—Gran Consejo de Maestros, vengo a pedir su ayuda —Luego de exhalar su solicitud, el trabajador de la luz vital permaneció un momento en respetuoso y paciente silencio. Si con el amor que hablamos a lo divino tratáramos a todo.
El Consejo de Maestros está formado por una innumerable cantidad de ellos, todos siempre ocupados. Los que acuden siempre bastan y son los precisos.
Torque era el nombre del trabajador de la luz, en su dimensión es un nombre común, como Juan lo es en la del planeta Tierra. Juan, de hecho, significa -lo común- en la dimensión de Torque, y no es un nombre, es la idea de lo común, de que hay algo que siempre es, arriba o abajo, adentro o afuera. Hubo un traductor de esta idea, Leonardo DaVinci, pero su cerebro resultó demasiado juguetón, pintó entonces la idea en varios de sus cuadros en la figura de Juan. Y ahora, “la seña de Juan” que es un dedo índice señalando arriba, (como es arriba es abajo) es un misterio en la Tierra, y Juan, un simple nombre común, como Torque en su dimensión, donde tal fuerza es una de las muestras sagradas de las leyes del cosmos. Porque ahí tienen otro tipo de educación.
Torque cerró los ojos, expectante, respiró con sus pulmones de nada, expandió el llamado de su voz con la fuerza de su anhelo y los Maestros del Consejo fueron llegando, obligándole, con su resplandor, a abrir los transparentes párpados de su cuerpo astral.
Son ellos cuerpos de luz tan fuerte que es imposible adivinar su forma.
Su solicitud de ayuda era auténtica, se presentaron 4; un representante de la traición, un representante de la muerte, un representante del dogma y un representante de la sabiduría. Los que llegan, son siempre los que deben llegar.
La dimensión de Torque interdependía de otras, una de ellas, la de los humanos de la Tierra, el parecido entre ellas es grande, tanto que hay viajeros interdimesionales, pero tienen diferencias, el avance espiritual y filosófico de la dimensión de Torque provee de improntas de amor a varias dimensiones de su claustro dimensional. La sociedad de Torque estaba enfermando de apatía severa, por eso pedía ayuda, la luz vital que cada ser de su dimensión, y del claustro, porta se estaba debilitando, haciéndoles morir muy jóvenes y sin fuerza.
Las voces instaron con señorío:
—Habla, Torque.
Torque saludó con profundas reverencias a los maestros que se presentaron y luego inquirió:
—Maestro de la muerte, ¿por qué está pasando esto a mis hermanos?
—Evidentemente se ha roto el equilibrio —retumbó la respuesta en el interior de Torque.
Los maestros son telépatas, y su lenguaje es universal, el receptor lo escucha dentro de sí con su propia voz. En la Tierra han dado nombre a esta voz, la llaman intuición.
—Si falta el equilibrio, hay muerte, señal de que falta amor —interfirió el Maestro del dogma.
—No comprendo, Maestros —respondió muy apenado Torque, que es un líder en su dimensión— por milenios somos proveedores de amor a otras dimensiones, sabemos manejarlo bien y, sin embargo, últimamente, mis hermanos actúan confundidos y, es cierto, las demostraciones de amor han disminuido, supera la frialdad, por eso la debilidad, por eso mueren jóvenes.
—La muerte no existe —recordó el Maestro de la muerte— no preocupa que estén “muriendo”, pero sí que viven con menos calidad.
—Son los humanos, es mi injerencia —intervino el Maestro de la traición, se les ha permitido nuevamente demasiada experimentación sin uso de la sabiduría.
—¿Cuál es el error principal? —le preguntó el Maestro de la Sabiduría.
—Siguen sin entender bien la igualdad y lo que deben hacer para recuperar el agua y los recursos que esta genera. Pensaron que lo mejor era trabajar menos, en lugar de ponerse a producir su alimento directo de la Tierra sana, para trabajar menos y para consumir menos alimentos procesados, han pensado en trabajar menos tiempo para usar menos energías no renovables y agua. Esto llevó a varias reformas que incluyeron el fin del dolor menstrual y la incubación fetal fuera del cuerpo. Esto último, para igualar papeles laborales en los sexos. Han deseado igualar lo que sienten y viven. La pereza resultante se está comiendo sus ánimos, ya que siguen sin entender que necesitan de las artes para revivirlos. La pereza y la supuesta igualdad está mermando las relaciones de afecto, ya se había previsto y ya hay sabios trabajando en abrir los ojos, pero está siendo insuficiente. Por eso estoy aquí, el humano, sigue traicionándose a sí mismo.
—Y poniendo en riesgo al universo, como siempre. Es por todo el poder que tienen —concluyó el Maestro de la Sabiduría.
Torque no entendía, él sabía que su dimensión dotaba de amor a la Tierra, que la Tierra dependía de ella, pero no sabía que la Tierra pudiera afectar a su dimensión.
Su inquietud fue atendida por el Maestro del Dogma.
—El dar y el recibir es una ley universal. Es lo que nos conecta a todos, el sistema sanguíneo del universo, algo que nos iguala — sus voces no mostraban preocupación, como siempre, todo era de esperarse para ellos—, los humanos han vuelto a confundir la equidad, la igualdad y la justicia.
—Habrá que mandar ya la siguiente pandemia —mencionó seguro el Maestro de la muerte.
—¿Muerte para la muerte? —exclamó Torque.
—Muerte para la vida, no nos decepciones —respondió el maestro de la Traición, él sí, un poco exasperado. Su trabajo constante con los humanos le alejaba sin desearlo de la visión de otras dimensiones—. Entiendo por qué estoy aquí, —dijo después de empaparse en templanza.
—Hace veinte años de su última pandemia, —recordó Torque— aunque es cierto que fue ligera y que su enseñanza tuvo un efecto corto. En aquel momento se les recordó que lo que hace uno afecta a todos. El trabajo de amor social de las dimensiones del claustro estaba fallando. Las guerras ahora son más psicológicas y el humano retiene los aprendizajes muy poco tiempo.
—Así es, —confirmó el Maestro de la sabiduría— Las guerras con armas han sido impedidas hace tiempo, el centro de la Tierra no soportaría golpes nucleares.
—Te agradecemos, Torque —respondió afablemente el Maestro de la muerte— cuando comiences a notar los cambios, busca la templanza en tu pueblo.
Entonces Torque desapareció. Los Maestros quedaron y congregaron a espíritus humanos.
Llegaron 4,444, nadie se percibía entre sí. Cada una pensaba que estaba sola ante los Maestros. El 4 es masculino, ellas eran todas mujeres, el 4 impone estructura a la exuberancia creativa de lo femenino que es el 3. Los espíritus femeninos eran chamanas de todas partes del planeta Tierra.
El Maestro de la traición se fue, y vino el del dolor femenino, y todo quedó compensado otra vez.
—Una pandemia llegará, el mal será estomacal, por debilitar ese sistema con la ausencia del dolor menstrual y del trabajo de parto, por olvidar que todo lo que sana es natural. Tú y otras chamanas serán las sabias en este momento crucial, para que el ser humano no olvide que en la diferencia de sexos se cumple la sagrada ley del dar y recibir. La muerte les volverá a recordar en donde es que todos son iguales. Esto significará mayor sabiduría, de lo que también se encargarán al volver a la medicina natural y el cultivo de una sana alimentación.
Habiendo comunicado esto los Maestros, las chamanas volvieron a la Tierra y los 4 Maestros sonrieron ante un Gracias multidimensional que alcanzó todo lo que existe. Un grito Cósmico. Era el Sagrado Femenino hablando en la voz de Gaia, Pachamama, la Madre Tierra.
Por Marcela Gutiérrez Bravo
Novelista, ensayista, poeta y traductora. Ha publicado 9 libros principalmente con temas filosóficos. Propietaria de una librería anticuaria.
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