Recibí una llamada telefónica de la redacción, la orden del jefe fue tajante “Quiero que me investigues y escribas una historia, para la siguiente edición, será una bomba y daremos mucho de qué hablar.” Le respondí “¿usted tiene la historia? Me contestó. “Si” le pregunté ¡Y de que se trata!
Me respondió “Es la historia de caperucita Roja” Le dije; el caso está cerrado. El lobo ahora se encuentra en prisión por secuestro, intento de tres asesinatos con predeterminación y ventaja. Intento de canibalismo, estupro y allanamiento de morada. Si más no recuerdo le dieron prisión perpetua. El editor me dijo.
— “la mamá, caperucita, la abuela y el leñador, retiraron todos los cargos. Ahora el lobo se encuentra en arresto domiciliario a perpetuidad. Siempre el mundo conoció la historia que contó la joven, pero jamás nadie escuchó la historia del lobo, si le rascas un poco notaras que hay muchas cosas que no cuadran en la versión oficial. Anoche recibí la llamada del señor lobo. Me pidió que mande a su domicilio a mí mejor reportero de nota roja, quiere que escuchemos su historia” —le respondí,
—Se escucha interesante, — el editor me contestó
— “¡Imagínate! Tener la historia de la joven contada por el lobo”.
Al día siguiente me encontraba en el café de siempre con libreta y lápiz sobre la mano, miré la hora de mi reloj y di como iniciada la investigación. Lo primero que haría es actuar como fiscal del diablo y tratar de encontrar cada pista para condenar al lobo. Basándome en la historia oficial. Era obvio que el lobo no era un asesino de ocasión, más bien era un criminal potencial, ya que meticulosamente había estudiado a su víctima y su patrón de comportamiento. Sabía de las idas y venidas de esa niña, de la ruta que siempre tomaba. De igual manera había vigilado a la abuela y sabía que esta se encontraba sola, sin ninguna defensa. El día del crimen secuestró a la pobre anciana, tomó su personalidad para agarrar desprevenida a esa pobre jovencita. En el reporte oficial, se menciona que el lobo confesó decir que con su gran quijada se comería a la jovencita, sin duda en algún momento también mataría a la anciana, y eso de comérsela se presta a 3 posibilidades, el canibalismo, el sadismo o las dos anteriores. Lo único que realmente no cuadra es porque todas las victimas retiraron tan graves cargos criminales.
Después de tomar mi último café subí a mi auto, y me dirigí al bosque en especial al domicilio del lobo. Dos horas más tarde me encontraba a unos pocos metros de su casa, abrí la guantera tomé la pistola la metí en la parte de atrás de la cintura del pantalón, la cubrí con mi saco. Era solo por precaución. Un criminal encerrado por años en su propio hogar era como una araña esperando que la mosca llegara por si sola. Debo de confesar la sorpresa que me llevé al ver la casa por fuera se encontraba muy conservada llena de macetas con flores. Toqué el timbre segundo más tarde la puerta se abrió. El lobo llevaba unos lentes y vestía como si fuera al cumpleaños de un monarca, chaleco corbata y una elegante gabardina que le llegaba a los tobillos. Me dijo. “Es un honor recibirlo en mi casa, tenga la bondad de pasar y acomodarse en el lugar que usted guste” después de presentarme me dirigí a uno de sus muebles, debajo de la escalera que llevaba a una segunda planta se encontraba un librero con al menos dos mil títulos, sobre una vitrina dos esculturas en forma de bustos de tamaño real. Uno era del emperador y filosofo Marco Aurelio y oreo era del pensador Seneca. El lobo me dijo “gusta que le sirva una te de Ceilán o café tan bueno como el que le ofrecerían en un mercado de Bagdad”. Yo le dije que no se molestara por el momento no deseo nada.
Se sentó frente a mí le dije
—¿Estás solo? — Me respondió
— Siempre recibo visitas de algún de familiar desde antes de mi confinamiento” —le dije
—llevas años en tu propia casa sin poder salir, ¿la sientes como una verdadera prisión? Me contestó —Si no fuera por mis libros me encontraría en un calabozo, pero agraciadamente tengo libertad con ellos” — le contesté
—¿Qué lees” inmediatamente— me dijo”
—Filosofía” — le respondí,
— ¿Buscas respuestas? — él me contestó
— ¡No!... La filosofía no es para encontrar respuestas, es para plantarte preguntas, en ocasiones una buena pregunta es más reveladora que miles de respuestas subjetivas. — Le dije, iniciamos la entrevista
—¿Qué sucedió aquel día?
—Para iniciar caperucita no era ninguna jovencita. Era una joven mayor de edad, a diario recorría la misma ruta, ¿para ser una “menor” ¿no sete hace sospechoso que su madre la mandara sola por un sendero solitario? ¡con los peligros que se pueden presentar! ¿Qué clase de madre haría eso?, el departamento de cuidado para menores se la hubiese quitado. ¿Porque tenían a una anciana que era su propia madre viviendo sola en medio de un bosque? Aparte la mujer no llevaba panes ni galletas en su amplia cesta, traía con ella una cantidad de productos, frascos. Latas y bolsas y te puedo asegurar que no era nada comestible. ¡Y de ser comestibles! ¿la anciana se comía ella todo eso al día? En muchas ocasiones me acerqué a ella y tuvimos agradables platicas por algunos minutos. Pero la primera vez pude ver el movimiento de una de sus manos, noté que sus dedos tocaron un arma bajo la capa de su caperuza roja. Le pregunté que llevaba y me dijo, lo que, pasteles y panes. Y me advirtió que nunca se me ocurriera acercarme a la casa de la anciana.
—¿Fueron frecuentes tus encuentros con la mujer?
—Sin duda, lo fueron. Incluso puedo asegurar que teníamos mucho en común y ella lo sabía.
—¿Intimidaron?
—Después de los juicios, todo fue muy confuso mi mente se nubló, y muchas zonas del recuerdo no se han despejado.
—¿En qué momento todo se vino todo a la mierda?
— Un día me encontraba caminando cerca de la casa de la abuela y esta parecía que se estaba incendiando. El humo salía de la chimenea como si le hubieran tirado toda la leña y también salía por las ventanas. Pensé que las dos mujeres morirían calcinadas, y de un solo golpe arrojé la puerta. Cuando entré mi sorpresa fue muy grande, en ese lugar había un laboratorio y cocinaban metanfetaminas. La anciana me apuntó con una escopeta recortada de dos cañones, le dije, “yo me retiro y no he visto nada”, en ese momento sentí un fuerte golpe en la espalda y perdí el conocimiento. Era la joven que desde atrás me había dejado en el suelo posiblemente con un bate. Horas después desperté amarrado de una silla y con la ropa de la vieja. Entonces vi al leñador, me puso el cañón de una pistola en la frente y me dijo “lobito hoy sabrás que hay encima de las nubes”. Cerré los ojos esperé la muerte. Por cierto, el leñador era un sicario y el mismo que se llevaba la droga una vez terminadas.
No me dispararon, pero me golpearon y quedé inconsciente de nuevo. Cuando abrí de nuevo mis ojos. Me encontraba en una celda del policía completamente incomunicado allí más de una semana después me llevaron a una sala interrogatorio y una de mis manos se encontraba esposada a una mesa de metal. Entró un hombre y me dijo “te diré porque estás aquí”, y me contó todo el cuento que el mundo conoce bien, Le contesté ¡yo me disfrace de abuela!, quien lo creería acaso creen que soy un idiota! ¿un leñador salvó de mí a las dos mujeres? todo el mundo sabe que los leñadores son las personas más deshumanizadas no arriesgan su vida por nadie. Yo les dije mi versión. Y él me recalcó que mi historia ya no tenía cabida, lo que había confesado caperucita siempre seria la verdadera. Me propusieron un trato. En la corte aceparía los cargos y después ellos retirarían los agravios y en dos meses quedaría libre.
—Le pregunté. ¡las autoridades estaban coludidas? — Me respondió,
— “Si… los llamados cuida bosques también eran parte de eso” sin duda también el juez y los fiscales, esto es como un pantano nunca se sabe que tan bajo puede llegar o con que te puedes encontrar
—¡Pero no te liberaron en dos meses?
—No en lugar de eso me condenaron de por vida a arresto domiciliario. Llevo una argolla en la pierna desde donde me monitorean, es imposible quitársela es inmune hasta a el fuego. Sin duda no respetaron el trato, pero que puedes esperar de mafiosos.
—¿Por qué no te mató la organización de caperucita?
—Porque en muchas de nuestras platicas le recalque que recibía visitas, al desaparecer no serían pocos los que me buscarían y la casa donde cocinaban droga sin duda sería visitada, además con caperucita digamos que llegamos hacer conexión, talvez había un poco de bondad en ella.
—¿Por qué te creería?
— Porque también soy un cazador y se depredar. Peo la virtud más grande es controlar los impulsos. De haber querido desde tiempo atrás hubiese desaparecido a todos los involucrados antes que me convirtieran en el malo de la historia.
—¿Por qué cuentas eso? ¿No tienes temor a venganzas?
—Ninguno de los de la banda de caperucita viven, ajuste de cuentas, guerra entre mafiosos. Ellos saben los riesgos. Segundo, no pienso estar más en esta casa y no es que pretenda escapar. Pero hay una puerta que pretendo abrir para salir… ¿usted comprende? — Le respondí, si… sé a qué puerta se refiere. Luego me dijo,
— Otro motivo, es que nadie les va a creer a su revista. porque la verdad es fea, la historia de caperucita es mentira, pero es bonita y tierna, los finales felices no existen son una mentira colectiva, Es más si publican mi versión su revista perderá mucha credibilidad,
—¿Porque me lo cuentas? Si no buscas la redención
—Digamos que es una confesión, acuérdate de la puerta que pienso abrir.
—¿Crees tú que yo sea la persona adecuada para una confesión antes de que mueras?
—Para mí cualquier hombre que porte un arma es digno de confesión. Además, no niego que me gustan tus artículos. Yo le pedí a tu editor que te mandara.
Me puse de pie y me despedí del señor lobo. Ya pasaron dos meses desde aquella platica y han sucedido un par de eventos. Uno; la casa del lobo se incendió, no quedó nada solo cenizas y el chamuscado aparato que el lobo tenía en una de sus piernas. El reporte forense dijo que sin duda el sentenciado había muerto. Un mes tarde recibí una postal sin remitente. Era de una playa en california con unos sufistas sobre las olas, detrás únicamente estaba escrito con letras de máquina de escribir. El señor lobo y caperucita vivieron felices hasta el día de hoy.
Iván Noé Espadas Sosa
(Cacalchén, Yucatán)
Trabajó en un cine como proyectista hasta 1994 Es licenciado en educación. Como escritor a publicado seis libros, entre los que se encuentra “Crónicas de los cines de Yucatán 1970-1990” Editada con la beca PECDA 2021 y “Cinema Palacio” Editado por la dirección de cultura de la ciudad de Mérida.
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