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La respiración de la medicina

Liz acomoda la cabeza de la anciana sobre las almohadas. Inicia su cuarta semana cuidando a Olga, y por tercera vez ha encontrado los signos vitales mucho mejor que como los tenía el viernes cuando la dejó. Mide mejor de la presión, del azúcar, la oxigenación en sangre y las pulsaciones, tiene los números de una persona sana. Como profesional, le da cosa; el hijo se hace cargo de ella durante el fin de semana y resulta mejor cuidador que una enfermera diplomada. Aún no lo conoce, Liz se marcha los viernes a las veintiuna luego de hacerle tomar el somnífero, para regresar el lunes a las ocho de la mañana, una hora después de la marcha del joven —ignora su edad, pero se le hace joven—. La encuentra siempre dormida, las pastillas la tienen así hasta media mañana.

Durante las noches que van de los lunes a los jueves, viene a dormir Gertrudis con la mujer postrada; Gertrudis es la enfermera jubilada que le ofreció el trabajo por intermedio de su mamá. Liz aún no le ha comentado lo raro que encuentra las mejorías del fin de semana, teme que exista una explicación científica para eso, no le gusta lucir como una profesional poco capacitada. Suena el timbre. Puntualidad suiza la del médico.

—Bueno, Olga, quietita unos minutos. ¿Escuchaste el timbre? Acaba de llegar el doctor, voy a recibirlo. No te muevas.

Sonríe a la paciente, pero está enojada con ella misma por recurrir a esa broma tonta. Olga a veces está consciente, otras no, pero siempre está inmóvil, postrada; no volverá a ponerse de pie, ni qué decir a caminar, apenas puede mover un poco el brazo izquierdo. El hijo no llega a hacer milagros, bastante con la mejoría de los órganos internos; se pregunta si le dará algo distinto de comer, hasta más rellenita se la ve. Va a tener que animarse y sacarle el tema a Gertrudis; podría intentar averiguarlo con la misma enferma, de vez en cuando habla, pero la anciana termina agotada cuando pronuncia más de tres frases, ¿para qué molestarla?

El doctor le estrecha la mano, coloca el maletín sobre un sillón del recibidor y se sienta en otro. Invitado por él, ella ocupa el tercero.

—Muy bien, Liz, hablemos un minuto antes de ir a controlar a Olga, ¿cómo va llevando el trabajo?

—Bien, doctor, Olga es una paciente dócil.

—¿Le ha tomado ya lo signos vitales?

—Sí, doctor, apenas llegué, es asombroso.

—¿Qué tienen de asombrosos?

—Todos los lunes tiene mejorías notables antes de ingerir las primeras dosis de pastillas. En la presión, en el azúcar...

Calla. Ella anota las mediciones, el médico seguro las ha leído, se siente una tonta. El hijo no lo hace, la hoja de esos dos días está en blanco. El silencio hace que Liz alce la cabeza, el doctor parece pensativo.

—Raro esto que me dice, ¿los lunes está mejor?

—Mejor que toda la semana, parecen los números de otra enferma.

Se ve que el hijo tiene una mano...

—¿Qué hijo?

—El hijo... no sé si es el mayor o el menor, ella me dijo que era el hijo, llega el viernes a la noche y se va el lunes temprano, todavía no lo he podido conocer.

—¿Ella le dijo?, ¿quién?, ¿Gertrudis?

—No, doctor, Olga. A veces habla. Poco. Lo del hijo fue lo primero y lo único que me dijo en toda la primera semana...

—¿Usted no pasa aquí los fines de semana?

—No, doctor, ¿qué piensa? Está el hijo, yo...

—¡Olga no tiene ningún hijo!

Silencio extremo, al punto que se escucha el reloj electrónico de la cocina.

—¿Entonces...?

Ambos, médico y enfermera, con extrema lentitud giran las cabezas en dirección a la puerta de la pieza. La puerta sigue cerrada. Vuelven a respirar.

 

Por Juan Pablo Goñi Capurro

Escritor, dramaturgo y actor argentino, nacido en Lomas de Zamora, Argentina, en 1966. Publicó: “Islas efímeras”, Ed. Rubeo, España, 2023; “El tango que te prometí”, Ediciones Jaibaná, Argentina, 2023; “Soltando la mano”, La Verónica Cartonera, España 2020; “El cadáver disfrazado”, Just Fiction, 2019; «Agosto», «Destino» y «Cabalgata» (Colección Breves), 2019; “La mano” y “A la vuelta del bar” 2017; “Bollos de papel” 2016; “La puerta de Sierras Bayas”, USA  2014. “Mercancía sin retorno”, La Verónica Cartonera, 2015. “Alejandra” y “Amores, utopías y turbulencias”, 2002.

Más de mil textos publicados en Hispanoamérica, a través de antologías de editoriales (Ed. Visor, El gato descalzo, Ed. Solaris, Las nueve musas, Ed. Folla-g, Ed. CTHULHU, Ed. Pandemónium, Ed. Anuket, Kanon editorial, Ápeiron ed., y otras) y en revistas o páginas como Sinestesia, Letras y Demonios, Aeternum, Alas de cuervo, Rigor Mortis, Penumbria, Espejo humeante, Tártarus.

Entre otros reconocimientos, obtuvo: I Premio Novela Corta de Aventuras La Legión de la frontera (España) 2023, Premio Novela Corta “La verónica Cartonera” (España), 2019 y 2015. Ganador VII certamen de microrrelatos de Montserrat (2022) - Ganador Primer premio VII Edición del Concurso de Cuentos «Caperucita feroz» Ed Ápeiron (España) 2023 -2do Premio Tierra de Monegros 2022- Ganador Certamen de microcuentos del Ficta (Festival internacional de cine de Terror) de Atacama 2022. Premio teatro mínimo “Rafael Guerrero” 2015. GANADOR Concurso microrrelatos Pulir huesos de Editorial Avatares, Colombia (2024).  

Colaborador en Solo novela negra (relatos).

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