglos y a distintas eras
Se ríen que huele a ternera
A mujeres, hombres, niños, fetos
Moscas, perros, monarquías e iglesias
Se ríen que huele a mi madre
a sus compañeros de cuarto
Se ríen que huela al seguro publico
Y a la farmacia más barata
Se mueren de risa al olerlo y descubrir que huele
A sus enemigos, pero de pronto lloran
Descubren que también huele a sus hijos, a ellos mismos
Mi reojo capta su pata entrando a la cabaña que tiembla
Vuelvo mi cabeza a la hoja, y siento su presencia, su sombra
Cubriendo el escritorio
Su pata se extiende, y mojada se posa sobre la primera página.
La obra está hecha.
Por José Leonardo Sotomayor Cabanillas
Nacido en la selva peruana en el pueblo de Tarapoto, San Martín. Es actualmente un estudiante de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la segunda mejor en Perú. Logró ingresar a la carrera de Literatura con 17 años. Su poesía se caracteriza por desarrollarse en el hogar con elementos violentos. Participó en la Antología Poética Caudal de Letras, organizada por el museo José Carlos Mariategui.
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