Temblaba. El crudo invierno se habÃa apoderado de cada rincón de la casa, pero con el tiempo, habÃa algo más. En la sala, en la cocina, en el baño, en mi cuarto, sentÃa una presencia indescriptible. A pesar de que llevaba puesta casi toda la ropa del ropero, parecÃa no tener protección alguna. Acurrucado en posición fetal sobre mi crujiente cama, luchaba por encontrar calor. El calentador yacÃa debajo del colchón, sin embargo, mis esfuerzos eran en vano.
De pronto, durante una noche, un impulso irracional me hizo despojarme de la ropa. Mis dedos se movÃan con dificultad, como si fueran marionetas controladas por una fuerza invisible. La tela cayó al suelo con un susurro, y entonces, lo incomprensible ocurrió. Delgadas plumas de hielo comenzaron a surgir de mi piel lentamente como si fuesen vellos corporales. Estas finas estructuras gélidas se alargaban incontrolablemente por cada poro, desgarrándome por dentro.
Cuando irrumpieron en mi habitación, no encontraron rastro de un ser humano. Solo una montaña de finas plumas de nieve verdes y luminosas que palpitaban, alcanzando el techo.
Por Nohemi Damian de Paz
(Ciudad Juárez, Chihuahua, 1995)
Licenciada en Literatura Hispanomexicana y estudiante de IngenierÃa en Manufactura por la UACJ. Ha publicado en las revistas Metáforas al aire, PalabrerÃas, Zompantle, Cuadernos Fronterizos, Comedia sin tÃtulo, Revista SangrÃa y Revista Lunáticas. Actualmente fue incluida en la antologÃa Voces Indómitas (Crisálida Ediciones, 2022).