Ante la noche, ahí solita, una pequeñita quebranta en llanto. El bosque la encubre sin vencer al tiempo, en aquel paraje nocturno se yergue la amenaza. La bruja acecha y con un silbido del viento se muestra. Su dentadura purulenta paladea su vianda, con aire cómico y sensación de soberbia, invita a esta inocente a despojarse de sus ojos. La bruja tiene hambre del candor de infancia, pero nunca se pregunta porque hay una niñita en la oscuridad, al desamparo de una espesura peligrosa. Quizás si el hambre no la hubiera distraído de una reflexión, ahora mismo no sería devorada por su presa.
Por Abraham Campos Nava
Participó en la antología de cuento hidalguense, Editorial Vozabizal y en la antología de poesía: Voces minerales Editorial Vozabizal. También ha publicado en algunas revistas digitales.
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