Quiero llorar de amor aquí sentado
en esta hora de la estrella más alta
llorar amando
bajo su luz antigua,
más aún que todo lo que precede a estos ojos
y puede contarse,
quisiera decir amor
suavemente
como se dice
nube
nuez
naranja
sacarlo pleno
lanzarlo al cielo
y lloverlo en todo,
pero las sombras,
hermanos,
hunden sus garras en mi corazón y mi garganta
permanece en silencio
quiero llorar de amor
porque nunca he aprendido otras palabras
que no sean estas de granito
estos agrios y pragmáticos rifles
que apuntan a las flores
amenazando todo con su aliento de azufre
y temo
profundamente
a su fuego.
Puedo morir de amor aquí sentado
despedirme con una sonrisa sin puntas
elíptica y atrabancada
órbita de un planeta adolescente
puedo morir de amor fácilmente
todo lo he amado como una enfermedad gloriosa
una infección de la más honda ternura
aunque, de pronto,
en mi pecho se filtra
un lamento que apaga las velas
aunque repito y repito y repito
palabras prudentes
algo dentro mío
me hunde
e inexplicablemente yo
cedo
y ahí en el fondo
ya nada queda para mí
ya nada puedo dar
soy un esqueleto ocupando espacio
haciendo parodia de los días
un bucle de gestos aprendidos con el miedo
todo esto que me dicen
y escucho
es apenas un borboteo,
sombras de la superficie,
postales cálidas
que llegan deslavadas
porque el trayecto a acá es frío y pesado
pesado
pesado
quiero llorar de amor
porque nunca he elegido la muerte
porque sigo buscando el conjuro,
la sucesión exacta de palabras
el norte
el sur
las señales
el alba clara
para poder decirlo
de otra forma
sin el dolor añejo
sin mancha alguna
sin otra intención que la luz
y la vida
y la risa
y nuestra dignidad
y la de todos,
decir amor suavemente
como se dice
abrigo
abrazo
abierto.
Por Aziz Córdova
(Agua Prieta, Sonora. 1995).
Actualmente es lavaplatos y escribe poesía en sus ratos libres, pero los papeles se deshacen con la humedad. Cuando se pone el sol es editor en Retina de Gallo. Estas tres cosas las hace con más amor que oficio.
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