Las memorias me quieren traicionar cuando estoy frente a todos dando explicaciones absurdas, nadie tiene que decir algo cuando todo lo que veo en sus rostros son acusaciones pues solo ven los pequeños fragmentos de un amor que paso entre estaciones dejando una huella indeleble, que mi cuerpo logro borrar pero que en mi mente sigue tan viva como la herida que me hice en la rodilla con el escape de tu auto.
Buscan acusarme de ser quien provocó que el verano ardiera un poco más por dejarme llevar aquella tienda de helados y descubrir que la vainilla es tu favorita, hasta encontrarme en las noticias que eso solo era la rutina habitual de un ritual para la nueva postal de cada año, desenmascararte fue la parte más dura de aceptar porque comprendí que era una pieza más de un juego cruel del cual ya no había vuelta atrás.
Y es que fui infectada por la fiebre del verano, por el deseo de ser parte de algo incluso si solo duraba una estación, sé que ya todos notaban mi estado y por eso ahora no debería ser la única señalada cuando observaron que la fiebre se comenzó a esparcir, pero la curiosidad pesaba en la incógnita de cómo te habías impregnado por toda mi sangre, la mayoría apostaba por la forma de tu cuerpo, pero a decir verdad, fue por tu sonrisa ladina que escapaba cuando decía aquellos chistes malos en medio de caricias tan suaves como la brisa del mar que era nuestro único testigo al mismo tiempo que me impuso el mayor castigo.
Ahora no puedo ver aquel panorama hermoso con claridad pues las gotas saladas escapan como tormenta furiosa mi enojo aparece, de un momento a otro, toma el control repitiendo las mismas palabras una y otras vez. ¿Cómo puedo ser una mala jugadora? Es que este no fue un juego justo cuando solo se trataba de una sola persona tirando de los dados y controlándolo todo.
Mi cuerpo ardió durante el verano que provocó el incendio que convirtió todo en cenizas apenas pequeñas piezas quedaron y puedo ver como las unes nuevamente en el tablero para volver ritual habitual que harás con los pedazos de mi corazón y otros más, solo espero que nadie te señale como lo ahora lo hacen conmigo porque apenas logro liberarme del castigo, aunque ahora sé que nada es para siempre, en especial cuando se trata de ti.
Por Kimberly Patricia Juárez Vázquez
De nacionalidad Mexicana. Vive en el Estado de México. Egresada de la Licenciatura en Derecho Internacional por la Universidad Autónoma del Estado de México. Participante en distintas convocatorias de diversas revistas digitales con diferentes temáticas, acreedora a constancia y participación en la Antología Amarres de Amor Propio con la obra “En Tierra Santa” buscando siempre con sus relatos y escritos mostrar diferentes perspectivas crear empatía ante situaciones vulnerables o dejar algún mensaje en ellos, viajera y expositora de sueños. Actualmente es participante honoraria en la comunidad de Lunáticas espacio creado por y para mujeres.
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