Los truenos
La lluvia comenzó a golpear con fuerza las ventanas y los rayos no tardaron en alumbrar tímidamente la habitación. La madre por instinto volteó a ver a su pequeña. Le sorprendió verla tranquila y jugando. La madre preguntó: — ¿Estás bien? ¿Tienes miedo? A lo que la niña contestó: — No, ya no tengo miedo. Tienes razón los truenos son mis amigos. La madre miró complacida a la niña y exclamó: Así es… y antes de que pudiera terminar la niña terció: — Son mis amigos porque alejan a la niña que se asoma debajo de mi cama.
Martha
Observé en silencio a mi madre. Ella se sentó en la mesa y prendió una vela. Gritó con furia mi nombre. Yo me escondí. Una de mis tías le puso una mano en el hombro para sosegarla. Vi la rabia en sus ojos y tuve miedo. Me escondí detrás de la puerta. Nuevamente, mi madre, dijo mi nombre y posó su mano temblorosa en el triángulo del tablero y musitó: — Si estás aquí, dame una señal
Toby
Llegué a casa y subí corriendo a mi cuarto a dejar mi mochila, cuando vi que él no estaba. Escuché el grito de mi madre. Bajé veloz hacia la cocina. Vi la sangre y las pequeñas huellas. Fui a auxiliarla. Ella, exangüe, musitó: — Perdóname por no creerte sobre el muñeco.
Por Michielle Almaraz
Nació en la ciudad de México. Estudió la licenciatura de Creación literaria, por parte de la UACM,y posteriormente una maestría en Educación, área en la que se desarrolla de manera profesional. Anteriormente ha publicado cuentos en otras revistas como: Palabrijes, La revista inexistente, Doble voz y Sibilante.
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