Lucia junto a su marido, encabezaban la Parada Militar que por cumplirse una década de su ascenso al gobierno era la más larga que se hubiera visto. Pero a Lucia con esa sonrisa impostada, no le gustaban los desfiles pues ella tejía con sus hilos no solo el ámbito militar, sino también la dirección y todos los altos mandos de la DINA que siempre se inclinaban a su paso no por respeto sino por temor, pues una palabra de ella podía terminar abruptamente con la carrera militar y/o la muerte de ellos, de la cual ella podía jactarse y aumentar año a año su vida
Para ella Augusto Pinochet era una más de sus cartas, y nunca tuvo aprecio por él ni su linaje, ni su historia, por eso permitía que tuviera deslices con mujeres que por supuesto estaban bajo su manto.
Nadie conocía su secreto íntimo. Se trataba de una entidad que alimentaba su poder y su gloria y que a medida que crecía iba incendiando y haciendo realidad sus ansias de poder en esta vida. Ella guardaba bien la llave del cuarto en el sótano que ella misma había construido días antes que Pinochet asumiera el mando del Golpe Militar. En ese pequeño cuarto oculto a los ojos de los demás, ella podía experimentar sus deseos más oscuros y sus ambiciones de poder sin límites. Él le daba las instrucciones que paso a paso la iban alzando sobre el resto de los mortales, pues era el único al que obedecía, el dueño de su alma y su corazón.
Así lenta pero persistentemente ella fue creciendo en poder y maldad, siempre atenta a las instrucciones del que llamaba su Ángel. Así pasaron los años y un día le tocó asistir al funeral de su marido. Con lágrimas en sus ojos y llanto concluyó su último acto ante el tirano. Para sus adentros, eso sí, celebró el otro acto memorable de la jornada generado por un disidente que tuvo el valor de esperar 5 horas en la cola de despedida de Augusto y que al llegar al féretro escupió en él todo su odio y su maldición ante la bestia. Para sus adentros Lucia al contemplar esto se dijo este comunista si tiene cojones,
Luego de la ceremonia y el entierro ella bajó a su cuarto secreto, y como íntimamente lo deseaba el ángel se presentó en una visión como el hombre más hermoso y bello de la creación y le habló con una mirada encendida y una dulce voz. Lucia has cumplido a la perfección con cada una de las tareas que he puesto en tu corazón, y por eso te daré las claves para entrar en mi Reino y disfrutar junto a mí la vida eterna. Cuando decaiga tu poder yo velaré tu sueño y te llevaré conmigo.
Estas palabras incendiaron el corazón de Lucia, y a través de esta promesa continuó su vida por 15 años más hasta alcanzar los 99 años. Ella tenía una confianza ciega en él y una justificación para todos los actos de sus últimos años, que gracias al Señor ya no compartía con su marido.
Así cuando sus ojos se cerraban y el manto de la muerte iba cubriendo sus aposentos de Reyna, vio con gozo como su Ángel sosteniendo una vela se acercaba a su lecho y con la energía de una quinceañera se levantó y postrada a sus pies le dijo has venido a buscarme tal como lo prometiste.
Por supuesto Lucia, yo nunca olvido mis promesas. Entonces caminando de la mano bajaron al cuarto secreto y en vez de la puerta que ella había construido tenía había un portal de oro con hebras de plata con forma de hojas. Muy bien Lucía, estas son las puertas de mi Reino Mágico y Eterno, te dejo las llaves para que puedas entrar y salir a tu antojo. Lucía no titubeó y entró al cuarto, pero el cuarto era totalmente diferente al que conocía. Tanto a izquierda como hacia la derecha se extendían enormes pasillos engalanados con faroles de cristal escarlata y las paredes tenían enredaderas con unos colores maravillosos y unas flores de un rojo encendido que combinaban con los perfectos faroles.
En el lado izquierdo del pasillo a una distancia de dos metros se veían perfectamente alineados espejos de cuerpo entero con marcos de oro de una belleza que ella nunca había contemplado en su vida terrena. Entonces se acercó al primer espejo y se vio de cuerpo entero. Se vio de 17 años con una corona de Reyna de San Bernardo. Pero ni la corona ni su cinta de belleza eran las que había lucido. Tenía una corona de plata engarzada con rubíes y diamantes. Tenía también un cetro de Reyna de oro macizo con una esmeralda verde y otra negra en su punta. Junto a esto. Lucía tenía un cutis perfecto y tanto sus ojos como su maquillaje le daban el toque de las Reinas del antiguo Egipto.
Al ver su belleza salieron de sus ojos lágrimas de placer. Luego segura de su belleza y eternidad continuó al espejo siguiente. Al verse la juventud y sus joyas permanecían en ella, pero al mirar con detalle noto dos o tres puntos negros a un costado de su nariz. Entonces sonó una campanada que se extendió por toda la sala de espejos, y Lucia al seguir con la vista el sonido divisó un enorme reloj de péndulo en la pared ubicada a la entrada del pasillo de los espejos. Cuánto tiempo transcurrió entre la entrada y el final de los espejos. Pues no lo sé realmente, pues el Diablo no usa reloj. Pero por lo que vio Lucia en el último de los espejos con sus joyas pero con 99 años en su cuerpo, el tiempo fue muy extenso. Entonces una risa desquiciada surgió de su boca. Luego con un grito de furia llamo a su Ángel como solía gritarle a Pinoche,. Seco y terminante, y para su regocijo efímero vio entrar a su Ángel cabizbajo y con ojos suplicantes. Vamos dijo ella, buena broma me has jugado, voy a salir de este cuarto y quiero lucir como en el primero de los espejos. Al instante la anciana se transformó en la joven Reyna de 17 años. Bueno querida Lucía, tu solicitud ha sido atendida, si quieres salir debes hacerlo por tus propios medios acá tienes 15 llaves en este llavero, alguna de ellas te servirá para salir y lucir tu belleza y juventud en el mundo. Pero te recuerdo que nuestro compromiso no puede ser roto por ningún tipo de artilugio o magia, y con un tronar de sus dedos desapareció del lugar. Que bien se dijo segura de sí misma, saldré al mundo y transformaré a ese Ángel en mi sirviente eterno. Se acercó a la cerradura y probó una a una las llaves de colores pero ninguna abrió la puerta. Las volvió a probar una dos tres cuatro veces, con el rostro incendiado de ira hasta que se dio por vencida. Sonaron doce campanadas en el reloj, y en ese pasillo que no tenía ninguna leyenda encontró un pequeño trozo de cuero que decía camino a la eternidad. En un principio no entendió el mensaje pero luego de reflejarse nuevamente en todos los espejos hasta llegar a los 99 años, en esa sala vacía, suplico al Ángel que la viniera a rescatar. Lentamente y con un ágil ademán entró al cuarto un hermoso varón. No llevaba una túnica blanca, sino una capa roja escarlata y sus ojos reflejaban el fuego eterno de la belleza carnal. Hola Lucía, vuelves a molestarme. Mírame no soy tu Ángel, ellos bajan de los cielos comandados por Jesús quien porta lanza y espada, para juzgar al mundo. Esto en si ni me importa ni me molesta. Yo vengo desde abajo a cobrar ciertas cuentas por favores concedidos. Y dentro de mi lista tu estas en el primer lugar. Querías la eternidad para seguir reinando, pues te la concedo. Podrás reinar sola en estas maravillosas estancias que he construido para ti. Pero tú y yo sabemos que el tiempo tiene una sola dirección, y esto es una ley que ni el diablo puede alterar. Bueno vendré a verte cada 100 años doña Lucia que disfrute de sus estancias y sus espejos, yo me retiro adiós. Lucía consternada volvió al primer espejo para contemplar su juventud. Para su sorpresa el espejo reflejaba a una anciana de 99 años. Y en cada uno de los siguientes espejos su edad y la decrepitud de su corrompido cuerpo se hacían más y más viejos. Un siglo más tarde el Diablo volvió a presentarse. Ella esta vez le suplicó de rodillas que se la llevara. La respuesta de él fue una carcajada. Y con una sonrisa traviesa y un guiño de ojos le dijo. Que más quisiera yo que atender a tus súplicas Lucia, mas soy un ser que empeña su palabra. Querías eternidad, pues la tendrás en estos espacios y reinarás en ellos. Yo tengo asuntos más importantes que atender en el mundo querida. Por lo demás con 200 años a cuestas no resulta ya agradable compartir contigo. Bueno me despido, que disfrutes tu eternidad, tu servidor el Diablo.
Por Germán Leiva
La temática del autor está fundada en los elementos mágicos del sur y también aquellos relacionados con personajes de la historia de Chile como es el caso de sus cuentos y poesía.
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