Y en estos soliloquios personales
Llego a la conclusión de que eres,
Indefinidamente, como el chile.
Sí, el chile, figura icónica, legendaria.
El chile como chile de tomate,
Así eres tú, morena picante.
Ni qué pájaro ni que Venus,
Solamente imagen perceptible
Ante el paladar y la lengua,
Ante el estómago doliente.
Te huelo, te miro.
Pero qué sabrosa exquisitez
De los dioses aztecas durmientes,
Taciturnos, espectadores
De tu inmarcesible figura.
Ojalá y tus semillas abundantes
Se rieguen por mi cuerpo
Y todo el océano de mi boca
Mientras en la tierra de mi piel
Surjan arboles de cacao primitivo.
Aquí estoy, “María”, porque te confieso,
Secretamente, que te saboreo
Como uno saborear el viento,
Pero yo no quiero saborear al viento,
Quiero saborear tu piel revuelta
Con los ardores de la vida.
Oh bella. Bello ardor de mi lengua,
De mi corazón acelerado.
Hoy, frente a ti, te confieso lo que yo,
En mi silencios, te sentencio
Como musa mexicana por excelencia.
Ni que venus ni que nada,
Amiga, mujer mexicana,
Encarnación del purificado chile.
Por Fabrizio Vázquez
Estudiante de la Universidad de Guadalajara, cursando la lic. en Estudios Liberales. Participó en diversas actividades teatrales y recientemente formó parte de la antología poética “El deseo de cupido” publicado por Ediciones Afrodita, Argentina, así también en las próximas semanas colaborará con la revista “Les Escribidores” en su próximo número. Ha participado en el coloquio de investigaciones con sede en el Centro Universitario de Tonalá y cuenta con un perfil en Instagram con un poco más de doscientos seguidores donde comparte sus textos con el nombre de @locusamoenusp.
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