Soy viuda. Y lo llegué a ser demasiado tarde. Demasiados años estuvo él a mi lado como para humillarme porque no me consideraba a su altura, para aplastarme como si así midiera su fuerza, romperme los platos en la cabeza si no le gustaba la comida, darme cachetadas cuando consideraba mi vestido demasiado escotado. No le temo a la muerte pues para mí, los 45 años de matrimonio fueron ya un infierno en vida. Y lo peor es que no ha terminado. El infarto no fue suficiente. Claro que le hicimos un lindo velorio, los conocidos pusieron el anuncio del fallecimiento del honorable Arturo en el diario, que en el sepelio muchas mujeres piadosas lloraron su muerte junto a la serenidad de mi alivio. Pero no, la muerte no fue suficiente para callar su persecución en contra mío. Él sigue acostándose en mi cama cada noche, con su transparentes manos frías me toca los muslos, no deja de criticarme por todo lo que hice mal en el día, sigue tratando de enseñarme, con el afán de volverme mejor, como siempre me ha dicho, en vida como en muerte. Sé que no hay escapatoria. Sé que de esta condena no me salvará ni mi propia muerte.
Por Silvia Favaretto
Es Presidenta de la asociación Progetto 7LUNE que difunde la cultura hispanoamericana en Italia. Ha editado 13 libros entre prosa y poesia (ediciones en Costa Rica, Argentina, Colombia, México, Honduras, El Salvador). Es jurado del Premios internacionales. PHD en la Universidad Ca’ Foscari de Venecia, es docente y traductora. Ha participado en el Festival de Rosario (Argentina), Medellìn (Colombia), Amada Libertad (El Salvador), De los confines (Honduras). Sus últimos poemarios son “Este cuento no se ha acabado” (Morgana ediciones, México) y “La noche de los cuerpos”.
Comments