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Foto del escritorcosmicafanzine

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Poco después del atardecer decidí salir a caminar por la ciudad. Estaba lluvioso pero me dio igual, un paraguas era más que suficiente. Ni siquiera me había tomado la molestia de usar un abrigo, mucho menos lo recordé cuando salí huyendo de mi departamento.

Me dirigí a la zona turística de la ciudad como muchas veces antes. Disfrutaba de ver a la gente andar impresionada, emocionada, a veces perdida, porque así me sentía yo: como una extraña perdida en un lugar que, a pesar de conocerlo desde niña, seguía sin sentirse parte de mí o yo no podía sentirme parte de él. Había un sitio en específico del que disfrutaba más, un parque pequeño en la esquina que quedaba justo entre el área de los hoteles y algunos museos locales. Era una transición entre lo clásico de las estructuras de los museos a la modernidad de los acabados de los hoteles. La perfecta muestra de cómo dos cosas diferentes podían coexistir sin problema. Había una armonía ahí que me atrapaba normalmente, pero esa noche no.

De pronto sentí un peso sobre mí, un peso extra. Miré a mis espaldas y busqué ese pequeño y hermoso cuerpo entre la gente; no tardé mucho en localizarla. Me miraba, lo sabía a pesar de no poder observarla claramente. Estaba parada a la mitad de la acera, llevaba un paraguas bien agarrado con sus pálidas y delgadas manos. Ahora usaba ropa negra: un pantalón perfectamente ajustado a sus caderas y una blusa de manga larga. 

Cuando me dí cuenta ya estaba caminando hacia ella, como solía hacer en los sueños en que se me presentaba. Me encontraba a pocos metros de ella y comenzó a caminar también. Hizo una seña con su mano izquierda y me dejó atrás. La seguí obediente, presa de la burbuja en que me encapsulaba su presencia. Caminé detrás suyo por unos pocos minutos hasta llegar a los últimos hoteles de la calle, donde ya no transitaba mucha gente. Echó un vistazo a sus espaldas y sonrió al confirmar que la había seguido, entró en el último hotel y aceleré el paso para alcanzarla antes de que desapareciera como de costumbre.

Atravesé la puerta de cristal entrando en un lugar que de repente me pareció extraño. No tenía apariencia de hotel en absoluto, estaba casi en absoluta penumbra, iluminado ligeramente por algunas luces neón color rojo. Todo estaba callado, sólo se escuchaban mis pasos y mi respiración; no veía a nadie alrededor, el lugar parecía estar solo. Sabía que no lo estaba, Joohyun seguro estaba por ahí, observándome desde la oscuridad. Podía sentirla pues, tenía esa misma sensación que me perseguía cuando niña: sentir a algo o alguien a mis espaldas, siguiéndome en cada paso. Siempre creí que un monstruo me perseguía.

¿Te gusta el lugar?

Volteé buscándola detrás mío, a los lados… No sabía desde dónde hablaba. Juraría haberla escuchado junto a mí.

¿En dónde estás? No puedo verte.

Su risa me erizó la piel y consiguió ponerme nerviosa. Acompañando, un terrible escalofrío me recorrió el cuerpo cuando sus dedos se deslizaron por mi brazo derecho al mismo tiempo que un nudo se formaba en mi garganta.

Creí que lo que más deseabas era sentirme.

Era sorprendente como su voz podía sonar tan dulce, seductora y sarcástica al mismo tiempo. 

¿Quién eres? ¿Qué eres?

Juguemos, ¿sí? Si me quieres, encuéntrame. Prometo que no me moveré de esta habitación.

Por un momento me cuestioné cómo lo lograría, no podía ver mucho y parecía que se movía silenciosa y rápidamente por el lugar. Entonces decidí solo dejarme guiar por esa enfermiza sensación de ahogo que sentía en su cercanía. Mientras más doliera mi pecho y menos aire entrara a mis pulmones, más cerca estaría de ella. Y esta vez sería en la realidad. Caminé hacía la derecha, a lo que parecía ser la sala principal del extraño hotel. Podía distinguir la forma de los sofás, una mesa de centro y sobre ella una botella de licor en cuyo cristal resplandecía el rojo neón. A cada paso esa esperada irregularidad respiratoria se hacía más notable. Di unos cuantos pasos más y la temperatura descendió de golpe.

Te encontré.

Después de mi susurro, por instinto y sin temor, llevé mi mano al frente, rozando su suave cabello. Ascendí dando con sus suaves y heladas mejillas. Pegó su rostro a la palma de mi mano y aferró la suya alrededor de mi muñeca, quemándome como si fuese hierro recién salido de las brasas.

Si sigues adelante no habrá vuelta atrás, Soo.

Está vez su advertencia resonó en mis oídos como una alarma de incendios, pero estaba tan emocionada de tenerla cerca que preferí ignorarlo y adentrarme en un punto sin retorno.

Quiero entender por qué me siento así. Por qué de pronto te necesito tanto si ni siquiera te conozco. Todo lo que sé es que eres lo más hermoso que he visto jamás, tan pequeña, tan dulce… Jamás he amado las flores, pero tú pareces ser la más preciosa.

Por fin lograba hablar, con dificultad, pero era capaz de expresarle lo que sentía y lo que quería saber. Cada vez sentía su aliento más cerca del mío, que permanecía débil. Tan cerca y tan lejos de finalmente probar el sabor de sus labios.

Probablemente lo sea ante tus ojos, cariño, pero debes tener cuidado: a veces las flores pueden espinarte.

En un arrebato de desesperación me aventuré a tomar su cintura para acercarla a mi cuerpo. Me costó mi última reserva de aire, pero valió la pena. En cuanto estuvimos así, una curiosa y conocida sensación me embargó. 

<Estamos condenadas de por vida y no sé cómo terminarlo>

Ambas alzamos la mirada y nos miramos unos segundos, un nuevo sentimiento había en ella, pero no lograba definir cuál. 

¿Qué fue eso?

Por fin lanzó su cabello hacia atrás dejando al descubierto su precioso rostro por completo. Tenía las mejillas sonrojadas, sus labios rosados entreabiertos y cicatrices muy pequeñas en sus pómulos, tres en cada uno; sus ojos estaban brillantes.

Lo siento…

De inmediato se lanzó a darme eso que había estado suplicando en silencio: un beso, dos, miles… 


Estando en ese sofá debajo de Joohyun, siendo completamente poseída por ella, pronunciando descontroladamente su nombre y disfrutando de su presencia, esperé pacientemente por el tortuoso clímax que ella ya había retrasado bastante.

Hazlo ya, por favor — supliqué.

Me observó y pude ver lágrimas rodar por sus mejillas al igual que sus ojos brillando en un color diferente. Suspiró y se acercó a darme un beso más, esta vez uno muy suave y dulce.

No importa cuántas veces lo haya hecho ya, sigo detestando el desenlace.

Unió su frente a la mía y por fin me permitió terminar. Estaba agotada, sin aliento, satisfecha pero, sobre todo, confundida. Sus últimas palabras rebotaban en mi mente sin tener sentido.

¿Eres mía, Soo?

Ni siquiera tuve que pensar esa respuesta, era lo único que explicaba mejor por qué me encontraba tan perdida en ella. Algo nos unía, nos condenaba a esto.

Soy tuya, Joohyun.

No estaba preparada para las consecuencias que esta respuesta traería pues, en cuanto terminé esa frase un terrible crujido sonó entre nosotras y la observé retorcerse. Sus codos y rodillas se salieron de su lugar, sus dedos se deformaron, sus uñas dolían al clavarse en mi piel y un quejido gutural salió por sus labios. Aterrada intenté huir pero, sus ahora monstruosas manos ejercían más fuerza en mi cuerpo, pegándome más y más al sofá, me hundía en él. En su rostro ahora podía ver sus venas palpitar, parecía que éstas estuvieran por fuera de su piel, y sus ojos resplandecían como si una enorme hoguera residiera en ellos. Sus labios se abrieron mostrándome sus dientes que ahora parecían ser tan afilados como navajas.

Escuché un quejido más de su parte justo cuando, con la uña de su dedo índice, cortaba la piel de mi pecho cual bisturí, exactamente por el medio hasta llegar a mi ombligo. Grité a causa del insoportable dolor desgarrándome la garganta. Mi pecho subía y bajaba al compás de mi respiración, la sangre brotaba con lentitud y lo que antes era Joohyun parecía gruñir. Con su puño y una fuerza sobrehumana golpeó mi costado izquierdo rompiendo mis costillas, aumentando el dolor y el terror que sentía. Sonrió una vez más y, con cruel cuidado, metió sus dedos en mi herida para remover la piel y así exponer mi interior. No hay forma de describir lo que sentí, menos para explicar lo que fue el verle extraer mis costillas rotas, una a una, con fascinación y apetito tallados en su rostro.

Cuando pensé que estaba cerca de morir y no ser testigo de lo que hacía aquel monstruo conmigo, sentí como mi corazón era arrancado de su lugar, salpicando todo con ese líquido vital escarlata sin dejar de palpitar en su mano. Pude sentir el olor y probar el sabor de mi propia sangre. No sabía por qué aún era capaz de ver aquello, pero lo hice. Le dio una primera mordida que me hizo gritar nuevamente y lloré durante todo el tiempo que tardó en devorarlo. Fue tan lento que, incluso, el sol empezó a colarse por las ventanas de la habitación, avisando que la noche por fin había concluido. 

Ya no puedo más, estoy agotada. Déjame morir.

Había pasado de encontrar la gloria en aquella maravillosa mujer, a ser el aperitivo de una bestia aterradora y cautelosa. No sabía la razón para esta tortura y prefería morir sin la respuesta antes que permanecer más tiempo así. Solo quedaba un poco más de mi corazón por ser tragado por esa cosa. Podía apreciarla ahora con más claridad, tanta que fui capaz de notar su llanto.

Ya terminó, Soo. Lo siento muchísimo.

Puso el último trozo en su boca y terminó por fin con mi tormento.

 

Por América Leyva

(Tlaxcala, México)

Cursa su último año de la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericana. Ha sido dos veces becada por el Sistema Nacional de Investigadores. En su primer año con el SNI vio publicado su primer artículo “Un deslinde del crítico literario a la luz del Kapitel XX (Ueber Urtheil, Kritik, Beifall und Ruhm) y el Kapitel XXIII (Ueber Schriftstellerei und Stil) de Schopenhauer” (2024)  junto al Dr. Vidzu Morales Huitzil en la revista Pegasus Mexicanus De Rebus Historicis

Constantemente busca herramientas e ideas nuevas para mejorar su escritura y ampliar su conocimiento literario, pues la literatura ocupa un lugar importante en su vida. 

Fue a los 12 años que descubrió su amor por la escritura. Tras haber hallado refugio en la lectura, la necesidad de crear también sus propias historias llegó. Desde entonces trabaja con el género narrativo de novela, principalmente, el cuento y el microrrelato. 

Ha publicado de manera independiente en internet títulos como Storm (2016), The Moon’s Daughter (2017) y Cupid… Hit Me! (2020), que superan las 10 y 30 mil lecturas. Con estás y otras novelas ha explorado géneros como el juvenil, drama, romance, fantástico, fantasía y suspenso, aunque su favorito es el terror pues, encuentra cautivadora la forma en que el género puede capturar y explorar los claroscuros del mundo, el poder de la mente, así como la fina línea existente entre la realidad y la imaginación, la locura y los límites de la moral.

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