Catalina Castallon era una mujer que vivía con comodidad e independencia. Siempre conservo su cuerpo mediano abultado; que adornaba con las mejores telas de bellos pliegues y suaves colores a los que acompañaba con un bastón de mango dorado –“Un bastón te hace distinguido”- solía decir. Había vivido y trabajado en Europa; pero siempre teniendo su corazón en Azul; la ciudad que la vio nacer.
Adonde fuera no pasaba desapercibida. De niña recibió una buena crianza por parte de su padre y sus tías paternas; de los que oculto siempre sus abrumadoras preguntas por un recuerdo recurrente a ella, el de una madre fugitiva; codiciosa y descarada.
La enviaron a estudiar a la Escuela Normal “Bernardino Rivadavia” donde curso primario y secundario; recibiéndose de maestra titulo que abría las puertas al ámbito laboral y cultural; lugares en ese momento manejado por hombres, sin embargo; la señorita Castallon solo era feliz en la cocina.
Adoraba cocinar. Para ella era un juego el mezclar lo dulce con lo salado; las carnes y los picantes; con ella el mobiliario culinario desprendía los olores más variados; hacia que el aire celebrara la vida y hasta llegara al llanto de sabrosa emoción con los olores que desprendían las hornallas.
Su padre; Severino Castallon , puso todo su desvelo por esa hija no deseada por la madre pero que fue muy amada por todos en su hogar; Catalina por su parte cuido de su progenitor hasta el final de sus días. El domingo 23 de octubre de 1932; día en que se inauguraba la Agrupación Artística Mana en Azul, fallecía don Castallon; fecha que Catalina siempre recordaría relacionándola con los poemas de Alfredo Rafaelli.
Ahora Catita; como la apodaban sus amigas, se vislumbraba como una rica solterona que coleccionaba recetas de comidas para elaborarlas más deliciosas; sin incurrir en la “olla podrida” como solía llamar a la cocción de pucheros; guisos o milanesas con puré. Tenía 24 anos.
Desde la adolescencia Catita era el confesionario de sus pocas allegadas, era la que aconsejaba en las relaciones peligrosa del amor y oficiaba de “Celestina” si algún incauto pretendiente se lo pedía, pero también fue; la que avergonzó en público alguna vez a un “filo” avivado que solo pretendía su ternura carnal; la de su dinero y no la de su corazón.
Con su padre fallecido Catalina no tenía obligaciones impostergables por lo que decidió cumplir su anhelo; estudiar cocina en Francia país al que llego el mismo día en que a pocos kilómetros Adolfo Hitler era nombrado Canciller alemán. Asi comenzó su época en la prestigiosa escuela gastronómica Lecodou Bleu en Paris donde estudio para chef aprendiendo mas sobre el arte culinario; sobre todo de la profesora Vieille Flaindre; conocida por su exigencia excesiva; casi despótica, la misma docente que en una colación de grados se “desgracio” en pleno acto. Aun hoy se recuerda el olor que dejo en la sala. En esos tiempos Catita llego a trabar amistad con Colette; con quien camino muchas tardes por el Paláis-Royal. Vio el comienzo de una guerra histórica mientras elaboraba platos exquisitos entre vajillas de plata, servilletas inmaculadas y vasos relucientes; clásicos en el lugar de estudio. A pesar de sentirse feliz, no podía evitar dialogar con el silencio por las noches en el aposento en el que vivía sola; respirando deseos por un hombre que siempre estaba en sus pensamientos. El, en Azul y ella en Paris y el reloj que no detenía su lenta maratón.
Recibida de Chef; pronto fue solicitada por varios restaurantes y casas distinguidas de comidas; lo que la llevo a recorrer toda Europa conociendo los mejores mesones y cantinas así como personas importantes de la política y del jet set. Asistió en Italia al estreno de “La strada” de Fellini; donde Anthony Quinn y Guilietta Massina luchaban por su amor en “la calle”; en Francia vio la aparición de las minifaldas inventadas por Courregess, prendas de vestir que horrorizaban a las mujeres honestas como ella que suspiraban por el auge de la línea Pret a Porter y se divirtió mucho en Madrid viendo por televisión el programa “Cada miércoles un problema”; el original sesentoso del Show que nosotros vemos hoy. También hubo noticias muy sorprendentes por esos días; como la del famoso prestidigitador; el “Mago sin Precedente”, conspicuo escapista e ilusionista; afamado mujeriego que encantaba con sus fantasías y que sufrió un ataque de nervios mientras practicaba un truco; según dijeron los periódicos. No menos mencionado que la muerte de aquella mujer-La Fillette Jolie como le decían-que se envolvía en resplandores de luces por su actuación en el Vodevil y que los espectadores-en su mayoría hombres-se apretujaban en la sala del teatro sobre la calle Duque del Alba solo para verla en su comedia picaresca. La mujer falleció tras comer un plato de molusco en su habitación del hotel Palacio del Retiro; el que está enfrente al parque cercano al Paseo del Recoleto. Otra primicia fue el caso de la cuarta kadin (esposa) del sultán Al- Finniq- Quitar; mujer demandante y celosa, que falleció en una playa de Niza a causa del veneno de una mamba negra. Pero estas noticias de la farándula duraron poco; pasaron rápido al olvido en un continente que por el final de la Guerra trataba de levantarse de entre sus ruinas.
Quizás ante este panorama es que Catita decide regresar a su terruño. Cuando arribo a Azul casi no hubo dejado caer su maleta de viaje sobre el gastado piso de madera de su casona paterna sobre la Avenida Mitre; que para evitar que los viejos vecinos comentaran su imprevisto regreso puso el caserón en venta y adquirió el quinto piso “A” del edificio Marchicio; un complejo de departamentos inaugurados en 1961 debajo de la farmacia del mismo nombre que funcionaba desde 1913 y famosa por sus “cadetes alados”-les decían así porque llegaban rápido; nada mas-edificio ubicado haciendo cruz con una de la esquinas de la Plaza San Martin.
Desde su regreso, además de cocinar disfrutaba de salidas con matrimonios amigos y allegados como esta noche; que al regresar al departamento y mientras se secaba sus zapatos Vintage con correas; fue sorprendida por el sonido del teléfono. Al atender el llamado una voz que se oía doliente y asustada le dio una noticia fúnebre; Catita solo hizo una pregunta “-Alfredo; como se encuentra?-“.
El hombre alto; vistiendo un pijama color celeste, salió de la puerta de su gran casa como si lo persiguiera un fantasma
-¡Esta muerta; está muerta…ayuda; por favor…ayúdenme...! gritaba en la vereda. Domingo Arbideras que pasaba por la calle se bajo de su bicicleta y puso su mano sobre el hombro del tipo que gesticulaba hacia la casa mientras los músculos de su cuerpo mostraban terror
-Cálmese por favor; soy policía, dígame que paso-inquirió Domingo cuando el hombre de pijama y desordenado pelo canoso casi cae en la vereda al debilitarse sus rodillas.
-¡Esta muerta; mi esposa está muerta!-grito el hombre, Domingo lo tomo de los brazos y lo acerco a su cuerpo y en ese momento percibió un olor que él conocía bien. En el poco tiempo en que Arbideras habiendo salido de la escuela “Juan Busetich” y ahora trabajando como policía había aprendido a detectar el aroma de la gente poderosa; de los que tienen dinero o cargos importantes como hoy; este hombre delgado y de pijama celeste.
-Tranquilo; por favor, dígame donde está el teléfono en la casa que voy a llamar a la Comisaria-le pidió Domingo al hombre.
Algunos vecinos comenzaron a salir de las casas contiguas por el alboroto. Una mujer mayor de ruleros y fina bata se acerco al hombre en pijamas
-Que paso Alfredo?- pregunto asustada ante la situación
-Señora por favor; conténgalo un momento, soy policía quiero revisar el lugar y llamar a la comisaria-le dijo el oficial a la mujer.
Domingo Arbideras pronto encontró el teléfono y llamo a la seccional; después recorrió la casa y descubrió el cadáver en el lecho matrimonial de una gran habitación; notando un olor dulce; muy suave en el ambiente. Pensaba en que sustancias podían oler de ese modo cuando escucho voces fuertes y con autoridad que provenían de la calle. Un patrullero había llegado.
-El marido dijo que tiene que levantarse a orinar tres veces por noche y en una de esas levantadas noto que no respiraba su mujer-anuncio el Jefe de investigaciones.
-De todos modos no demuestra que no es culpable-afirmo el Comisario-mira que si se levanto antes, prendió la luz, hizo algún ruido, no se va a fijar si despertó a quien duerme a su lado
-No, si sabe que tomo pastillas para dormir-dijo el médico forense-hable con el médico personal de la difunta; la señora Lorens Pozzo y me conto que hace un tiempo que ingiere un calmante para descansar-sonriendo explico-y por la droga que usa, con media, solo con media pastilla si se cayera una pared de la habitación no despertaría-.
-Hay que investigar de todos modos, esto de “muerte natural” no me cierra, pero lo que averigüen; con mucho cuidado, estos viejos forman parte del Rotary; ese club que se formo el año pasado y además por lo que se dice están muy conectados con el ejercito; dos o tres veces a la semana cenan con el jefe del cuartel y esas cosas-afirmo con marcado di justo el Comisario- quien fue el primero que llego a la escena?-pregunto
-El oficial Domingo Arbideras-contesto el Jefe de investigaciones
-Ponelo en el velatorio, que observe todo y averigüe lo que pueda, después que me vea a mi- ordeno el Comisario.
Así fue como termino Domingo Arbideras, de saco y corbata en el velorio, parado cerca de la puerta de entrada. Algunos de los que entraron pensaron que era un empleado de la funeraria. En corto tiempo vio pasar a muchos a presentar sus respetos; varias mujeres; unos cuantos hombres y algunos niños. Al oficial no le gustaba la situación que veía. A un costado del cajón unas mujeres lloraban suavizadas por la compostura social. Cerca de la cabecera del ataúd el marido de la difunta que no paraba de balbucear “-No pude despedirme…pedirle perdón por alguna falta de respeto…o simplemente que habláramos, ¡porque tuvo que ser ella!-“repetía entre lagrimas mocosas.
Mas allá un grupo de hombres memoriosos comentaban “-Me acuerdo del velorio del Sr. Minina…-“decía uno “- Ahora es distinto-explicaba otro- cuando murió mi abuelo por el ano 20…-“y no faltaba el que había tomado un poco mas de licor y deambulaba por el recinto dejando escapar un chiste en su tambaleante presencia. Sin embargo la atención de Domingo estaba en un grupo de mujeres que por lo que pudo escuchar eran las amigas de la difunta.
Entre ellas se destacaba una mujer rubia de buen físico que vestía una prenda gris muy apretada, casi en exceso. Se destacaba por su manera de moverse y su mirada brillante e inquieta. Domingo pensó que esa mujer se resbalaría al sentarse porque más de un hombre-incluso el-le habían dejado los ojos pegados en el culo de tanto mirárselo. En su memoria apareció el personaje Giacomo Puppie de la película “Al senador le gustan las mujeres” que él había visto en la trasnoche del cine Odeón, “-Que manera de tocas culos ese Lando Buzanca-“ pensaba y fue ahí, cuando escucho una voz susurrante a su lado.
-Tenga cuidado joven, mire que es brava- Domingo miro a quien le hablaba y encontró a Catita que sonriendo le ofrecía una bandeja con trozos de pastel.
-Pruebe, lo hice yo-le comento la mujer.
-No, gracias señora-respondió el oficial Arbideras mientras el perfume de Catita lo invadía despertando una sensación erótica en su delgado cuerpo.
-Y porque me dice que es brava la señora esa?-pregunto confidente
-No es el lugar ni el momento mi’ hijo; le digo así porque tengo edad para ser su madre joven ¡y las madres lo vemos todo!- y acercándose un poco mas susurro- Y usted está mirando demasiado a Angélica- explico.
-No…no señora- respondió Domingo sonriendo y con el rostro rosado de vergüenza- Observo a todos por mi profesión, soy policía.
-¡Ha! No me diga que fue quien socorrió a Alfredo?-inquirió la mujer
-Si…bueno; es mi deber, socorrer a quien lo necesita-respondió Domingo enderezando su espalda.
-¡Dios lo bendiga; joven!- concluyo Catita y dándose vuelta continuo ofreciendo la bandeja a otros concurrentes. Y todo hubiera sido distinto, hasta el momento en que Catita lo vio…fue solo un segundo, pero los ojos de Alfredo, el viudo reciente; el hombre por quien ella se desvelaba; esos ojos claros…se detuvieron en el culo de Angélica, “-El también-“susurro mientras sentía una puntada en su pecho y pensó “-No voy a permitirlo-”.
Cuando al día siguiente Arbideras fue a informar a su superior; como este lo había ordenado, se sorprendió al enterarse que la caratula del caso “muerte natural” había sido rotulada como “muerte dudosa”; ya que los análisis habían detectado que la victima ingirió un comestible que causo su deceso. Podía ser un alimento en mal estado, sin cadena de frio o estar vencido o, que alguien manipulo para el conocido suceso. Por eso las muestras obtenidas eran enviadas a la ciudad de La Plata; que contaba con aparatos más sofisticados para sus resultados; aunque probablemente tardarían más de lo habitual pues el cercano certamen Mundial de futbol tenia a todo el país alborotado.
El comisario ordeno a Domingo seguir investigando pero esta vez; visitando en sus hogares a todos los que identifico en el velorio. El oficial Arbideras pensó en Catita y se lo comento a su superior y este le ordeno proceder mientras averiguaban quien era esa señora. Por el Mundial Domingo no se hacía problemas, en la Selección no había jugadores de Boca; club del que él era hincha. No habían sido convocados por una rivalidad entre Menotti y Labruna; decían los que sabían del tema.
Catalina Castallo recibió a Domingo en su departamento. El joven policía aspiro ese olor que tanto le había gustado; una fragancia de aceite de cedro y vainillas; algo silvestre que rociaba los alrededores de la dueña de casa, un perfume que al aspirarlo torneaba los sentidos del mancebo oficial; violaba su cuerpo y lo hacía naufragar en ternuras.
El lugar era amplio y olía a repostería casera, una mezcla de anís; chocolate y canela. Un amplio bargueño portugués hacia juego con una mesa y sillones de roble. Un crucifijo se mostraba en lo alto de una pared. Por el ventanal podía verse parte de la Plaza san Martin y en el balcón varias macetas con plantas algunas de las cuales Domingo no conocía. La mujer le explico superficialmente que usaba sus hojas y frutos para condimentar los platos que elaboraba y que en su mayoría eran oriundas de Europa
-Yo le compro a Rincón Natural, el negocio de la avenida Mitre, el joven que atiende es muy amable y suele traerme las mercaderías hasta aquí…pero hay sabores que consigo de mis plantitas-explico Catita.
Domingo hizo preguntas de rutina en un caso como el que investigaba. Desde cuando conocía a la difunta, que relación tenían; si sabía de quien podía beneficiarse con su deceso; entre otras. Catita dio respuestas secas y breves; entonces el policía pregunto por la llamativa mujer del velorio
-Angélica…es una mujer que tiene el “higo” caliente; usted me entiende joven- respondió Catita con gesto repulsivo-Usa vestidos y polleras ajustados para que se note que no lleva puesta bombacha, bragas…calzones o como usted quiera llamarlos, además el marido que era gerente de Gath y Chaves cuando lo indemnizaron le puso un local donde ella “enseña” gimnasia jazz; que es la última moda; vio?. En ese momento Catalina comenzó a dar una explicación que a Domingo lo llevo a pensar que estaba frente a un político o un sacerdote por la convicción con que la mujer se expresaba
-Hoy en día casi todas las personas buscan hacer gimnasia para obtener vigor; para que se estimule su sangre y conseguir buenas “nalgas”…!los hombres también!-afirmo convencida-Aunque sea por un instante todas las mujeres miramos las “nalgas” de un hombre y los varones…pierden su vista en el “traste”de una fémina y por eso ellas buscan ser “nalgonas”; pero no con la panza llena o el paladar satisfecho como se lograba hace un tiempo atrás; noooo….ahora van al gimnasio; como el de Angélica y ese perro que lleva siempre consigo; parece de juguete; aúlla en vez de ladrar y cuando Angélica se sienta enseguida salta sobre sus faldas; está acostumbrado a lamer entrepiernas; vio? Y Angélica que lo acaricia… creo que ni al marido manosea tanto como al perrito-.
Aseguro Castallon que sabía de hombres que en sus hogares decían salir a caminar o trotar para adelgazar; perder peso y terminaban transpirando en una cama ajena con una mujer suelta de ropas y lengua; que a los varones les encantaba ese tipo de mujer; pero no para que sean sus esposas y menos las madres de sus hijos y que por esa razón los hombres frecuentan los cabarets o “casas de putas” como se llama a esos lugares aquí en Argentina donde trabajan ese tipo de mujeres, expresaba la rolliza cocinera con marcado disgusto. Explico al joven policía, que en el cabaret de Europa las personas que concurren pueden conversar; cenar y hasta ver número de actuación y comedias con artistas como Georges Braseas; “La Moma Piafa” (Edith) o “Patacho” (Henriette Ragon), entre otros.
Domingo escuchaba a Catalina pensando como negar lo que la mujer decía; como no se le ocurrió nada pregunto
-Pero por lo que usted dice todo tiene que ver con el sexo?
-¡y así es joven! Yo lo veo en mis viajes a Europa; esas modas vienen para quedarse, ahora se habla del “Destape” y usted lo puede ver aquí, pase a la nochecita por el cantoncillo “Santa Margarita” ; se va a encontrar con esas parejitas de muchachos con la bragueta caliente y chicas de corpiños flojos apretando sin vergüenza; delante de todo el que pasa por allí.
Domingo debía visitar a otros concurrentes al velorio. Dio por terminada la visita y se encamino hacia la salida del departamento seguido por la señorita Caastallon. Al pasar frente a la puerta que daba a la cocina observo papel de aluminio, diferentes tarritos y que un fuerte olor a cacao provenía del lugar. Al preguntarle a Catita si había comenzado a cocinar a la mañana; la mujer respondió “Hay gente golosa y yo….sacio su voraz pecado” . Los dos se miraron por una fracción de segundos y el policía se sorprendió ante los ojos de la señorita que pese a la angelical expresión de su rostro; sus pupilas brillaban con ferocidad. Antes de subir al ascensor el agente se volteo a saludar con su mano. Desde la puerta del departamento Catalina Castallon respondió el gesto mientras pensaba “ Tene cuidado Catita; este turro con sus ojos celestes y su sonrisita te quiere poner las esposas…si tuviera las intenciones del mago idiota aquel; bueno todavía…pero no; noooo Catita este te quiere llevar en cana” y entro en su depto.
Arbideras recorrió casi toda la ciudad visitando a los concurrentes al velorio. Estuvo en casa de los Aguarenas; los Pérez Golpez; los Molinesky y por momentos recordó lo dicho por Catita cuando en ocasiones algunas señoras se le insinuaron levemente. Sonrió pensando en su parecido a Illya Kuriakin-para los fans; el rostro de David MC Callun en 1964 y el físico de Arnie Hammer en 2015-¡claro!; acaso por eso Alighier Statua; el coaffer que había entrevistado en el Barrio Güemes le había tirado los perros con osadía. Se reía de su ocurrencia cuando al doblar de Av. Mitre a calle Maipú vio a la señorita Castellón salir de una casa y subir a un taxi que la esperaba. El oficial sabia que en ese domicilio vivía una modista, y que la principal entrada de dinero de la costurera en realidad provenía de tirar las cartas y realizar hechizos de amor ya que al lugar concurrían muchas esposas de policías para tener aferrados a sus maridos, lo cual era un arma de doble filo; pues la modista solía pedirle a sus clientas que sacaran información de sus esposos uniformados. Si una mujer suelta su cuerpo el hombre a su lado suelta la lengua; eso es sabido… eso sí; los hechizos de amor con yuyos funcionaban. Las señoras que compraban hiervas preparaban te para sus esposos; infusión que les daba una diarrea a los marido ¡que como para salir a putonear quedaban!
Domingo en su bicicleta siguió al taxi. Mientras pedaleaba le pareció aspirar el perfume de Catita; ver el movimiento de ese cuerpo pequeño y rollizo en el asiento trasero del auto, pero el ensueño murió cuando el automóvil tomo calle 9 de julio hasta detenerse en la cuadra entre calle Lavalle y Avenida Caneva frente a una casa donde muchas personas hacían cola. Domingo detuvo su bicicleta en la esquina del bar de Giorgi desde donde vio a Castallon con su bastón pasar por entre las personas que esperaban y penetrar en la casa. Hubo un murmullo de desaprobación por parte de la gente pero no paso de eso. El oficial de la ley conocía el motivo de esa reunión de personas mayores; madres con hijos y jóvenes varios. La mujer mayor que vivía en ese domicilio tiraba el cuerito para curar el empacho lo que hacia el lugar muy concurrido sobre todo al anochecer y era la razón para que algún patrullero pasara seguido por esas calles; como ahora; que Domingo estaba allí.
-Que haces mi loco?-dijo el oficial Mitidieri a Domingo desde el móvil policial que se acordono en la esquina. Ambos policías se conocían de la Busetich
-Trabajando-respondió el oficial con una sonrisa
-Vos sí que andas bien-aseguro Mitidieri mientras secaba la transpiración de su frente con un pañuelo; gesto recurrente en el-Debes estar esperando alguna “minita”…!desacatau!-afirmo sonriendo antes de ordenar al agente al volante que siguiera la marcha.
Catalina Castallon salió a la calle y camino hacia el taxi que la aguardaba. El oficial Domingo sintió en sus manos el deseo de tomar esas caderas poderosas y acariciarlas pero de entre la gente apareció un niño como de once años; se acerco a la mujer y le entrego un frasco envuelto en hojas de diarios. La señorita le dio algo de dinero; hablo con el niño unas palabras y subió al taxi que se marcho por Av. Caneva. El agente policial miro la hora en su reloj y dedujo que Catita iba a su departamento pues era el horario de la telenovela que la mujer había comentado seguir; al igual que casi la mitad del país mientras que la otra mitad de ciudadanos argentinos-quizás las tres cuartas partes de residentes-descubrían lo que era vivir con miedo por los torcidos caminos que la política había tomado llevado por los intereses de países que se dicen amigos de la nación unidos a los argentinos que desde siempre querían conservar los beneficios del poder como ahora; en un tiempo oscuro pintado de verde oliva donde cualquier ciudadano podía desaparecer o morir para quedar en el recuerdo de quienes lo amaban. Domingo se sabía parte de ese engranaje; sabía que si recibía una orden debía cumplirla por más que su corazón fuera compañero del ideal por masacrar; sabía que su alma no encontraría perdón y que Dios; no lo indultaría.
Arbideras decidió hablar con el precoz para preguntarle que le había entregado a Catita. El chico corría como una ardilla de vientre rojo; pasó la casa de los Mendiburu; la que se encuentra en la Av. Humberto y Canevá –hoy “Mimo Revestimientos”- y se perdió entre los pastizales detrás de las vías y el Molino Marconeti, zona de pocas casas; manzanas vacías y crecidos pajonales.
Domingo decidió dejar de seguirlo y regresar a su hogar. Tomo por Humberto rumbo al arroyo cuando al llegar a la esquina de Ley ría; por la vereda destruida de una casa abandonada vio a una mujer cargando en brazos un niño que caminaba junto a una chica pequeña de edad. La mujer apurada tropieza y casi deja caer al niño de sus brazos. El policia salto de su bicicleta para ayudarla.
-¡Gracias oficial!-dijo la mujer acomodando la manta que cubría al niño
-Señora; adonde va a estas horas…y caminando?-pregunto el policía
-Voy al Hospital de Niños; mi hijo de dos años tiene fiebre; esta muy caliente…voy a que me lo vean en guardia..
Domingo sintió que algo le apretaba el corazón. Miro en derredor y vio un auto que se acercaba. Era Sparaino; un taxista con parada en la estación de trenes. Domingo le hiso señas. Además de trabajar de policía Arbideras tenía otro rebusque como chofer de viajes de larga distancia; de ahí conocía al taxista, quien se detuvo y ayudo a la mujer a subir al vehículo con sus hijos.
-Lleva a la señora al Hospital de Niños; gringo…y por el pago; yo después paso por tu parada y arreglamos-afirmo el oficial.
Domingo subió a su rodado viendo el taxi alejarse. El no lo sabía pero años después cuando peinara canas y el pequeño sea un hombre las vueltas de la vida los volverían a encontrar. El niño se llamaba Oscar Goncalvez.
El policía llego a su hogar. Su esposa Mariela; la flaquita como él decía; le conto mientras servía la cena como había sido el capítulo de la telenovela mirada por la cuarta partes del país, entonces el recordó lo que dijo Catita sobre el programa” –Por desgracia interesante…una chica de clase engatusada por un colectivero…a usted le parece?-”.Domingo sonrió para sí; la señora no se imagina las cosas que pueden pasar en un mundo de veinte asientos pensó.
Un rato después; luego de acostar a sus hijos y estando en la cama junto a su esposa dormida; el policía volvió a pensar en la señorita Castallon y en cuando la volvería a ver de nuevo ya que sentía un profundo deseo de encontrase con la mujer mayor y entregarse a ella sin condición, pues Catita era capaz de crear un entorno seductor que desdoblaba su formalidad; su responsabilidad de esposo; padre de familia y hombre de la ley, al hacerle sentir deseos de amor por alguien a quien ni siquiera había tocado levemente con pasión. Por esa mujer soltera y lozana Domingo olvidaba las enseñanzas de su padre; un policía (hoy jubilado) de esos de antes, de los que se hacían amigos del barrio por el que caminaban en su turno y aun después ayudaban a algún vecino en problemas cotidiano, costumbre que llevo a que su esposa; ama de casa, un día se cansara de las caminatas; de las ayudas; de esperar a su esposo y que dejando a su hijo de seis años en la puerta del colegio se marchara sin decir adiós
Al día siguiente al llegar a la comisaria le informaron que su superior quería verlo con urgencia.
-¡Vos sos pelotudo! Como se te ocurre seguir a una mujer como si fuera sospechosa por una corazonada. Te dije que iba averiguar. Esa mujer es conocida en Europa como una gran chef; cocina y almuerza con el jefe del cuartel y su familia una vez al mes; viene de una familia acomodada y vos…; escúchame bien, si por casualidad viene uno de estos “verde oliva” a romperme las pelotas por una queja yo a vos ¡te hago refusilar el culo! ¡Entendiste?!...ahora; anda nomas.
Domingo salió pensando de la oficina del comisario. Sabía que este iba a cumplir su promesa. Conocida era la historia de su superior cuando en otra comisaria; de otra localidad; en una sala de interrogación había sacado en menos de cinco minutos la confesión a un sordomudo. El tipo era feroz.
“Peligroso” estaba en el archivo como siempre. Leyendo casos viejos; mirando fotografías; mapas; alguna película; ordenando; estudiando; analizando toda esas pesquisas y que relacionaba con libros de filosofía; literatura y arte, actividad que le serbia para dar información cada vez que alguien las solicitaba en un nuevo caso. Por eso era “Peligroso”.
-Algunos venenos se usaron como medicamentos-afirmo “Peligroso” cuando Domingo lo visito por información y consejos-En la época de los romanos se comenzó a utilizar para asesinar; ahora decime…porque crees que esta mujer enveneno a su amiga?-pregunto inquirente;-y si fue un hombre? Fíjate el caso de ruso Yusupov que enveneno a Rasputín con cianuro…está bien; el veneno no funciono y tuvo que “cuetearlo” pero primero uso veneno.
Domingo titubeo pero dio su opinión-Cocina; ha viajado por el mundo; tiene en el balcón plantas raras…-y siguió hablando de otros aspectos de Catita.
-Me parece que todos nosotros estamos calentitos por lo que paso con Margarita Herlein; haber tenido una mujer que envenenaba maridos viviendo en Azul; ¡que el primero fuera convecino nuestro! Y se nos escapo y que quince años más tarde la atrapen en Olavarría…nos dolió esa cagada; se hubiese salvado varias vidas…ahora…por cómo te escucho hablar de esta mujer me parece que tienes otro interés aparte de detenerla…vos buscas comerte a la diosa y el manjar; ¡a mí no me engañas! y está bien-dijo Peligroso sonriendo-pero no olvides lo que dijo el comisario…-y le extendía otro mate a Arbideras cuando avisaron que algo había ocurrido en un local céntrico.
Angélica llego al gimnasio pasadas las ocho de la mañana. Ordeno las colchonetas; repaso con una franela los asientos y manubrios de las bicicletas fijas y verifico que los sorbetes tuvieran suficiente agua.
Su hija la llamo por teléfono cerca de las nueve; antes que comenzara las clases y le extraño que no contestara el llamado. El cuerpo sin vida de Angélica vistiendo una malla súper ajustada color celeste y caido cerca de su escritorio, lo encontró una de sus alumnas al llegar al lugar y con muchos nervios aviso a la comisara primera.
-Creemos que fue un robo-comento un agente al jefe de calle cuando Domingo llegaba-una mujer sola; a esta hora del día en que hay poco transito; se sabe que la clientela es gente de plata…
-Eso importa poco ahora-intervino Domingo-hay que ver que dice el forense antes de emitir juicios y después atrapar a quien lo hizo.
La testigo; la clienta que encontró el cuerpo fue llevada a la seccional a declarar donde un agente le pregunto de manera autoritaria si este día al llegar había notado algún desconocido pasando por esa calle hoy; el día de ayer y el día anterior, otro oficial le ordeno que nombrara a todas las personas que concurrían a la clase y otras preguntas similares.
Domingo observaba el interrogatorio donde solo se escuchaban respuestas como <”así es señor oficial”; “claro que sí señor agente”>; era normal, a cualquier interrogado no le convenía dar detalles; ni mostrar angustia; ni superioridad; menos mostrar inteligencia, solo guardar su miedo en ese lugar de paredes color gris topo y rostros inexpresivos.
El forense informo que el cuerpo de la occisa tenia muestras de vomito en su boca y la mucosa del intestino grueso muy dilatada a causa de una diarrea muy aguda; además que todo el cuerpo mostraba signos de hiperhidrosis. Por esa deshidratación la mujer había muerto. Además quienes tomaron muestras en la escena recolectaron restos de comida en un vomito encontrado cerca de un tarro de desperdicios y al perrito tan muerto como su dueña.
Al oír el informe Domingo relaciono la comida con Catita y decidió comentarlo con su superior. Cuando alguien piensa en una circunstancia como esa; casi siempre lo que piensa es malo y si el pensamiento se hace realidad es una cagada. Arbideras vio al comisario conversando con un hombre de traje negro y anteojos de aumento y supo que el mal estaba hecho. El hombre era un botánico que trabajaba para la policía en narcotráfico y había sido enviado de La Plata con los resultados de los análisis de la señora Lorens Pozzo; dado los antecedentes en Azul de la envenenadora Margarita Herlein.
-Se encontraron restos de Belladona en las muestras que enviaron; a esa planta se la llama “la droga de las brujas”…aquí tengo una foto de como es el vegetal-explico el botánico mostrando la imagen donde se veía un arbusto de hojas largas y amarillas; flores en forma de campana color purpura y frutos negros y brillantes.
El oficial Arbideras tuvo un momento de estupor y dijo-Esa planta la tiene la señorita Castallon…de la que yo sospechaba…
-Esa puede ser la asesina-comento el botánico
-Ya mando a mis hombres a detenerla-dijo el comisario-mientras busco un fiscal que habrá la causa-y mirando fijamente a Domingo; exclamo-¡Bien hecho; oficial Arbideras!-.
El teléfono sonó aturdiendo el silencio del apartamento. La señorita Castallon se levanto de la cama para atender. Otra vez la voz angustiada y dolida de la empleada de los Lorens Pozzo.
-Pobre señor-dijo la voz doliente-tanto que estaba sufriendo y anoche que se pudo alegrar un poco…dice el médico que todo su cuerpo perdió mucho liquido…hay manchas de vomito con sangre en la almohada…y tan bien que lo vi yo anoche cuando llego la señora Angélica…ella trajo alga para cenar…no se…pero al señor Alfredo se lo veía muy animado…y ahora…-
Catita quedo sin aliento; no quiso seguir escuchando y colgó el teléfono sintiendo que el mundo se le caía encima y que debajo de sus pies no había nada. Una mueca de congoja hirió su rostro; miro con odio al crucifijo colgado en la pared pero no lloro ni una lagrima; porque cuando una persona llora es porque no quiere morir.
Catalina Castallon camino al baño; se aseo y en su habitación se vistió de forma elegante. En la cocina preparo su desayuno que tomo más calma que de costumbre; mientras observaba por la ventana que el sol anunciaba un muy buen día. Cuando Norma; su empleada llego; Castallon le comento que tomaría un taxi en la plaza para ir a pasear al Parque Sarmiento; después bajo con el ascensor y salió a la calle sonriente y erguida; aunque tambaleante con su bastón.
Camino por la acera saludando a todos los que se cruzaban con ella; admiro el teatro Español; la plaza San Martin hasta llegar a la parada de taxis en la esquina de Burgos y San Martin. Vopera; el taxista, admiro su impecable traje de chaquetilla y zapatos en juego con una pequeña cartera de mano mientras le abría la puerta del vehículo.
-Lléveme al Parque por favor Vopera; hoy tengo ganas de ese bello lugar-le dijo al chofer y mientras el auto recorrió las ocho cuadras de la plaza al parque Catalina Castallon viajo aferrada a la rueda de los recuerdos de todas las estaciones de su vida.
Al llegar al arbolado paseo; cuando pasaban por la Isla de los Poetas cerca del Puente Amarillo de Celedonio Pereda; le pidió a Vopera que se detenga- Déjeme aquí; voy a caminar un rato. En una hora vuelva a buscarme por favor - . Cuando bajo y el taxi se marchaba, la mujer sintió un nudo en su estomago mientras caminaba con ansias de gritar.
Porque el varón siente tanta codicia por el sexo; se pregunto Catita en su pensamiento. Porque Alfredo no se pudo controlar frente a la tentación de Angélica y su culo; que buscaba…afecto; ternura?, porque no se fijo en ella; en Catita, su amiga desde la época del Colegio Normal no…tuvo que fijarse en una zorra que compite contra los años que tiene y que mediante gimnasia trata de parecer de veinte agostos cuando tiene sesenta y no se fija en su hija que con veinticinco se ve como de cincuenta años…!ahaa; Angélica! De que te sirvió tu pretendida juventud frente a la tentación de unos muffins de cacao; unos simples panecillos de harina; limón; huevos y cacao; pero elaborados con ricina…!con mucha ricina!, la misma pero que en menos cantidad serví en un bocado; un “pepito de ternera” a la Vielle Flaindre; que le dio a esa docente una diarrea incontrolable mientras decía su discurso de fin de año cuando me recibí de chef y tuvo que retirarse del salón de fiestas chorreando mierda entre su blanco vestido y que resbalo para caer al piso tratando de llegar a un baño, esa vieja fue la primera; la que me dio la idea de vengarme de mis tías; dos ancianas vividoras y tan autoritarias y opresoras como la Vielle; porque el dinero que mis tías ostentaban era de mi padre Severino, esas dos ancianas que me tuvieron que criar porque mi madre; abandono a mi padre por ser tan casquivana y puta como Angélica.
A las dos viejas les fui dando cada vez que las visitaba, anticongelante para autos en pequeñas dosis; en la comida que les elaboraba para mostrarle lo aprendido mientras estudiaba, y así poder cobrarme el miedo que me provocaban siendo niña a la hora de almorzar lo que ellas cocinaban y llamaban “recetas de gente de bien” y que si; como cualquier otro niño me negaba a comer llamaban al “hombre de la bolsa”, que era un viejo cartero que aparecía y se paraba en el extremo de la mesa con su rostro severo para que yo me embuchara lo servido en el plato. Así fue como me transformaron en una obesa diabética; una “carafe”(garrafa en francés) como me llamo la famosa Fillette Jolie el día en que me la presentaron “Debes cuidar tu figurd (figura en francés). Tenemos la meme age (misma edad en francés); mira mi cuerpo y mira el tuyo; pareces una carafe” dijo la comediante. Catita sonrió esa tarde como aceptando el consejo y en agradecimiento le elaboro un plato riquísimo de pez globo; molusco al que casi no le quito la toxina; manjar que le hizo llegar a la habitación de la actriz acompañado de una salsa de azafrán con caldo; manteca; vino; pimiento y azafrán que disimulaban cualquier gusto extraño. La Fillette Jolie comió en su dormitorio vestida únicamente con un par de aros de oro; como era su costumbre y al sentirse mareada y que sus miembros no respondían trato de pedir auxilio saliendo al balcón desde donde cayó ya muerta y destrozando su cabeza sobre la acera del Palacio del Retiro.
-¡Estos faranduleros!-musito Catita mientras caminaba hacia la orilla del arroyo. En ese momento recordó al Mago sin Precedentes. -¡Ja! eras todo un Don Juan- exclamo sonriendo. Cuando después de mucho insistir en su seducción; el prestidigitador logro convencer a Catita de acompañarlo a su habitación del hotel “La Fenice et des Artist”, insistió en mostrarle trucos de escapismo usando cuerdas. Catita con voz inocente le pidió una demostración personal y cuando el mago se ato al respaldo de la cama, Castallon lo aferro con más cuerdas y nudos más fuertes de los que el hombre se había hecho. A continuación lo acaricio lentamente y le saco los pantalones y la ropa interior para ofrecerle de tomar un poco de té al ver lo excitado del Sin Precedentes. –Como te llamas?...Catita?-pregunto con tono meloso el mago atado-yo voy a llamarte “Putita”-afirmo. Catita le dio de beber una infusión que contenía ginco biloba; ginsen; maca; jengibre y canela, una fórmula que la chef preparaba para su amigo el actor porno Felipo Scaparro.
Al prestidigitador lo encontró la empleada del hotel a la mañana siguiente cuando fue a hacer la limpieza; estaba atado; desesperado; fuera de control; tembloroso; llorando a rabiar y con su pene erguido; duro como boruro de renio y repitiendo sin cesar “Putita; Putita”. La empleada no entendió mucho y menos los enfermeros de psiquiátrico que lo trasladaron a la Isla de San Servolo.
En ese hotel de Venecia; como marmitón de cocina trabajaba Ghazal; una mujer de origen árabe que contacto a Catalina Castallon para un evento del sultán Al- Finniq-Quitar quien tenía por cuarta kadin a una mujer muy celosa; quien revisaba el cuerpo del sultán buscando marcas de las otras cónyuges; hablaba mal de concubinas y esclavas mientras recorría los pasillos del palacio. –¡Que mujer idiota; era esa!-murmuro Catita- si sos la cuarta…!la cuarta! mujer de un tipo, te vas a poner celosa?. Si al tipo lo conociste mujeriego y lo aceptaste en tu vida…que pensaste? Que lo ibas a hacer cambiar? Que se volvería eunuco como un esclavo?...hay que ser boluda y lo peor es que el mundo está lleno de cornudas consientes –pensó Catalina.
El sultán también pensó. Si le cortaba la cabeza a la celosa; se vería muy mal en la Federación Árabe; así que decidió enviarla de vacaciones a las playas de Niza; esa ciudad francesa sentada frente al mar y que a su solicita esposa la acompañara un sequito cercano y que Catita; quien le había propuesto la solución se encargara.
Catalina elaboro un anchoiade; una salsa en base de anchoas; ajo y aceite que acompañan un crudites de verduras cortadas en bastoncillos; un plato típico francés y le agrego suficiente veneno de mamba negra que consiguió de su amigo Yaser a quien había conocido en un hotel de Agadir donde el hombre era portero. El potaje mortal lo hizo llegar cuando la celosa esposa salía a navegar de paseo. El sultán le pago una fortuna a Catita y le regalo ese bastón de mango dorado del que ella nunca se separo. Castallon recordó con nostalgia esos días; hoy tenía que conformarse con veneno de culebras de vientre blanco que llegan a Azul como polizones en algún tren carguero de Rio Colorado y que un niño que vive en la zonas de las vías obtiene de la forma que ella le enseño así como Yaser; le hubo enseñando a ella.
En la seccional Primera; el botánico analizo con los medios disponibles las pruebas traídas del gimnasio de Angélica y los comparo con los encontrados en la casa de Lorens Pozzo, y determino la existencia de muchos rastros de ricina. El fiscal llamado por el comisario se había hecho presente en la sede policial dada las circunstancias y ante los dos hechos relacionados ordeno la inmediata detención de Catalina Castallon. Domingo sentía su garganta seca cuando se presento con el grupo de agentes en el departamento. Norma; que limpiaba el lugar; sorprendida y con miedo conto sobre el paseo de Catita y el oficial Arbideras casi corriendo salió hacia la parada de taxis donde hablo con Vopera. Pronto la dotación en dos móviles se dirigió hacia el Parque Sarmiento.
Catita en el borde del arroyo Calvu leovu pensó que las lagrimas apaciguan el dolor de quien llora y las lagrimas son agua, que el agua de un arroyo guarda resto de días; meses y años porque los muertos no pueden nadar; recordó que ella siempre fue el alma de las fiestas pero nunca la festejada; culpo a su madre por abandonarla a cambio de una vida de fiestas y reconoció que cada vez que asesinaba a una mujer le parecía estar matando a su progenitora, entonces miro esa superficie natural que era el arroyo con sus colores verdes; negros; esmeraldas; esas aguas acariciadas por el sol y las estaciones como un lugar sagrado que da vida u ofrece muerte y dejando el bastón dorado apoyado en un árbol alzo la voz para decir “-Mi virginidad no la disfruto un humano; que sea para los gusanos-“ y se zambullo en las aguas.
Cuando el grupo policial llego a la zona del Parque marcada por Vopera; Domingo diviso el bastón apoyado en el árbol por el brillo del mango y adivino lo sucedido. Por un momento le pareció escuchar la voz de Catita Castallon llamándolo’-joven-“; moviendo ese cuerpo abultado y elegante y entonces el oficial Domingo Arbideras miro en derredor con la mirada perdida y un gran brillo en sus ojos…un brillo de agua salada.
Doce horas después; el cuerpo sin vida de Catita fue encontrado arroyo arriba atascado entre unas ramas de árboles.
Por Antonio Daniel Farina
(Capital Federal)
Ha participado en diferentes antologías.
Tiene publicados El reflejo de las sombras (2008) Tankas, haikus y otros versos (2010) Paraiso d.d. H. (2011) Moa-xaja, Zejeles, cuentos y ensayos (2022).
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