Querida mía, hace tanto que no escribo, que no tengo idea de cómo debería empezar, sin embargo, me es claro que para quien conociera nuestra historia tanto conjunta como individual, no seríamos más que dos almas desdichadas que se han encontrado asincrónicamente, especialmente porque hoy somos dos seres con el corazón roto, compartiendo sus heridas a la mirada del otro y qué más quisiera que sanar contigo, aquellos dolores de los que ninguno de los dos somos causantes, o al menos no las del otro. En cambio, puedo asegurar, que ambos elegimos de manera paupérrima cuando se trata de amar, parece que nos atraen quienes evidentemente no son para nosotros, ya sea porque nos lastimarán, no nos corresponderán o su amor si se le puede llamar así, será falso.
En tu lista, se encuentra caballeros bondadosos, buenos hombres, personas honestas, pero uno que otro hijo de puta y estos últimos, son los causantes que cuando abres tu corazón conmigo, se asomen unas lágrimas, que contienes, más porque ya has derramado demasiadas, que por ocultarlas de mí. En mi lista también se encuentra damas de buen corazón, mujeres sinceras, personas dispuestas a amar, y aunque no lo debería decir de este modo, una qué otra maldita, para quien mi corazón fue un objeto con el que solamente se entretenía y que causaron en mi un nudo en la garganta, que la voz se me entrecorta y se me enreda el habla cada vez que intento expresarte mis sentimientos.
Realmente quisiera sanar contigo y que nuestras vidas tuvieran un nuevo comienzo, pero noto tu miedo, en la distancia que marcas dejando objetos en la mitad, marcas distancia con el contacto, al no permitir que una caricia dure más de un segundo y en que cada abrazo se ha lo más corto posible. Aun así, me abres tu corazón, me revelas lo que llevas en tu interior, tus dolores y alegrías; me haces sentirme tan cerquita tuyo, pero tan lejos, que estando sentado a tu lado me siento lejos de ti, pero tan cerca. Porque más allá del espacio entre nosotros, es en nuestras charlas, donde compartimos nuestros traumas y ahondamos en la vida del otro, permitiéndome entender a la persona que eres hoy, y sé que te pasa igual, porque por momentos te anticipas a las ideas que se cruzan por mi mente.
Querida por eso te escribo, para decirte que lo daría todo para que sanáramos juntos, sin embargo, lo que verdaderamente me encabrona, es que volveremos a elegir de una pésima manera, porque siendo yo al que le estas permitiendo ver bajo tu piel, te iras a refugiarte en unos brazos, más por miedo que por amor, más por una tranquilidad tenue que porque esos brazos sean los que te hagan feliz. De igual manera, yo te dejare ir, y aunque diré a los cuatro vientos que es por pensar en lo mejor para ti, en el interior sabremos que es más por miedo que por amor, más porque es más fácil soltarte, a que sean nuestros brazos los que se aferren.
Me gustaría sanar contigo y el amor que construyamos nos permita ser nuestras mejores versiones, pero para ello tendríamos que tomar decisiones difíciles y elegir un camino que solo nos genera incertidumbre, por lo que es preferible refugiarnos en lo que cada uno de los dos conocemos, tú en esos brazos y yo en la soledad. En verdad ninguno está dispuesto a realizar esa apuesta en contra del destino, porque bien sabemos que somos paupérrimos cuando se trata de decisiones referentes al amor, por lo que el desenlace de nuestra historia no será de aquellos en que los dos sanemos juntos.
Posdata: Querida mía, finjamos que desconocemos el desenlace que el destino tiene dictaminado para nosotros y tal vez, tal vez, el amor se ponga de nuestra parte y nos ayude a engañar dicho designio.
Por Edilson Aguirre
(Bogotá, Colombia)
Estudiante de literatura, tecnólogo en Escritura para productos audiovisuales, aficionado a las historias sin importar el formato en que sean plasmadas, escrito, grafico o audiovisual, hijo del medio dentro de 7 hermanos, persona a cargo de dos perros y un gato. Un poco soñador, aspirante a trabajar en algún rubro referente a la literatura, aunque de momento trabajo en una fábrica.
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