Yo que me vanagloriaba
de una vida plena,
aparente salud mental,
ahora toco fondo
veo otra realidad.
Si la sertralina hablara
les contaría una historia,
de mucho desasosiego,
falta de hambre
y de bondad,
de llanto constante
y voracidad.
Y si mi ansiedad
pecara de imprudente
y les contará de las noches
en las que deseé no estar,
o de la lluvia de rumiaciones
en la que me empapo
a las tres de la mañana,
mientras me envuelvo
entre sábanas
y discursos socráticos
con el peor de los jueces:
mi mente.
La melatonina y valeriana
han sido amigas confiables
y a la vez ineficaces,
ya que muchas noches
me dejan inmóvil
a la deriva del insomnio,
aunque reconozco
que hace florecer
mi creatividad
(touché).
Creo que mi autoestima
se encuentra en pausa
por reconstrucción.
De momento elijo
confiar en Freud,
y en su repetir,
rememorar,
elaborar.
Moraleja:
Saber pedir ayuda
es de valientes,
de rotos,
d e
h u m a n o s.
Por Patricia Rodríguez
Patricia Rodríguez Belmares, mexicana, psicóloga, amante de las letras y las plantas. Autora del libro “De amores y pulsiones” como parte del Premio “Mi primer libro” INJUVE NL 2019.
Comments