Mariela se alisó ligeramente el vestido, le encantaba la tela de manta, pero tenía la molesta costumbre de arrugarse con facilidad, esa noche iba a cenar en el mítico, ultra archi selecto restaurante “Guadalajara de Noche”, luego de haber esperado reservación durante cinco meses y medio. No podías llegar con prendas sintéticas, al menos, no muy sintéticas, ni con un atuendo que no fuera estrictamente mexicano, simplemente te prohibirían la entrada. Además, Mariela Sobwiezqui sabía que se veía radiante con el rebozo de lentejuelas y las largas trenzas artificiales; ella había escogido todo su atuendo a lo largo de un mes, y no se decepcionó con el resultado. Los ojos de su pretendiente Pedro Aberonés, se habían abierto como platos.
El mesero, vestido de charro, con espuelas de oro aleado con iridio, anunció con una extraordinaria sonrisa que su mesa estaba lista. Pedro le extendió un brazo a Mariela, quien lo tomó sonrojándose ante el educado ademán fuera de moda.
Fueron llevados hasta una pequeña mesa cerca de uno de los ventanales. En verdad habían resultado favorecidos, Mariela no sabía si mirar los campos darvinianos que se extendían a lo lejos, donde crecían todos los ingredientes vegetales de la gastronomía mexicana, o el hermoso cielo tapizado de estrellas.
El Mesero, tomó de una enfriadora una botella de tequila sin alcohol, envuelta pulcramente en un paño blanco, la destapó con destreza y vertió un poco en una base de cristal sólido de 12 centímetros de altura, que tenía un recipiente en la parte superior para unos 20 mililitros de líquido. Pedro levantó el vaso y lo olió fingiéndose entendido y asintió, Mariela tuvo que contenerse para no aplaudir de emoción. El mesero sirvió la copa de la dama y se alejó dejando las cartas con el menú.
- ¡Dios! -exclamó Mariela feliz con un tono bochornosamente alto- espero que no abuses de mí, esta noche podrías pedirme cualquier cosa.
- ¿En verdad? -preguntó con ojos brillantes- ¿incluso un pedido matrimonial?
Mariela se llevó una mano a la boca contenida.
- ¿Tan en serio te has tomado nuestra relación?
Pedro se apresuró a sacar de un bolsillo un anillo con una gema de Lampascia, que Mariela recibió en un tembloroso dedo. El gerente en turno, siempre atento, hizo una seña hacia un ayudante de cámara. Sabía que la gente invertía mucho tiempo, dinero y esfuerzo en ir al restaurante, y le interesaba mantener la fama del establecimiento, así que de pronto surgió un conjunto de mariachis con instrumentos de emisión direccional, para que lo más intenso de su música se oyera sólo en la mesa de Mariela y Pedro. Los demás comensales al escuchar la pieza “Amada Mía” celebraron con aplausos.
Pedro solicitó la cena para ambos a petición de Mariela, eligió para la ocasión caviar tradoviño en salsa de huitlacoche, crepas de jamón calusiano, como postre tunas cristalizadas, y generosas cantidades de tequila sin alcohol.
En cierto momento de la velada, se aproximó un niño de unos 12 años, descalzo, de cara mugrosa, y un moco verdoso saliendo de su fosa nasal izquierda, llevaba un paquete de rosas vivas auto sustentadas.
- Cómpreme una rosa señor -le pidió a Pedro- para su novia -agregó el chiquillo con cierto cinismo bastante estudiado.
- Maravilloso -susurró Mariela.- ¿quién te ha vestido pequeño?
- Mi madre -afirmó el niño con cierto orgullo.
- ¿Y esto? -preguntó la mujer tocando el moco viscoso que salía de la nariz del vendedor de flores, absorta en la consistencia.
- No sé con qué lo hacen, y no me gusta traerlo, pero dicen que da el toque definitivo -afirmó el infante.
- Las quiero todas, chico.
- Lo siento señor, pero sólo se permiten 2 flores por mesa, usted entiende.
- Sí, claro -se disculpó Aberonés- he sido muy egoísta.
- Para mí será como haber recibido un Jardín -informó Mariela conmovida al recibir las flores, incluso besó sus pétalos.
El vendedor de rosas se alejó tratando de poner su mejor cara de alegría luego de haber estafado a un par de turistas estúpidos.
Al fondo, una marimba eléctrica comenzó a tocar la Zandunga mientras un bailarín con traje típico de botas de charol, pantalón de mezclilla, cachucha de un equipo de fútbol soccer y castañuelas, completaba el marco autóctono del lugar.
Un Mesero se acercó a Pedro y Mariela con un contador de oxígeno y ajustó las válvulas con mayor ganancia de flujo.
- Va a embriagarnos -afirmó Aberonés en broma.
- Vale la pena sobrepasarse un poco, es una noche especial -dijo el mesero indicando con la mirada el anillo de compromiso- ¿Por qué no bailan? nuestro animador va a comenzar una coreografía.
- Sí -pidió Mariela aplaudiendo sin querer contenerse más.
Varias parejas se acercaron a la pista, mientras una chica tomaba al bailarín folclórico de la cintura. Todos los comensales imitaron los suaves pasos de la danza sugerida por los anfitriones, mientras el mariachi tocaba delicados boleros. Al calor del contacto, Pedro besó tiernamente la boca de Mariela. La mujer comenzó a sollozar acariciando los cabellos de su futuro esposo, mientras Pedro se sorprendía ante la humedad tibia de las lágrimas de su amada. Mariela le abrazó más fuerte y su amor creció de forma exponencial.
Después de varias horas, el gerente anunció, apesadumbrado, el fin de la velada. Los presentes abuchearon con descaro, pero aceptaron concluir la estancia. Los meseros distribuyeron las cuentas, que no eran más que simbólicas, los alimentos y servicios se pagaban por anticipado desde el momento en que se solicitaba la reservación.
Mariela, algo triste pero satisfecha, se dirigió a la salida, seguida de Pedro. Les esperaba un ayudante de cámara con los trajes presurizados de soporte vital.
Sobwiezqui inició el proceso de vestirse, pero luego se entretuvo.
- Un abrazo más, fuerte, y otro beso, el camino será largo, no puedo esperar a que estemos de nuevo a solas, aunque sea en nuestro pequeño habitáculo.
Pedro estuvo de acuerdo y la complació. El ayudante de cámara sonrió sin desesperarse, ya estaba acostumbrado a tales desplantes.
Cuando finalmente los trajes fueron cerrados, entraron a la esclusa de acceso y salieron hacia la noche estrellada, tomados de la mano a pesar de los materiales que les aislaban de un contacto real. La gravedad volvió a ser menor, con lo que experimentaron cierto alivio, como el que, según los libros, sentían las personas que festejaban durante mucho tiempo y al llegar a casa se quitaban los zapatos y masajeaban sus pies adoloridos.
- ¿Hacia dónde crees que esté la Tierra en este momento? -escuchó Pedro mientras Mariela le hacía la pregunta, la voz llegó distorsionada a los auriculares de su casco.
- No estoy seguro, pero creo que está en la constelación del Arado, es decir, en el lado diurno del Planeta, no creo que su sol sea visible en el cielo hasta dentro de un par de meses.
- ¿Alguna vez podremos ir a conocer el mundo de Origen?
- Espero que sí, me gustaría pasear en una calandria.
- ¿Una qué? -preguntó mientras subían a su vehículo, no quisieron usar el teletransportador, por que deseaban disfrutar del paisaje.
- Calandria, es como un carruaje -explicó Pedro.
- Sigo sin entender.
- Si, como nuestro vehículo, con sistema antigravedad, sólo que como tienen atmósfera no necesita techo, y en frente colocan una plataforma donde hacen que un caballo esté parado.
- ¿Para qué? -inquirió divertida.
- La verdad no lo sé, pero he visto imágenes donde el equino trae amarradas unas tiras de cuero que están sujetas al vehículo, creo que la idea es suponer que el caballo tire de los viajeros proveyendo la fuerza motriz.
- ¿En serio? -Mariela soltó una carcajada divertida, haciéndose una idea mental - suena absurdo, pero romántico. Oye, cambiando de tema, ¿por cuánto tiempo quieres estar casado?
- Cuatro años.
- ¿El tiempo máximo?
- Con opción de renovaciones indefinidas. -Afirmó Pedro algo amedrentado.
- Veremos qué piensas en cuatro años...
Y así continuaron haciendo planes para el futuro, mientras en el cielo estallaba una tormenta electromagnética de efluvios verdes, rosas y dorados, como perfecto colofón a su romántica noche mexicana.
Por Javier Orozco Valverde
Editor en Jefe de Editorial Orval,
Autor de 22 libros con 4 editoriales, colaborador de OEM con el periódico “El Sol” de León con 152 artículos. Finalista del Premio Tristana de Novela Fantástica 2018, Mención Honorífica en el certamen de Literatura Infantil 2017, Finalista del Certamen de Guión de Fox Channel 2017, seleccionado en tres ocasiones para el Fondo guanajuatenses, modalidad novela, trabajando con Eusebio Ruvalcaba, Ana Clavel y Mónica Lavín. Publicó radionovela, poemarios, artículos científicos, etc.
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