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La magia

Me llamo Cinthya, tengo 19 años. Llevo poco tiempo viendo programas sobre magia, no la del conejo en el sombrero, algo más intenso, tampoco magia de colores. Sólo el ser uno con el universo y atraer lo que uno necesita.

Empecé a formar mi ocultum, compré la capa, la daga, el tarot e incluso fabriqué la vara, mi libro y el pentagrama. Los rituales de relajación y visualizaciones me liberaron de muchos bloqueos mentales, empecé a entender la energía, hice algunas visualizaciones y sigilos de cosas no materiales, ni deseos específicos, sólo lo que necesitaba en ese momento… y todo comenzó a suceder. Era muy buena para esto, rápidamente fui avanzando y pronto me destacaba entre los mejores.

Un día, en una convención de magia vi a una wicca, era de las populares, era tan de otro mundo. No era bonita, pero era tan deseable, exótica, caderas prominentes, … comencé a sentir una punzada de excitación, era muy extraño sentir esa atracción hacia una mujer, pero más que mujer, era una diosa con movimientos cadenciosos conjurando en armonía… sólo deseaba seguir viéndola. Quería estar con ella, tenía que ser mía. La imaginaba deslizando sus extremidades y su cuerpo resbaloso contra el mío.

En este mundo de magia no es difícil encontrarnos. Supe todo de ella en un par de semanas, comencé un ritual de atracción que involucra visualizarla desnuda, (nada difícil pues me había grabado su figura y no dejaba de desearla desde que la vi), la parte difícil era que durante la visualización ella no se debía mover, y permanecer parada, a la par yo debía masturbarme repitiendo el conjuro. Esto se debía repetir 15 días. Esto era ideal porque las convenciones se hacían una vez al mes.

Al llegar el día, no fue difícil encontrarla. Hizo una presentación de “Rituales de proyección astral para principiantes”. A la hora de las preguntas me hice presente, me vio fijamente y sonreía. En la convivencia se acercó y me dijo que le gustó mi participación y que yo le parecía interesante. Todo parecía fluir muy natural.

Durante la plática me dijo que podía sentir mi energía, y que era interesante mi poder. La invité a mi casa, todo estaba mejor de lo esperado, saqué unos calderos para preparar brebajes, en realidad sólo preparamos bebidas con tequila pero se sentía místico… volamos juntas.

Comenzó por tumbarme en la sala, me tocaba como ninguno lo había hecho antes, la sentía derretirse en mi, y de pronto era pegajosa, una sensación nueva pero sin importancia, me tapó los ojos con un antifaz y me dijo que me dejara llevar, en este punto estaba reventada, todo el cuerpo me escurría, pero no quería parar… estaba tan extasiada, estaba dentro de mí y me recorría todo el cuerpo, me quise quitar el antifaz, pero también me detenía las manos…¿Cómo podía estar dentro de mí, acariciar todo mi cuerpo y detener mis manos al mismo tiempo?

Empecé a sentir calor en mi vientre, y unas patadas internas… mis gritos ya no eran de placer, eran de angustia y ella lo notó, me dijo que me enfocara de nuevo en el placer, que lo peor ya había pasado…¿Lo peor?

En un momento estaba teniendo una orgía con una sola chica y en otro tenía todo el cuerpo rodeado con extremidades resbalosas que no me dejaban mover, mi vientre punzando y los ojos tan pesados que no los podía mantener abiertos.

Al despertar… ya no estaba en mi casa, desperté en una jaula, amarrada con grilletes, y unos succionadores que colgaban de mí nariz.

Me explicó que no mentía sobre su interés sobre mí y mi poder. Me estuvo investigando, fue ella la que me atrajo, no yo a ella.

En una de sus proyecciones me sintió, y no fue difícil encontrarme. Me conjuró y por eso mi obsesión con ella que surgió de la nada. Me dijo sonriente: En este mundo de la brujería podemos coleccionar objetos para ser más fuertes o buscar con quién ser más fuertes, tu y yo juntas fuimos magia y tú lo sentiste, por eso no notaste lo que te inserté y como creció en ti….

Desconcertada vi que señalaba una incubadora que tenía algo parecido a un molusco que era alimentado con mis fluidos nasales.

 

Por Brenda Rosey

(Xochimilco)

Me encanta fijarme en detalles que pasan desapercibidos para el resto de las personas, con esos detalles me gusta hacer historias. Gracias a la pandemia comencé a plasmar esas historias. Escribir me ha resultado liberador y sanador.

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