Vierte el fuego iracundo sobre el devenir, si los delirios pasados trasnocharon. Entonces atisba el sur indio, ¿se incendió el sol? ¿Las voces nativas inmacularon el ornamental silencio?
Clavaré el pecho en la espina dorsal de la flor sin eco, esperando a mi sutil lamento, abriré el ventanal al colibrí que se esconde dentro mío. Ofrezco al viento mi templo en escombros.
Las causas no engendran necesariamente efectos en este sistema de lógicas ancestras. Al rezo no le sigue el olvido. El comienzo renueva los tejidos de la vida: Si una mariposa de sueño revolotea, los corazones que dormitan, despiertan.
Tiempos de sonoros espíritus forman el mundo, para quienes escuchan, piensan, comprenden el dinamismo fractal de las ecuaciones del amor. Guerreros de sangre: sacrificando la sangre por un amor; vistiendo de sangre a la razón.
Canto al principio de todo. ¿En que viniste, Cierva mística, al amanecer que nos esperaba? En el que nuestros corazones despertaron del sueño que nos regalamos: la Eternidad.
Por Jonatan Flores Denicia
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