El olor del copal me invita, me seduce, me cautiva, me salva. En las figuras del humo fortuito se refleja mi alma llena de toxinas.
Te miro silenciosa mientras acomodas en el altar las flores de cempasúchil, sus pétalos naranjas contrastan con el gris del resto del mundo.
Me miras, te miro y con solo esa mirada nos besamos al alma. Sé que aun los monstruos de tu pasado te persiguen, sé que lloras por las noches y que no puedo evitar que tus lágrimas manchen la almohada, tú sabes que daría mi vida por poder hacerlo. Yo también lloraba, en silencio, junto a ti, mientras te pedía que no lloraras más pues cada lamento era un puñal en el alma.
Ahora te miro, lívida, desgastada, con el sueño perdido, mientras depositas en el altar un plato del más delicioso mole que jamás probare. Veladoras, tequila, carnitas, naranjas, manzanas y pan de muerto relleno de chocolate, del que más me gusta. Olores y sabores se conjugan junto a una foto manchada por el llanto y la tristeza, una foto que arrugaste mil veces contra tu pecho, una imagen que simbolizaba tu recuerdo más bello.
La noche llega silenciosa trayendo en ese día tan especial el sollozo de los muertos que han salido de sus tumbas para visitar a sus seres queridos. La Catrina y la Llorona ríen juntas, los muertos están de fiesta, este no es un momento para recordar la congoja, es un día de fiesta, de felicidad; hoy los caídos se nos unen, hoy el pasado y el presente se fusionan en uno solo.
Algo me llamaba al frente de la ofrenda, no sé si era la luz o el color lo que me convocaba, entonces grite tu nombre con todas mis fuerzas, lo escuchaste y corriste en mi encuentro.
Me encontraste transparente, igual que hacía seis meces cuando morí en aquel accidente de tráfico.
-Siempre estaré a tu lado- me apresure a decir cuando sentí las primeras luces del alba asomarse por el horizonte. -Te amo hoy, mañana y siempre, estaré a tu lado para hacer tu sueño tranquilo y espantar a las pesadillas. Y aunque me duela quiero que te vuelvas a enamorar, que conozcas a alguien que te cuide como yo no pude hacerlo. ¿Qué hubiera pasado si hoy estuvieras a mi lado? No lo sé pero sé que te abrazaría y te diría un millón de veces lo mucho que te amo.
Jamás lo olvides estaré a tu lado…
En silencio…
Pero estaré.
“Dicen que no tengo duelo. Llorona, porque no me ven llorar
Dicen que no tengo duelo, ¡Ay! Llorona, porque no me ven llorar
Hay muertos que no hacen ruido, Llorona, y es más grande su pesar
Hay muertos que no hacen ruido, ¡Ay! Llorona, y es más grande su pesar
Por Fernando Mérida
Docente por profesión, escritor por pasión. Ha publicado escritos y poemas en revistas de difusión cultural como “caravana” y “micro ficciones”, ganador del 2 do lugar del concurso de poesía “Chimalhuacán, A la orilla del lago”. Se destaca por su escritura donde representa la vida en México, sus tradiciones, el comportamiento de los hombres y su destino; inspirado por las letras de Hemingway y García Marquez.
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