Con toda la incertidumbre expuesta en este año «soñar» se convirtió en un espacio habitable; donde lo imprevisible cesa al despertar, y da la apertura a un apropiamiento de esa experiencia. Posibilitando que lo onírico siga siendo la muestra de las pulsiones y los silencios aplacados por la misma estructura sistémica.
En medio de tantas sensaciones y vaivenes es necesario escuchar ese estado alterno para volver a conectar con nuestra raíz. Vibrar con la espiritualidad de nuestro inconsciente- emanar- y así retomar un camino hacia la regulación emocional-afectiva.
Este relato es producto de un sueño; transita entre lo –real- y fantasioso, evocando sentires represados. La espiritualidad se encuentra volcada en lo animal, el nudo desconcierto se resuelve en la práctica cotidiana… ahí comienza la búsqueda.
Sin más…
Internado en el bosque me engulle una sensación,
perseguido y cada vez más pesado sigo corriendo de un algo,
Sin embargo, estoy seguro, debo continuar.
-Agitado-
A lo lejos diviso una sombra, o la ilusión de una mancha; mientras me acerco -quizás por torpeza del cansancio o ansia de la curiosidad- me topo de golpe con la tenue mácula. Aclarándose, poco a poco toma aliento y de ella emerge un Oso; este se sorprende con mi presencia- o eso evoca- se levanta en sus patas traseras, más allá de un saludo, se predispone a atacar.
-Pavor-
Regreso por mi camino; sintiendo a cada paso la irregularidad del terreno, cada latido retumba en mi interior- estoy vivo-
-Suspiro-
No siento el gruñido pesado en mi cuello, debo descansar un poco; encuentro unos matorrales donde tomo un respiro…
¿Qué acaba de suceder?
En ese instante se retuerce el estómago, cercano a mí está un Cocodrilo. Él me ha sentido, sigue a la expectativa del siguiente movimiento, analiza mi respiración; siento como se apodera del momento- el escenario es todo suyo- y me empuja a tomar una decisión.
-Ansioso-
Continúo en los matorrales, pero vuelvo a ser presa de la angustia al ver aquel oso. Sin darme ocasión de anticipar un movimiento; observo como las dos bestias empiezan una gran disputa- en medio- los zarpazos y mordiscos se transforman en quejidos y gruñidos; fundiéndose en dos borrones…se deshacen hasta ser uno
-Calma-
***
Con la garganta seca, los músculos de las piernas quemándome y la sensación pesada en cada latido; sigo corriendo, no puedo pensar en nada más pero…
-estoy perdido;
-Desesperación-
Vuelvo al mismo bosque y en lo profundo me encuentro la figura del cocodrilo. Un recuerdo inunda mi ser y cual gota en un estanque.
-sisea-
En la sombra de un árbol diviso paulatinamente la figura de una Culebra -se mueve hacia el cocodrilo- cada movimiento es una pieza elegante del ser, su rastro hipnótico me distrae de tal enormidad –lo engulle-.
-Soledad-
Me despierto en mi habitación, la luz invasora colándose me avisa que es más de mediodía; salgo y por la ventana veo como un par de Mapaches alados van saltando por los tejados de las casas, llegando a la mía.
-Bailan-
…descienden hasta llegar al suelo con movimientos sutiles -escucho- fuertes exhalaciones (…) son conscientes de la presencia de cada individuo… diviso el panorama y veo la armonía de sus cuerpos hechos masa.
Su llegada anunció el ascenso de la noche y el retorno al bosque.
Por JANU
La escritura para mí, sirve como un proceso, donde los detalles de la rutina cobran sentido.
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