Tengo 12 de nuevo y miro por el gran ventanal de mi habitación, escucho y veo con tristeza al gorrión que está posado en la rama de un pino, he pensando en mí y en mi muerte, siento que soy más infeliz de lo que podría ser esa ave, yo no vuelo.
No puedo posarme en árboles, un amigo se cayó de uno y terminó internado en el hospital. Aún no sé andar en bici y lloro cuando escribo mi diario, no pienso que mi mamá me ame porque está más preocupada pensando en cómo aparentar ante la gente que somos una familia ideal.
Como no sé andar en bici niños más grandes que yo se burlan porque mi papá me obliga a usar un casco cuando salgo a pasear por el vecindario, mi caso es clínico dicen.
Observo por mi ventana cómo cae la noche y se esfuma el día del lado de los columpios que hay atrás de mi casa, mi vida a esta hora parece aún más triste de lo que debería, ya hice mis deberes, vi la tele y ahora solo me queda recluirme hasta que el día termine, cuando por fin aprenda a andar en bici no permitiré que la noche me asuste y andaré hasta tarde por las calles acariciando a los perros y huyendo de aquellos que quieran golpearme, seré más veloz.
Supongo que todos tienen una hora en el día en que lloran más y ríen menos, supongo que cuando crezca ya no tendré que lidiar con gente abusadora que me haga menos solo por ser pequeño.
Hoy de nuevo tuve ese feo dolor en la parte derecha de mi boca, mi madre me dice que es porque me encierro en mi cuarto a hacer cosas que no debería hacer, me da vergüenza que ella me vea, pero a mí me genera cierto tipo de paz, quizá es por eso que no me han dejado tener televisión en mi recamara, quizá es por eso que mi madre me mira cómo algo extraño y no quiere dejarme solo ni un momento.
Por eso me alegro que hable y vaya con la vecina, aunque sé que siento incomodidad al estar cerca de sus hijos, ¿algún día me veré como ellos? Pienso que fui hecho para otras cosas, tristes cosas, como contar cuántos pinos hay detrás de los edificios y saber la lista de refranes de la enciclopedia que me regaló mi padre, también observar a las aves refugiarse de la lluvia en los árboles.
He pensado que esta recomendación sobre escribir sobre mí y mis sentimientos no es tan mala, lo malo es que queda evidencia de mis pensamientos oscuros, como el día que pensé en dañar a mi madre o el momento en que decidí tomar ese frasco de pastillas. No sé porque sigo aquí, pero afuera llueve, lo puedo escuchar.
Ya no puedo contar los pinos que hay detrás de los edificios, tampoco puedo ver a las aves anidar y lo único que me queda es este cuaderno y esta pluma casi inservible. Ahora mi ventanal no está, mi habitación sigue sin tener tele, mi padre no viene a verme y mi madre dejó de preocuparse por el qué dirán. Lo logré y solo me bastó dejar de mirar por el ventanal, pero nunca aprendí a andar en bici.
Por Alguien más
Mi nombre no está, dejaré mi información con un seudónimo-
Alguien Más, nací en el extinto Distrito Federal, tengo N años y ningún título. Estudié Lingüística y Literatura Hispánica.
Me gusta el cine de terror y por eso intento que mis relatos vayan por esa línea, aunque debo admitir existe uno que otro que son más de desamor y soledad que de suspenso.
Nunca me han publicado, pero sí he escrito un ensayo ganador de cosas, nada muy pomposo, como sí suelen ser los premios de la mayoría de aquellos que deciden el camino de las Letras.
No existe tampoco un área real a la que me dedique, me gano la vida escribiendo sí, pero no ficción; sin embargo, tengo inquietudes desde hace muchos muchos años por la escritura y en particular por relatar cómo la vida puede superar a la imaginación
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