Era una noche sombría, llovía a cántaros y a duras penas mis padres y yo logramos llegar a nuestro destino, Kuajtla el alto, el pueblo donde mi abuelo residía.
Un pueblo rodeado por montañas y grandes árboles de hojas verdes que se mantenían en un zangoloteo constante por el aire frío que se impactaba en ellas, provocando ese sonido característico de las hojas al rozarse entre sí en cada zangoloteo.
El clima en este sitio era terrible, y el ambiente era tenebroso; sobre todo porque la casa de mi tata estaba cercano al bosque, así que por las noches se podían escuchar los aullidos de los coyotes desde las montañas y los grillos alrededor de la casa, pero a pesar de ello disfrutaba pasar el tiempo con mi abuelo, le ayudaba a cosechar las moras de su parcela e íbamos por la leña en las noches, en cada camino mi abuelo tenía una historia del pueblo que contarme, su favorita para contar es la de la bruja de las grutas.
Se dice que baja de las grutas por la noche cuando se encuentra hambrienta, baja de las montañas como sí fuese una bola de fuego, que, desde el bosque, se ve como una simple brasa grande que sale disparada de las montañas y que cae en el bosque. Una vez ahí, la bruja atraviesa el bosque corriendo veloz que apenas y se le ve la sombra, pero se puede saber con exactitud que ha pasado la bruja de las grutas, pues los coyotes lanzan sus aullidos petrificados como si resintieran la maldad de la bruja, y las ráfagas de viento se ponen agresivas, con aquellas señales los habitantes del pueblo se preparan, se encierran bien, y ponen unas tijeras bien filosas y abiertas en la entrada de su casa para que la bruja no se acerque a la casa, claro que hay personas escépticas, y no hacen por poner las tijeras, por lo que la bruja lo toma como un reto, entra a la casa como una sombra y si hay bebés en casa, toma al bebé y cuando está por un lugar lejano a la casa, tomar su forma, y se devora al bebé de un solo bocado, en el caso de los niños, se los monta en su lomo y pega la carrera de nuevo a las montañas, donde se mete a una de sus grutas a comérselo por pedazos, los adultos tampoco se salvan, le encanta torturar a escépticos y a quién pise sus grutas.
Y a decir verdad yo me mostraba escéptico ante la historia de la bruja, pues parecía ser una simple leyenda para asustar a los niños, y aunque yo era uno, me sentía muy listo para caer en esas trampas que implementaban los adultos para prohibir cosas; sin embargo tenía curiosidad de subir a las montañas para admirar las grutas.
Una noche mientras recolectábamos la leña, miré hacía las montañas y le conté a mi abuelo de la curiosidad que tenía por escalarlas y explorar las grutas, mi abuelo me dijo que eso era una locura, pues a la bruja no le gusta que entren a sus grutas, y que aunque en el día se encuentra dormida, cuando despierte olería mi aroma e iría por mí para devorarme parte por parte con sus afiliados y mal aseados dientes, con su respuesta creí que lo decía solo para meterme miedo y que no intentara subir, así que le pregunté.
-¿Entonces ni siquiera un adulto ha subido ahí, tata?, No creo que la bruja pueda comerse a un adulto, sería mucho para ella.
El me miró de forma seria y dió pie a su respuesta contándome una anécdota propia:
Cuando yo era joven, un amigo y yo decidimos subir a las grutas por curiosidad, así como tú, también éramos escépticos a la existencia de la bruja, cuando llegamos habían huesos por doquier y el olor era pútrido; pero en realidad no logramos verla, debió estar dormida en la parte más profunda de la gruta, o también pudo estarnos observando, reservándose a atacarnos porque era de día, nosotros terminamos saliendo de la gruta por el terrible olor, y a pesar de que vimos los huesos, seguimos siendo escépticos a la leyenda, le sacamos mil razones lógicas de porque habían huesos en las grutas, y nos fuimos del bosque riéndonos y burlándonos de la leyenda, al otro día en la madrugada fui a buscar a mi amigo Luis, y supe que estaba desaparecido, todo el pueblo y sobre todo yo lo anduvimos buscando por días hasta que lo encontramos colgado en un árbol en el monte, pude ver en su cara el verdadero pánico y la desesperación por zafarse, ni siquiera se le quitó cuando lo enterramos, ni por más que intentamos, ese mismo día del entierro de Luis, cuando cayó la noche, un estruendo que se escuchó en mi techo, me despertó, el viento se escuchaba temible y los coyotes aullaban desesperados y de pronto escuché el sonido de la puerta principal abrirse, y unas pisadas bruscas que se acercaban y que hacían crujir el suelo viejo de madera, unas respiraciones profundas acompañados de olfateos.
Yo estaba petrificado, pero cempasúchil me armó de valor, él estaba en silencio mirando a la puerta fijamente, a pesar de que era un perro de caza nunca lo había visto tan concentrado, por otro lado yo tragué saliva y tomé el alcanfor que tenía cuando me enfermaba y me lo comencé a echar por el cuerpo, y agarré al cempasúchil de la correa, la bruja ya se encontraba en el segundo piso, lo sabía porque escuché el crujir de las escaleras cuando subió, y se había detenido en medio del corredor tratando de olerme para saber dónde estaba, aproveché para irme atrás de la puerta con el cempasúchil y que abro la puerta soltando al cempasúchil de la correa; él salió como de rayo ladrándole a la bruja y lanzándosele a mordidas, no le tomó más que saltar por el barandal de las escaleras e irse corriendo como alma que lleva el diablo, yo por la rendija de la puerta alcancé a divisarla, tenía los ojos rojos como el mismito diablo, una nariz picuda y unas que otras greñas y toda ella era de color negro como si estuviera quemada, así mismito como el carbón, desde aquel día no deje de untarme alcanfor y siempre tuve al cempasúchil a mi lado, hasta que me cambié de lugar cuando conocí a tu abuela, pero nunca dejé de olvidar sus ojos, siempre los veo en mis pesadillas, yo sé que la bruja me divisó, y también sé que algún día volverá por mí, no lo hace ahora por que me tiene sufriendo en la incertidumbre de su regreso.
Al escuchar a mi abuelo quedé petrificado, no tanto por la historia, si no por ver el miedo en sus ojos, y comencé a sentirme muy incómodo al respecto, no sabía que decirle a mi abuelo y como si nada los coyotes soltaron sus aullidos, eso me tomó por sorpresa y mi cuerpo se sacudió del puro susto, mi abuelo inmediatamente miró hacía las montañas y se miró a la bola del fuego salir de las grutas, mi abuelo me miró y me dijo :
-Toño, mijo, váyase despacito y póngase detrás de los arbustos y quédate quietecito.
-Sí tata.
Como me lo indicó mi abuelo, yo me fui detrás del arbusto, y ya estando ahí, vi como mi abuelo se escondió atrás de un árbol y unos arbustos, y de pronto un gran estruendo se escuchó frente a nosotros. Tan fuerte fue aquel estruendo que me quedé sordo por varios segundos, y entre las hojas pude observar a ese horrible ser, sus ojos brillaban, parecían focos, yo no lo sentía pero estaba temblando, no podía creer lo que estaba viendo, ella miró hacia el arbusto dónde estaba, y fue olfateando, iba a encontrarme, seguro ya había olido mi miedo, así que quise pensar en algo bonito, pero mi mente no podía sacar la imagen de ese horrible ser, así que para que no distinguiera mi aroma, agarré unas hojas y las aplasté cuidadosamente para que liberaran su jugo y me lo empecé a untar, no pensé que fuera a funcionar, sorprendente ella sólo emprendió su marcha hacía el pueblo, no era mentira que se iba rápido de una manera descomunal, muchos afirmaban haberla visto correr pero en realidad solo vuela, mientras lo hizo pude sentir el aire frío recorrer mi cuerpo, yo esta bien engarrotado por el susto, al final mi abuelo fue hasta los arbustos por mí y nos fuimos a la casa, durante el camino nadie dijo nada, y al llegar tratamos de no hablar del asunto, lo que había sucedido me había facilitado despedirme de mi abuelo y regresar a la ciudad.
Durante esa noche estuve bastante intranquilo, no podía dormir por más que quería, y en eso de las 3:00 de la madrugada escuché los ladridos de cempasúchil, parecía que el perrito había olido a la bruja y salió a proteger la casa; se escuchaban que peleaba con algo y luego simplemente escuché que cempasúchil liberó un chillido y después de eso no lo escuché más, al parecer mi abuelo también lo escuchó y salió de su habitación con una escopeta, yo decidí ir para ayudarle a mi abuelo, él me hizo señas de que me fuera, y yo le negué con la cabeza, pronto escuchamos como algo se había trepado al techo y ambos salimos a ver, ahí estaba otra vez, arriba del techo, pude ver sus terroríficos ojos mirándonos fijamente, además de que nos sonrió de una manera perversa, con sus grandes y filosos dientes manchados de lo que parecía ser sangre, y cempasúchil yacía frente a nosotros, muerto, mi abuelo sin pensarlo le disparó sin tener resultados, pues la bruja se escapó saltando hacía un árbol, en eso mi abuelo le volvió a disparar cuando estaba a punto de saltar a otro árbol, está vez no falló, le dio perfectamente, la bruja grito de agonía. Un grito agudo que me puso los pelos de punta, de recordarlo vuelvo a tener esa sensación que no puedo describirles, yo miré asustado a mi abuelo, él sólo me abrazó y luego entramos a la casa, yo temía por el bienestar de mi abuelo, por segunda vez mi abuelo la había enfrentado, yo le pedí que se fuera con nosotros, él me respondió que no me preocupara, que estaría bien…Mintió, a penas regresé a la ciudad volví a regresar a ese horrible pueblo; dos días después de habernos ido, mi abuelo falleció; lo encontraron en su cama con una cara petrificada de horror, con las uñas clavadas al colchón, según los doctores tuvo un paro cardiorrespiratorio, pero yo sé exactamente qué fue obra de la bruja, lo sé, porque luego del velorio, mientras estaba en mi habitación, escuché a los coyotes aullar, miré por la ventana y ahí estaba, a lo lejos, mirando fijamente a la ventana con una sonrisa sombría, yo sé que está esperando el momento perfecto para venir por mí, no será ahora… Ahora solo quiere verme sufrir de miedo.
Por Tatiana López Mendoza
Nací el 8 de septiembre del 2003, en el Estado de México, tengo 18 años y recientemente entré a la universidad para estudiar la carrera de criminología, por lo que escribir es un pasatiempo. Soy una escritora novata, como tal no tengo ninguna experiencia, no tengo una novela o un cuento terminado, tampoco he participado en convocatorias como estas; sin embargo en mi vida como estudiante siempre fui felicitada por las buenas historias y canciones que hacía en los proyectos.
Siempre he sido una chica muy imaginativa, así que al darme cuenta que me divertía al imaginarme las historias o las canciones, y además escribirlas, decidí empezar a hacerlo por gusto, la primera vez que escribí para un público, fue en un grupo de Facebook, y fue bien recibido, pero simplemente no continué, intenté escribir algunas novelas en wattpad, pero al no agradarme las descarté por falta de emoción.
Hoy en día tengo varias ideas de las que estoy entusiasta por comenzar a escribirlas.
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