Dicen que si pienso en ti, estornudarás de nostalgia.
Sin que te importe, te mandaré recuerdos.
¿Será suficiente, para ambos? ¿Nos conformaremos
con esa basura de mirar a la distancia?
Te los mandaré todos en esta agua que corre
bajo mi cama.
Ojalá puedas escucharla, es decir, mi sangre rompiéndose la espalda
de tanto picar y picar mis heridas muertas,
buscando quién sabe qué cosas.
Te las mando, es decir, las cosas que encontró.
No me dijo qué cosas fueron.
A lo mejor y cartas.
No lo sé.
La cabeza me estorba.
Ya no quiere pensar las cosas que necesito.
Me la quitaré y la mandaré allá contigo.
Estas manos también.
¿Y este pecho quejumbroso?
Algún día terminaré de mandarte todo lo mío.
¿Será suficiente?
Para mí sí. ¿Qué hay de ti?
¿Estarás feliz de tener todos mis elementos
sin que yo esté con ellos?
No lo sé.
Me dijiste que tu vida valen estas cosas.
¿En verdad te sirven? Quédate con todo
porque estás lejos
y no quiero que te quedes solo mucho tiempo.
Por Ángel Hernández
(Ciudad de México, 1997).
Egresado de la carrera de Creación Literaria de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Es cofundador y dictaminador de la revista electrónica Revista Tlacuache. Su trabajo literario ha sido publicado en diversas revistas físicas y electrónicas bajo distintos heterónimos en países como Argentina, Uruguay y México. Actualmente trabaja como redactor académico.
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