—¡Basta, Karen! Tu padre ya no puede hacerte más daño.
—Mamá juro que no estoy mintiéndote, ¿cómo podría?
—¡Dije que basta! —grita. Se arrepiente al ver los ojos de su hija cristalizarse, la toma del hombro para atraerla hacia sí y darle un abrazo. Susurra—. Él… él ya no puede lastimarte, acaso olvidaste que yo… —se quiebra su voz.
Karen agacha la mirada; recuerda como, cerca de cumplir la mayoría de edad, cada noche su padre se escabullía a su habitación para mancillar su ser. Su madre lo descubrió y no pudo controlar aquellos impulsos de rabia.
—Él ya no existe… —sigue diciendo en un susurro, aun estando ellas dos solas no se atreve a decir en voz alta que había acabado con la vida de ese hombre despreciable.
Karen observa el suelo, contempla tres sombras: su madre, ella y otra más. Conoce bien la figura de la tercera. Por las noches aún sigue visitándola.
Por Mónica A. Montoya “Delirio Oscuro“
CDMX, 1986. Licenciada en Creación Literaria por parte de la UACM. Le gustan los temas tabúes: la muerte, el terror, el misterio, lo paranormal; por ello busca plasmarlos en su obra. Tiene diversas participaciones literarias y gráficas en libros y revistas digitales e impresos a nivel nacional e internacional. Forma parte de los antologados en Antología Virtual de Minificción Mexicana.
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