Para el gato Chocomilk
“Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa”.
A un gato, Jorge Luis Borges
Había encontrado la libreta del fin del mundo, todo lo que se escribiera ahí se cumpliría con perfecta exactitud, con terrible precisión o eso decía la portada, aquello era la única herencia que su padre le dejó. El reciente fallecimiento aún le dejaba sumido en la tristeza y encontrar la libreta no le hizo motivarse, más aún le parecía un chiste. Su padre nunca tuvo dinero y en general su vida no fue la de un triunfador, ni la de un dandi, así que, de primeras, el objeto no tenía mucha credibilidad.
-Viejo, sé que no tenías nada, pero no está bien dejarme una fantasía. -Dijo mientras tomaba la libreta y la sacudía quitándole el polvo acumulado por el tiempo. El estilo del cuaderno era sencillo: un engargolado de aro con una pintura abstracta de portada. Le pareció que se trataba de una libreta cualquiera conseguida en una tienda común.
Después de un repaso, notó después que solo una única sola frase había sido escrita justo en una de las últimas páginas con letra pequeña y clara: “Que Aidé y yo nos casemos”. La sentencia, firme y juiciosa le llevó a pensar porque su madre tenía ese nombre así que le pareció curioso.
—Viejito, ya entendí, buena broma la tuya, pero no hubiera estado de más el que me también dejaras algunos billetes.
Sin importarle nada dejó la libreta olvidada en una caja donde guardaba objetos viejos que iban asaltándole en su vida. El tiempo transcurrió normalmente dejando de lado ese cuaderno baladí. Un rencor le acompañó los primeros días, pero se fue diluyendo.
—¡Te digo que todo es mío! —Dijo su sobrino, mientras a su alrededor una docena de juguetes le rodeaban: luminosos, costosos, llenos del brillo de lo nuevo.
De un día para otro el niño se había hecho con una cantidad lujosa de juguetes. El tio no creyó que alguien se lo hubiera obsequiado, puesto que en la familia el ánimo crediticio era igual en todos los integrantes. Para saber el origen de esta repentina aparición interrogó al niño quien, al cabo de algunas inconsistencias dijo que había usado una libreta vieja y que ahí dibujó los regalos que quería para la próxima navidad. El cuaderno era, por lo tanto, legítimo.
Se sentó frente a la libreta, ahora tenía el problema de la hoja en blanco, ¿qué podría pedir en principio? Dijo para sí, debía tener cuidado, imaginó que una gran riqueza repentina lo haría atraer la atención de los medios, que la inmortalidad también traería aburrimiento a largo plazo y que el amor, no era, como con su padre, una prioridad. Los superpoderes también los descartó, ¿de qué serviría saber el pensamiento de los demás o volar por los cielos? Quiso ser modesto para comenzar y escribió que deseaba encontrar un gato para adoptarlo, describió a detalle que lo quería encontrar en tal calle y con colores específicos, todo esto, para asegurar la veracidad de la libreta. Salió a dar un paseo y fue hasta el lugar descrito, ahí un gato de colores pardos se encontraba deambulando. Sintió felicidad y lo tuvo en casa.
Con el pasar de las semanas su ambición no creció, la libreta estaba resguardada, pero sin uso. El gatito crecía con salud. Fue entonces que decidió usar de nuevo el cuaderno. Esta vez quiso conocer a Dios o la deidad presente que regía todo el espacio tiempo, esta quimera era una añoranza que muchos otros habían tenido. Pensó en que quizá su imagen imponente lo llegaría a deslumbrar dejándolo ciego como en aquel libro denominado sagrado o que su voz lo volvería loco y deambularía en la oscuridad de los pensamientos como aquellos dioses de Lovecraft. Pero estaba decidido y en una noche de aburrimiento escribió a detalle el lugar y la hora para ir a conocerlo. Le puso algunas semanas a futuro con la esperanza de ir tomando valor de a poco, leyó y vio una inmensa cantidad de material que pudiera ayudarle en el momento cumbre.
El día en que salió a verlo vistió modestamente llevando consigo una mochila donde introdujo alcohol, tequila y demás sustancias que pudieran ayudarle a reaccionar en caso de una conmoción o de simplemente tomar valor para confrontar a aquel ser superior y creador de todo. Eligió un parque cerca de su casa, su pasto verde contrastaba con el tono grisáceo del resto de la ciudad y por eso creyó adecuado. Al ir al encuentro notó, como nunca antes, las expresiones de las demás personas del parque: familias, niños, parejas y demás. Sus risas, sus gritos, su euforia hacia enaltecer la imagen del parque. “Esta es una obra de Él”, dijo.
Fue hasta un árbol de atrás, ahí, se sentó bajo la sobra en posición meditabunda porque creyó que sería una buena preparación para recibirlo. Cerró entonces los ojos, el mundo de afuera se hizo un eco lejanísimo, las voces y ruido desaparecían de a poco. En un momento percibió un sonido particular; después, su mano palpó un objeto suave, delicado como algodón. Abrió los ojos para verlo al fin y ahí estaba lo pedido por él: su gato pardo estaba viéndole fijamente. Su primera reacción fue la de “¿Cómo me siguió?”, entonces creyó ver en sus largos bigotes un símbolo de vejez infinita; en su pelaje, la fineza y delicadez de la vestimenta más perfecta, finalmente en el iris de sus ojos verdes el vasto universo. Entonces lo alzó con cuidado y le dijo: “Cómo no lo supe antes”.
Por José de Jesús López Avendaño
Nace el 18 de abril de 1994 en la ciudad de Salina Cruz, Oaxaca. Es Licenciado en Lengua y Literatura Hispanoamericanas por la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH. Es autor del libro de cuentos Los Nombres de Nadie, Editorial Trémolo (2020), de la novela Rumor entre ríos (2021) publicada por entregas en el periódico “Portavoz”. Ha sido ganador del 1° Concurso nacional de cuento fantástico “El Axolote”; finalista en el 2° concurso internacional de cuento corto “The Word we live in”; ganador del 2° concurso de cuento No oyes contar un cuento organizado por la UNACH. Ha sido antologado en Memoria en blanco en 2018; Apassionata: literatura motelera contemporánea en 2019, Fulgor Púrpura en 2021, Los excéntricos en 2021
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