Pupilas quietas
Máquinas hechas para sentir, ideas hechas para ser idólatras, de los haceres humanos quedan remansos y oscilaciones pasajeras,
tétricas formas se asoman por las ventanas de los edificios que quedan, ruinas adornan y quedan en las fotografías que se toman en nuestro siglo,
atardecer en la azotea, playa en la tierra de ciudad, los amores se ocultan, estas máquinas solapan los quehaceres tontos, estas máquinas sueñan con la eternidad, la finitud le vuelve el metal a piel, el encuentro fortuito hacia la incertidumbre vulnera lo imposible,
aquelarres, sueños y patrañas sueñan la salvación, arrojamientos desde lugares incalculados traerán aires frescos,
cortejos fúnebres esperan para nuestras últimas máquinas en pie, acompañamientos descuidados y cínicos dilapidan las vanas esperanzas y esfuerzos de las máquinas que nacieron muertas.
Muñeca triste
Muestra su sombra y se intenta cubrir con nuestros anhelos.
Llanos embarrados de cuerpos y tierra sucia por el sudor agrío de gente que no respira más, su casa es grande, presta su tierra para ararla por algunos años, se come los corazones ebrios y sobrios, juega, se divierte, no lidia con preguntas, no lidia con formas o moldes, no le importan grandes nombres ni ideas absolutas o futuros gratos, lame y se burla de las treguas.
Las buenas costumbres edifican cachos de escombros que ella regresa al polvo, pocas caras llenas de cenizas levantan trozos de sus muertos, guardados en cajitas el amor también se intenta quedar allí.
No habrá mejor mañana ni las cosas serán mejores, las almas quedan huecas luego de rozar esas tangencias heladas, los ojos se quedan sin iris, los rostros se quedan sin sonrisas, el corazón se queda sin buenas ganas, así que no hay corazones repuestos, el alivio no llega nunca, la esperanza termina por robar aire y manipular una estadía larga acá en el mundo de los cuerpos calientes, no nos despedimos, no nos abrazamos, no importa, las sombras cubrirán tarde o temprano.
Amanece temprano
Vive cerca de un estrecho callejón coloreado de almas penando, las personas que no han abandonado sus hogares suelen no mirar a la cara a sus vecinos, se siente un derrumbe cada tarde, cada día es su ultimo día y el dolor no se apacigua, todos los días sus muertos les gritan cuando sale el sol, muchos se rinden y se marchan, muchos otros se rinden y no vuelven a levantar la mirada.
Letras y cruces repiten el abecedario infinito e ínfimo de los que circulamos desde hace varios siglos, algunos sienten como el corazón se repite en las nuevas gentes que llegan a este paradero.
Revuelto el estómago les inspira a malas decisiones, varias gentes se mezclan en malas ideas y en vidas perdidas, mañana algunos prometieron arrojarse, entre nosotros las promesas ya no se cumplen, las palabras han sido arrebatas y las velas han ocupado ese lugar, aquí se reza y se llora, aquí no se vive, aquí se sufre y pena.
“Glorioso descanso para todos y todas” “buenas tardes”, ese es ahora el circulo eterno de existencia para esta gente, son, serán y somos ese vacío cualquiera que exigirá una lagrima en un cuarto dentro de la tierra seca y silenciosa.
La aldea arde
Esa idea ronda su aire, lo envenena, canastas de panecillos rancios sobre sus escalones le invitan a admirar los cielos claros, come y bebé, disfruta y goza, no más preguntas, no más eternas búsquedas, estos cielos le detienen, los colores verdes de los árboles le devuelven a la realidad.
Los calores de las personas le devuelven el corazón, uno o dos litros de sangre sobran en las venas, un cuarto o medio corazón sobra en su sala de estar, apunta bien, empieza nuevas historias.
Una habilidad le resucita los domingos, los anuncios son prometedores, la moneda fue tirada hace rato, la decisión fue tomada hace rato, el intersticio del ahora se quiebra en sus manos, los resquicios se derraman y sangran frente a su hogar, no miradas soeces, no miradas cobardes,
elige ponerse vendas en los ojos para detener la hemorragia, poca sangre entre poca vida, y menos gente viva.
Por Dilan Chino Sandoval
Nacido en CDMX. Oriundo de Xochimilco
Me dedico a la escritura desde hace más de tres años, comencé con anotaciones sueltas en libretas viejas. Las primeras ideas rondaban sobre novelas, luego sobre poesía. Desde ese momento hasta ahora no he podido dejar de escribir. Es una forma de tomar aire fresco.
Cuento con estudios de Psicología y también me he dedicado a la atención de pacientes en la misma rama.
Hemos colabora en un fanzine “Interno” por más de medio año, en la revista El Creacionista, en la revista Anacronías, en dos ocasiones en la revista Axolotl Magazine, en la revista Herederos del Kaos, en la revista El Bigote de Nietzsche, en la revista Literaria Visceral, en la revista el Cisne, en la editorial Florarmorfosis, en la revista La Sílaba, en el festival POEMAN y en canal El Rincón Poético (YouTube).
Me he nutrido del acervo psicológico para intentar brindarle algo al arte de la poesía.
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