Tras una llovizna común de invierno, Sonia volvía de la iglesia junto a Katrina y Karen, sus hermanas. Su madre caminaba delante de ellas, siempre muy devota, conservaba una fe áspera, pero firme. A la mañana siguiente, Sonia debía ir muy temprano a launiversidad; esperaba no llegar tarde, como de costumbre.
Cada mañana a Sonia le encantaba ver a sus hermanas cambiarse para ir a la universidad, muchos chicos preguntaban por ellas, “simpáticas” decían unas voces, “hermosas” decían otras. Pero, las veces que más le encantaba verlas, eran aquellas ocasiones en las que ellas se alistaban para ir a fiestas nocturnas, la condición que dictaba mamá era: salir juntas y volver juntas a la hora pactada. A Sonia siempre le encantaron las ropas que vestían, las cuales eran muy llamativas. Sonia a pesar cumplir 19 años unos meses atrás tenía mucho temor de salir de noche. Además, un año atrás se había entregado a una iglesia de reglas rigurosas.
De lunes a viernes, Katrina y Karen volvían por las tardes a clases, la madre se dirigía a su negocio que estaba ubicado a cinco cuadras de la casa. Sonia se quedaba sola todo ese tiempo. Ya eran tres años que, debido a constantes discusiones, los padres sesepararon. Él padre formó otra familia y se alejó completamente.
Esas tardes, eran ocasiones en la que Sonia aprovechaba para entrar al cuarto que compartían Katrina y Karen, cogía aquellas prendas y se las ponía, se aplicaba el labial rojo carmesí, el cual resaltaba aún más sus labios carnosos. Las prendas de sus hermanas nunca le quedaron grandes, ella sabía y agradecía del buen cuerpo desarrollado que tenía, los pechos medianos, el trasero redondo, además, resaltado. Con aquella indumentaria y aquel maquillaje le encantaba contemplarse en el espejo. Se miraba lentamente cada parte del cuerpo, mientras se acariciaba.
Ya empezando las festividades de octubre llegó Renzo, la nueva pareja de la madre. Las hijas habían notado el cambio repentinamente extraño en su madre. Los primeros meses que lo conoció, a veces actuaba cual adolescente ilusionada, pero el aquella ocasión se mostró bastante parca. Esa tarde, Sonia al verlo sintió un viento interno que subía por sus piernas, lo vio directamente conmovida por su altura considerable, sus manos, sus bigotes en línea que invitaban a posarse en sus labios. Él correspondió a esa mirada.
Sonia se sintió muy extraña, pues a pesar de pertenecer a un salón en el cual había jóvenes educados y atractivos, nunca sintió aquel viento leve y seductor. No había sido víctima de aquella sensación y deseo de poseer y ser poseída. En ocasiones posterioresexperimento como nacía desde su vientre un extraño torrente de emociones que ahumedecer su intimidad. Como recorría por su cuerpo una especie de leve calambre, recorriendo desde los muslos, atravesando su vientre y explotando en su pecho.
Aquel miércoles por la tarde, Sonia llegó rápido a casa y subió como de costumbre a la habitación de sus hermanas. Se sacó la chompa, se soltó la falda, se quitó la ropa interior, quedando completamente desnuda. Abrió el clóset, empezó a vestirse, subió la tanga roja, las medias con ligueros negros, un vestido rojo muy corto, unos tacones quela elevaron, no solo del suelo, sino de aquella inocencia. Aplicó aquel labial, soltó la cinta que sujetaba su cabello. Sintió cierto aire leve otra vez, estaba ella concentrada, admirándose en ese espejo y de pronto la sombra de la lamparilla advirtió una presencia observándola, miró su reflejo, dio vuelta con rapidez, los latidos se aceleraron, estaba muy asustada. Era Renzo, ella sintió vergüenza y como el rostro se le había enrojecido, salió corriendo y se encerró en su habitación, no salió toda la tarde hasta que llegó la madre. Por fin salió, tras las múltiples llamadas de su madre, a cenar; tuvo que contener la vergüenza y los nervios. No se atrevió ver a Renzo a los ojos, su actitud fue rápidamente detectada por sus hermanas y su madre, pues era común que Sonia charlará en la mesa durante la cena. Las tres damas recalcaron su palidez y nervios.
Terminó rápido y se fue a dormir. Al día siguiente, volvió por la tarde ya más tranquila,al saber que Renzo y su madre habían salido de viaje fuera de la ciudad. Llegó a casa yse dirigió a la cocina para beber agua. Al volver a la sala de nuevo sintió un apretón en el corazón, Renzo estaba ahí sentado en el sofá. Sonia no sabía dónde meter la cara. Armándose de valor lo saludó, él contestó con cierta sonrisa «tranquila» dijo él. Le pidió que se acercara e improvisadamente la abrazó, sintió ella cierta calidez y correspondió a ese gesto. Se sentó a su lado, él hizo una leve caricia al hombro que en ella provocó una electrizante sensación. «Mira, te traje un regalo» dijo alcanzándole una bolsa. Ella no sabía qué hacer, de pronto con entusiasmo recibió el obsequio el cual con cierto temor lo vio. Era un conjunto interior rojo, medias rojas de ligueros, una bata, tacones y un labial. «Póntelo, quiero verte. Ve, yo te espero aquí» dijo con palabras casi susurradas. Ella no se podía disimular aquella sensación que él le causaba. Con nervios y miedo, pero sobre todo con mucha emoción y alegría corrió al cuarto y empezó a quitarse la blusa, el sostén, la falda y el calzón. Posteriormente, se puso lo regalado. Se vio al espejo y sonrió. Concluyó con el labial y soltándose el cabello decidió esta vez usar el delineador. Quedó toda una mujercita encantadora, estaba feliz. Salió de la habitación, bajó las escaleras sujetada al asa. Él estaba aún esperándola ahí, en la sala. Apenas la vio sintió una extraña admiración que en sus muchos años no había sentido. «Date vuelta» le dijo sonriendo. Aquel vestido se veía hermoso, aunque él sentía que prefería verla sin él. «Acércate» prosiguió. La tomó por la cintura, se acercó a ella,empezó a besarla. Esos besos cálidos y húmedos alborotaron sus emociones, hundió su lengua en su boca, con suavidad. Ella temblaba de la emoción, pues era la primera vez que besaba a un hombre y definitivamente le encantó, tanto que se acercó más a él. Con mucha suavidad le apretó la cintura contra su cuerpo, sintió aquel cuerpo duro y caliente, él hizo ciertos roses inferiores que enloquecieron a Sonia. Luego, fue ella quien apretó su cuerpo contra el suyo, lo besó con mucha pasión. Él le acarició los hombros, bajando por sus brazos, su cintura, tus caderas, hasta llegar a sus nalgas. Ella, empezó a quitarle la camisa, él respondió quitándole la bata, inicio a desnudarla y a besar sus pechos, haciendo suaves movimientos sobre la alfombra. Ambos desnudos, seperdieron insensatamente en el deseo entre gemidos y sonrisas.
−Me encantó− dijo Sonia con su último aliento y recostando su cabeza en su pecho.
−Lo sé− respondió él con una sonrisa.
Por Félix Quispe Osorio
(Jauja, Perú, 1994)
Licenciado en Educación por la Universidad Nacional del Centro del Perú, especialidad Lenguas literatura y comunicación. Ha publicado el libro de cuentos “¡Esto es Jauja!” 2023 y el libro microrrelatos “Presencias mínimas” 2018. Segundo puesto I Concurso de cuento Edgardo Rivera Martínez – Jauja, 2018. Mención honrosa V Concurso de microrrelatos Realidad Ilusoria México, 2018.
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