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Ozymandias

Actualizado: 1 ago 2021

La primigenia fragilidad del ser humano y su lucha incansable por proclamarse como ser supremo. Mi raza resultó menos egoísta hasta cierto nivel, tampoco puedo justificarla, sólo sé que los terrícolas desaparecieron por su infinita liviandad. Desde la época cuaternaria les estudié y sin embargo erré en lo que respecta a su evolución. El hombre moderno se olvidó de asombrarse, pues creyeron fehacientemente haberlo presenciado todo y atesorar en bases de datos lo que ellos pensaban conocer del universo visible; a pesar de que sólo estuvieron en la Tierra un 0,004% de la historia total de su planeta.

Voluntariamente me exilié en este cuerpo celeste; en principio para fines investigativos y después caí en esta quejosa falacia. Estoy tan exhausto al grado de ya no querer teletransportarme, o sacarle provecho a las descripciones de una escala propuesta por un sujeto apellidado Kardashov.

Así… decidí esperar solitariamente la implosión de la estrella madre de este sistema solar y eventualmente presenciar un evento astronómicamente sin precedente como lo será la colisión galáctica entre Andrómeda y la Vía Láctea.

Mientras eso sucede, todo parece obvio, probablemente persista, estático e insólitamente obsesivo, el subsecuente cuestionamiento. Tal vez, una fuerza que va más allá del entendimiento, lo creó, le impuso un valor…un límite, incluso para mi civilización.

Es agotador pensar en su sola presencia purgante y devoradora cual ente desconocido e invisible, convirtiéndonos en fragmentos de una ilusión multidimensional y polvo estelar, proveniente de explosiones de supernovas e hipernovas.

Mientras más lo voy analizando, más aterrador se torna. Estoy atrapado en un estado de proyección permanente, sin modificaciones, en una lemniscata inalterable que no debería ajustarse únicamente a las leyes cuánticas o físicas, las cuales lo valoran como una unidad numérica que se involucra en el cálculo del movimiento, la velocidad y la distancia.

Es el único recurso inagotable, a pesar de autodestruirse día tras día. Es omnipresente a niveles sensoriales, testigo en cada paseo por las diversas atmósferas y sus capas concéntricas sucesivas; donde sí son posibles las permutaciones de las estaciones; cuando en la clasificación estelar, las estrellas de tipo G descritas por algunas razas aparecen en su mayoría por el este y cuando sus respectivos satélites refulgen en la oscuridad extrema.

Cualquier ser con el cual sostuve contacto, se volvió tan dependiente a su núcleo, como a un fármaco dirían los terrícolas, sin prever la aparición de ciertos efectos secundarios que a largo plazo llegarían a ser degenerativos e inclusive irreversibles. Al ponerlo en un plano real y no como mera invención, la neurosis, la ansiedad, la obsesión y demás actúan directamente en la psique, que finalmente nos devuelve a nuestro estado primitivo.

Por ende, la naturaleza territorial y dominante, termina siendo aplastada y aplicada a la inversa, todo por quererlo aprisionar entre complejos mecanismos y engranajes cuando le es innata la libertad. No hay oportunidad contra él porque por cualquier lado que deseemos atacarlo, él ya se habrá vengado de nosotros acumulándose en cada poro del sistema integumentario, golpeándonos en la cara de una manera silente y evanescente, revelándonos también la otra cara de la moneda.

Sin distingos, nos inmoviliza en una madeja entretejida y liderada por la máxima tríada de flujos eventuales denominados: <<pasado>>, <<presente>> y <<futuro>>.

Con ello viene a mi mente una teoría de un renombrado científico con una brillantez peculiar inclusive para mí… Esta plantea un tópico avanzado e incomprensible para coeficientes promedios: simetría de inversión temporal, la cual engloba el pasado, presente y futuro como un todo. Que la conciencia siempre ha provocado el espejismo de vivir siempre en el presente, ósea que el tiempo evidentemente no fluye hacia adelante. De ser verdad, significa que estoy atrapado dentro de otro flujo temporal.

Pero… prefiero aferrarme al pensamiento estándar del como la vida es simbiosis de un principio y la muerte un desenlace, que a pesar de ser dos extremos, son una interconexión de una línea espacial simultánea y constante.

¿Pero qué hay del que se clasifica como cualitativo? ¿El no lineal? Bueno pues… aparece, desaparece y se mantiene inestable, como las paramnesias y los sueños que se metamorfosean en recuerdos, que van y vienen en lo profundo de la consciencia y la subconsciencia, más no pueden vivirse dos veces o ser tocados más que con el dulce tacto de la melancolía. He ahí el por qué ni mis congéneres pudieron retroceder en él, pues sí tan sólo hubiésemos alcanzado nuestro objetivo y por accidente en el viaje, debido al timbre de nuestra voz rompiésemos la barrera del silencio e inclusive perturbásemos el más mínimo movimiento de quien fuese, apostaría que nos hubiésemos sumido en la esencia del caos mismo, al retomar las riendas de una época actual. Con esa condición nos acostumbramos a vivir <<aquí>> con la historia.

Él no nos necesita, si fuese lo contrario; los que rebasamos el promedio “típico” de esperanza de vida, tarde o temprano nos invadirá la indiferencia o el miedo. Quizás eso es lo que verdaderamente nos distingue como “seres” para bien o para mal. Cada quien lo toma personal según sea la intromisión de este; es mi destino atravesar el primero (indiferencia espacial).

No estaría mal realizar un experimento con base en prueba y error, en el cual, sometido a una perfecta sincronía, me dejara llevar como si estuviera al interior de un agujero negro que absorbe hasta la luz más resplandeciente; sin premura, sin la incertidumbre de saber si hay una salida.

Probablemente, eso apaciguaría la histeria, o si se estableciera un método más radical como vivir con amnesia, así no sabría si hubo o habrá épocas utópicas o umbrosas, donde las últimas estuvieron selladas por la aparición de un apocalipsis cósmico.

Intento en vano evadirlo para no encarar aquello con lo que vengo y además me iré: la soledad. Cargo con ella, le adjudico desgracias, emociones y decisiones, cuando soy el único responsable de ello. Reniego de ella, en ninguno y cualquier sitio;, empero pierdo su noción.

¿Que ¿qué opino de la relatividad del tiempo en sí? Pues… cada individuo debió o debe percibir su propia trascendencia y comprender que el discurrimiento de él, no pudo o puede ser idéntico al de los demás. Es como pensar que cierta permanencia en el espacio exterior puede ser la misma que en otro sitio habitado o deshabitado (usando de referencia al globo terráqueo), sólo que esto es completamente erróneo.

Aun así, mi especie se aniquiló en competencias de ver quien lo definía casi a la perfección o quien redactaba algo referente a él, que no se haya leído antes por ningún otro, para ser el hacedor de una máxima <<ius vitae>>.

Tomando de ejemplo a los terrícolas, aquellos más letrados que plasmaron en ese 0,004% de la historia total de su planeta, lo que creyeron saber de él, porque hicieron eco con su existencia. O los no tan sobresalientes que sencillamente se apropiaron con lo que se retroalimentaban y lo adaptaron, agregándole su propio estilo.

Cuando hubo un “nosotros” le rendimos culto gracias a civilizaciones similares, para dividirlo en <<segundos>>, <<instantes>>, <<minutos>>, <<horas>>, <<décadas>>, <<siglos>>, <<milenios>>, etc.; con el propósito de ubicarnos en un <<antes>>, <<ahora>> y <<después>>.

Le otorgamos adjetivos en demasía y adverbios tales como: <<jamás>>, <<nunca>>, <<siempre>>, <<para siempre>> y <<por siempre>>, unas eternidades que para un terrícola son incomprobables a nivel corporal. Eso acontecía cuando las personas de este mundo prometían <<aquello>> inalcanzable e inmaterial, más adquirían peso en lo efímero del momento.

También impuestas e inmortalizadas por el juicio del hombre, que sólo adquirieron sustancia por estar hermanadas a la estructura original del concepto.

Si todo comenzó con un destello fugaz de forma, materia y color, en un lienzo impoluto sin gravedad ¿por qué es tan subjetivo y tan lábil?

A mí me queda pendiente una cuenta regresiva; empero al final todo, absolutamente todo, involucionará y se comprimirá para llegar al mismo estamento; no obstante, ya no habrá nadie que lo nombre, no importará más, pues la verdadera <<nada>> estará presente.

 

Por Gabriela Bolaños

Mi nombre es Gabriela Bolaños Cacho Gasca, nací en la Ciudad de México el 18 de Abril de 1996, actualmente tengo 25 años y resido en el estado de Aguascalientes. Estudié en la Universidad Autónoma de Aguascalientes la Licenciatura en Comunicación e Información, de la cual me gradué en julio del 2018.

He sido escritora desde los 14 años, siendo mi primer cuento corto de fantasía “Batalla en Puspidámico”.

He colaborado con editoriales españolas como: HAGO COSAS, en la cual se publicó durante 2017 una antología titulada Me gusta escribir con gran variedad de plumas provenientes de escritores tanto nacionales como internacionales.

Y en Diversidad Literaria con poemas como: “Luna”, “La Noche”, “Voluptas”, “El fénix sideral” y “El Mar”.

Ya en editoriales mexicanas, puedo mencionar a Editorial Dreamers donde dos de mis textos (Los árboles vivientes y Síndrome de Equinoccio de Otoño) fueron publicados en una revista proporcionada por ellos titulada “La Sirena Varada”. Ídem publiqué en la editorial Hoja Negra una tríada de poemas eróticos (Cosmología del amor, Delirium y Escrito u Oral), que hasta la fecha han acumulado un total de 22.883 vistas.

Con referencia a concursos ganados puedo citar al realizado por la editorial mexicana Libros en Movimiento, en donde quedé en segundo lugar a nivel nacional con el microrrelato “El cuervo enamorado del cisne”. Los certámenes más recientes en los cuales he participado fueron Buenas Lunas por la editorial Sangre de las musas, en el cual mi texto “Mónologos Lunares”, ya fue publicado dentro de una antología femenina la cual se lanzó en Diciembre de 2019. Durante 2020, en un concurso de relatos eróticos auspiciado por la editorial Hechizo Editorial, escogieron mi texto “La apolínea agonía de una nínfula”, para que fuese partícipe de una antología.

Actualmente escribo en un blog que lleva por nombre Me gusta escribir patrocinado por la editorial Caligrama, además de haber concluido el primer tomo de una saga denominada Ventres, un cuento corto, un extenso poemario (Escrito por una dulce pera) y un guion cinematográfico (Un hombre extrañamente anormal).

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